Frío

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Días los cuales la tortura en su piel blanca había parado repentinamente era extraño, pensó que tal vez un día sin este iba a ser su suerte así que no se había fiado de ese descanso

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Días los cuales la tortura en su piel blanca había parado repentinamente era extraño, pensó que tal vez un día sin este iba a ser su suerte así que no se había fiado de ese descanso.

Pero después de una semana sin la presencia de aquel híbrido era sorprendente, aún así no se confió mucho.

Una semana, dos semanas, un mes, dos meses, cinco meses. Habían pasado siete meses en donde aquel pelinegro no había hecho presencia a su celda. Ni una sola.

¿Se había rendido?

No, él no se rendía fácilmente, tal vez era otro de sus trucos pero era muy raro, no captaba su estrategia.

Y siguió así, las preguntas hacía Sam eran inútiles, tampoco las haría de todas formas no cuando su confianza en él eran nulas. Escuchaba como la lava desaparecía cada cierto tiempo, siempre venía con su comida matutina. Sin tener la oportunidad de negarse porque moriría de desnutrición y el no quería eso aún, tenía planes que conservaba en lo más profundo de su cabeza y en el día que se libere de esas cadenas.

Pagarían todos aquellos que se atrevieron a denigrar todo su ser.

Pero solo se centraba en ver como sus antiguas heridas eran cicatrices, la costumbre de verlos eran el pan de cada día. Irrelevante pero deseaba que no existieran, al igual que el deseo de que el pelinegro muriera eran grandes.

Quedándose en sus pensamientos mientras tenía la mirada perdida en si, llámalo Nefelibata si quieres, pero el anhela volver a los tiempos de antes donde él era feliz con sus amigos explorando y construyendo, entre risas y bromas que solo crean anécdotas para jamás ser olvidadas.

Si, olvidadas, como él.

Y otro día paso.

Esta vez sentía que iba a ser diferente, pero no era bueno es como una cuerda que tira tu cuello fuertemente hacia sentido contrario donde se supone que deberías estar o estado, ni el se entiende.

Con su dedo índice toco el pequeño charco provocado por la obsidiana llorosa del techo, hecho bolita este último tiempo su celda enfrió horriblemente haciendo que se entumecieran ciertos músculos como sus dedos y rodillas.

Era irónico, lo que le impedía su escape era lava, caliente, pero incluso estando lo más cerca de este no le brindaba calor, nada de nada más parecía inservible como para beneficiarlo.

-...- palmeo el charco, para luego dirigirse cerca de los barrotes de metal.

Sam no había ido a su celda hoy podía saberlo por el reloj pegada en la pared, este rechinaba su aguja dando espacio al ambiente desolado e inquietante como si fueras consciente de que no está nada bien y tu tienes que ver en ello.

Apoyo su espalda en los barrotes mirando al techo su estómago revolviendose de forma horrible y el ardor de sus manos expuestas al hacer contacto con el piso frío.

༻My Angel༺ [DSMP/Quackity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora