Al principio, me costó acostumbrarme a Canadá. A pesar de estar al lado de Estados Unidos, era muy diferente y con una cultura única. Los canadienses me cayeron bien, eran personas agradables.
Mientras esperaba ansiosamente que comenzaran mis festivales, me dedicaba a cuidar del piso y de los perros, y me leía mi libro casi siempre (al final, logramos terminar de editarlo en un mes). También acompañaba a Phoenix siempre que iba a trabajar. Su cafetería en los primeros días no fue la gran cosa, pero al mes, ya era un éxito rotundo.
Las reseñas eran perfectas y las recomendaciones en boca en boca ayudaban al masivo éxito de la cafetería Goldice.
Mi novio, ganaba mucho dinero. Fue de un día para el otro que de ganar cien dólares al día paso a ganar cinco mil, como la cafetería estaba abierta todos los días, prácticamente ganaba muchísimo dinero.
Mi primer festival, era justamente en Toronto pero el resto serian en otras provincias. Eso me llevo a la brillante idea de aprender a conducir.
Obviamente mi novio se negó al principio, sin embargo mis pucheros lo convencieron de enseñarme.
La primera práctica, salió maso menos bien, casi me choque con una señal de tránsito. Tuvo que pasar una semana para que Phoenix se animara a seguir enseñándome. Casi todos los días vamos a practicar, me mantiene entretenida y me prepara para cuando decida ir a mi examen de conducir.
Cuando sonó mi alarma me costó horriblemente despertarme. Hice todo el proceso de apagar el reloj, de sacarme las mantas y de levantarme de la cama, lento, muy lento.
Fui al almanaque que teníamos colgado en la habitación. Nuevo de julio, por ende, mi primer festival había llegado.
Vivíamos en un edificio que era un apartamento por piso. Nuestro piso era el tercero de seis. Cuando entrabas estaba la sala de estar, con el sofá verde y la televisión de cincuenta pulgadas. Si, la compró Phoenix cuando empezó a ganar más.
Si te adentrabas más, te encontrabas con la cocina, la cual era muy grande, nos la pasábamos horas y horas cocinando. Luego a la izquierda había una salida al balcón, en el balcón teníamos una mesa con dos sillas, pasábamos siempre el atardecer allí y contemplábamos como el cielo nocturno se hacia pasó y la ciudad encendía sus luces.
A la derecha de la cocina, estaba la escalera que te llevaba al pasillo, donde estaban las tres habitaciones y los dos baños. Así era nuestra morada.
Cuando logre despertarme del todo, baje a la cocina. Me encontré a mi pareja cocinando.
-Buen día- anuncie mi llegada.
El me miró y sonrió. -Buen día- Tanto Snow como Belle estaban alrededor de Phoenix esperando que les diera comida.
Fui a saludarlos y ellos me llenaron de cariño, dándome besitos con sus lenguas. Jugué con ellos y los mantuve ocupados así Phoenix terminaba de cocinar el desayuno. Cuando lo terminó fuimos a la sala a comer.
-Como siempre, delicioso- le afirme a mi novio. El me miraba un tiempo y luego volvía a mirar su plato. A veces les daba algún pedazo a los perros. Actuaba raro.
-¿Qué pasa Phoenix?- pregunte
-Levántate del sofá y saca el cojín en el cual estas sentada-me costo procesar lo que me había ordenado. Cuando lo procese hice lo que me dijo, sin chistar ni protestar.
Al levantar el cojín me encontré con un regalo bastante pesado. -¿Un regalo?- supongo que mi rostro demostraba mi felicidad a pesar de mi tono tan frioo al pronunciar regalo.
-Es para ti, ábrelo- dijo, felizmente le di un beso en la mejilla, luego rompí el papel. El regalo poseía forma rectangular, tenía esperanza de que fuera un libro. Al abrirlo me percate de que si era un libro pero no uno solo sino un estuche de libros. Era el estuche de la trilogía "El Señor de los Anillos" de Tolkien.
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Cercano y Distante (Terminada)
RomanceLuego de dos años de tedioso tratamiento. Decidí mudarme de mi ciudad natal a Seattle, parecía una buena idea, Paris mi mejor amiga vivía ahí y ya me había ayudado a encontrar un lindo apartamento. Lo que no me esperaba era encontrarlo a el. No se m...