Baje del coche. Venia de una reunión sobre mi próximo libro, mi idea para el próximo era terminar la trilogía Infierno. Después de todo la trilogía de terror era una de las sagas más exitosas que tenía.
Los primeros dos libros estuvieron en el primer lugar durante semanas y los fanáticos estaban entusiasmados por el siguiente, así que no veía ningún problema en escribir el último libro, por suerte los editores estuvieron de acuerdo conmigo.
Cuando estaba a punto de abrir la puerta, oí gritos desamparados del otro lado y a nuestro perro Mayonesa aullando. Creo que ya sabía que sucedía.
Entre a casa y me encontré a Tadeo gritando por perder en el Monopoly, como siempre mi marido iba ganando.
Los cuatros se giraron a verme. -¡Mamá!- gritó mi hija más pequeña, Rebecca.
Corrió junto a Mayonesa hasta donde estaba yo.
-Hola cariño y hola Mayo- la subí a mis brazos. -¡Ma! Pa está haciendo trampa de vuelta- se quejó Julianne.
-Yo no hago trampa. Es culpa de ustedes por no saber jugar- se defendió Phoenix.
-No es justo- dijo Tadeo.
-Reglas son reglas. Aprendan de su madre, ella nunca se queja al perder contra mí en este juego.
-Porque mamá te ama- dijo Julianne.
-No entremos en ese tema- le chisto su padre. Me reí, muy divertida.
-Recuerden que hoy es el cumpleaños de Jake- les recordé.
Jake era el hijo adoptivo de Max y Paris. La pareja tardo en años en formarse, pero al final se dieron cuenta que se amaban, así que decidieron adoptar un niño. Ellos no pueden tener un hijo biológico. Max es hombre legalmente y en si es un hombre. Sin embargo biológicamente sigue siendo mujer, por eso adoptaron.
-Yo le hice un dibujito por sus cinco- dijo Becca.
-Y yo le compre un regalo que será parte de la familia completa. De nada digan por lo menos-comentó mi esposo, alzando sus brazos. Sin embargo nadie le prestó atención.
Baje a mi hija y ella fue corriendo a mostrarme el dibujo. A ella le encantaba dibujar y sobre todo con brillos, que por lo general se los robaba a su hermana mayor.
Su dibujo era el número cinco mal hecho lleno de brillos azules. –Está muy bonito- le afirme.
Mis hijos mayores fueron a aprontarse y yo fui a aprontar a la más pequeña.
En once años de matrimonio, habíamos tenido tres hijos.
Julianne era la mayor, tenía diez años y era fruto de nuestra luna de miel. No teníamos dudas ya que empecé con los síntomas un mes después de volver. Había heredado mi tono piel y también mis ojos, sin embargo su cabello era exactamente del mismo color que el de su padre. Siempre se preocupaba por todos y le encantaba ayudar, era la generosidad hecha niña.
Tadeo era el del medio, tenía ocho años y era muy gruñón, casi siempre se enojaba por todo. Se parecía mucho a su padre, mismo tono pálido de piel y mismos ojos, lo único distinto era su cabello, que era negro y ondulado como el mío.
Rebecca era la pequeña, tenía cuatro años. De mis tres hijos ella fue la que menos lloro cuando era un bebe. Sus ojos eran un poco más oscuros que los de su padre, pero igualmente eran muy bonitos. Su tono de piel era la mezcla perfecta de nuestros tonos moreno y pálido. Mientras su cabello era negro.
Nos subimos a la camioneta de papá. Phoenix tenía una gran camioneta de color gris, era muy tecnológica, poseía un millón de botones y cada uno con una función diferente.
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Cercano y Distante (Terminada)
RomanceLuego de dos años de tedioso tratamiento. Decidí mudarme de mi ciudad natal a Seattle, parecía una buena idea, Paris mi mejor amiga vivía ahí y ya me había ayudado a encontrar un lindo apartamento. Lo que no me esperaba era encontrarlo a el. No se m...