Capítulo 18

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Playlist: Elastic Heart de Sia; Battlefield de Lea Michele; Bad Blood de Taylor Swift ft. Kendrick Lamar.





Veo pasar todas las horas. De un momento a otro la oscuridad se vio sustituida por la claridad del amanecer, y mi mente todavía no me había dejado descansar. Temo volver a esa casa y encontrarme con alguien, escuchar la grabación y descubrir algo que no debería, pero me da más miedo no encontrármelo, porque eso supondría quedarme encerrada en esta ciudad que para mí se está convirtiendo en una jaula. Esto es surrealista.

Camino por las calles con total libertad, pero no puedo evitar sentirme observada, como si formara parte de un experimento mayor, porque cuando miro a la gente que pasa a mi alrededor, creo ver en sus ojos compasión, como si ellos supieran algo que a mí se me pasa por alto. Oigo un timbre cuando mis ojos se cierran por fin.




Sty debe haberse ido, porque cuando por fin decido salir de la habitación donde me ha dejado pasar la noche no encuentro a nadie en la casa. Vuelvo al baño al final del pasillo y me lavo la cara a conciencia. Odio esto. Mi vida está dando cambios muy drásticos. Paso de la completa normalidad a una supervivencia diaria y de nuevo a la completa normalidad. Noto que mi mente está a un paso del colapso.

La gente fuera camina en perfecta armonía, aunque a mí me parecen más actores interpretando un papel. Todavía sigo esperando ver una cámara oculta que me diga que todo esto es una broma, o despertarme de repente en mi casa, y que me llegue el olor a café del desayuno que mi madre está preparando. De verdad lo deseo, pero tengo el brazo morado de pellizcarme.

Camino hasta el final de la calle y me siento en un banco que hay frente a un pequeño parque lleno de niños. Algunos niños se giran, me miran, y vuelven a jugar; otros simplemente ignoran que existo.

Y como no tengo nada mejor que hacer, converso conmigo misma. No puedo fiarme de Claudia. No se que intenciones tiene con respecto a mí, pero no confío en ella. Bueno, no confío en nadie ahora mismo, pero en ella especialmente no. Podría fiarme de Sty. Parece buen chico, pero Mason también lo era, y casi acaba matándome.

Si mi madre estuviera aquí sabría que decirme para calmar mi ansiedad, pero de momento solo me tengo a mí misma para reconfortarme, y no es suficiente.





Recorro el camino que hay desde el parque hasta ''mi casa'' en silencio. No quería volver a entrar sola, pero hay cosas que tienes que hacerlas por ti misma.

Desgraciadamente el camino se me hace demasiado corto. Subo los tres escalones y me planto frente a la puerta. Giro el pomo, pero la puerta no cede. ¿En serio?

Me aproximo a las ventanas y me acerco lo más posible para ver si hay alguien dentro, pero las cortinas no me dejan ver nada. Vuelvo a bajar los escalones y doy la vuelta a la casa. La puerta trasera está abierta.

Las habitaciones parecen lúgubres, y aquí dentro cuesta respirar mucho más, como si la presión fuera mil veces más grande. Intento captar algún sonido, pero no oigo nada, así que subo las escaleras.

La habitación está tal como la deje. Me fijo en la pared donde juraría haber visto la frase en rojo. Está limpia, sin un solo rastro de pintura. Al final voy a empezar a pensar que estoy loca de verdad.

Cruzo la habitación y me paro frente al armario. Respiro hondo y abro la puerta.

La mochila y el teléfono no están. Han... desaparecido. Mis rodillas ceden. No estoy loca. Alguien realmente me está observando. Sabía que había ocultado el teléfono.

¿Quien me está haciendo esto?

Bajo las escaleras a toda prisa y salgo por la puerta trasera. Necesito escapar de este sitio. Vuelvo corriendo a la casa de Sty. Este está sentado en la cocina tomando un líquido amarillo.

- Sty, tenemos que irnos.

- ¿Que te pasa?

- Ayer -empiezo. ¿Debería contárselo? No tengo otra opción -. Ayer escondí mi teléfono en el armario de la habitación por que se que hay alguien que está entrando en la casa. Y hoy el teléfono ha desaparecido.

Sty sale de la cocina sin decir nada. Le oigo abrir un cajón en el salón. Cuando vuelve tiene mi teléfono en la mano.

- ¿Te refieres a este teléfono?

- ¿De donde lo has cogido? -le pregunto al borde de un ataque de pánico.

- Esta mañana cuando estabas durmiendo ha venido un chico y me lo ha dado. Me dijo que vio como se te caía.

- ¿Quien era?

- No lo conocía. Era moreno, más mayor que nosotros. Dice que se te cayo viniendo aquí.

- Eso no es verdad -le digo con un susurro.

Abandono la sala y Sty me sigue.

- July, si necesitas ayuda, podemos tratar de...

- ¡No! -le corto-. No soy July, y deberías creerme.

- ¡No se lo que te está pasando! -me devuelve los gritos-. Dices que alguien te está siguiendo, pero cuando me dices algo, pasa justo lo contrario. No se que creer.

- Desde luego no a mí.

Como me han robado lo poco que tenía no tengo nada que llevarme. Abro la puerta y salgo a toda prisa. El cielo está rosáceo. Va a anochecer.

- ¿A donde vas?

- Me voy de esta ciudad.





Trato de evitar las calles que estén abarrotadas. Intento llegar a la salida por callejones, y es más difícil de lo que parece, porque el cielo se ha oscurecido por completo y todavía no he encontrado la salida.

Como ya no hay mucha gente, camino por la calle que indica la salida de la ciudad, y cuando veo el cartel que dice ''Vuelva pronto'', echo a correr. Mis pies se mueven veloces en la oscuridad, y rezo para no caerme. Debería haber huido mucho antes. Esta ciudad está destinada a hundirse, y no voy a quedarme a esperar a que la persona que está entrando en la casa trate de hacerme algo.

Cuando voy a alcanzar el cartel, una luz me alumbra. Un coche con las luces delanteras dadas frena en seco y Claudia sale del asiento del copiloto.

- ¿Donde vas?

- Me... tengo que ir.

- ¿Que ha pasado?

- Tengo que irme, por favor.

- No puedes irte.













La GrietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora