Un pequeño destello anaranjado cubre mis ojos. Luego se torna rosado, y después rojo. Me duele la cabeza y los brazos; las piernas me tiemblan al intentar moverlas, y mi nariz aún percibe ese horrible olor a humo.
—¡Alín! ¡Mi pequeña! Me alegra que hayas despertado —chilla mamá, corriendo hacia a mí. Analiza todo mi cuerpo—. ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo?
—Me duele todo el cuerpo, mami.
Suspira, pero se nota que está intranquila.
—Te traeré algo para que comas.
Le veo ponerse de pie, y marcharse para entrar a la barra donde hay muchas cosas y vasos. Lentamente, me siento. Me fijo que en donde estoy acostada, es muy blando y hace sonidos, como un sofá de cuero. ¡Lo es! Miro a mi izquierda y está Spen haciendo algo en una mesa redonda y grande. Él me ve y sonríe un poco, pero vuelve a mover sus manos sobre aquella mesa. ¿Acaso juega con unas cartas? Busco y busco... espera. ¡El incendio! ¡Los demás! ¡Soer! Me levanto de golpe sin importarme el dolor en mi cuerpo y llego donde mamá que está sirviendo leche en un vaso.
—¡Soer! ¿Dónde está? ¡Se supone que él está en una camilla y no puede moverse!
Mamá se detiene, camina por alrededor de la barra y llega hasta a mí. Se agacha tomándome por los hombros. Sus ojos están furiosos, como si estuviese enojada conmigo por alguna travesura que hice.
—¡Alín! ¡Escúchame! No te preocupes. Símon y los demás lo sacaron antes de la explosión. Ellos están lejos del hospital. No debes preocuparte.
—¿Cómo es que ustedes...? Yo estaba...
—Fuimos a buscarte cuando supe que te separaste de Spen. —Respira profundo y mira mis zapatillas—. Recorrimos por los pasillos buscándote. Empezaron las explosiones y nos separamos del resto. Tuvimos que salir del hospital por una ventana. Encontramos a uno de los nuestros acercándose contigo en brazos. Creo que se llamaba Miler. Me dijo que un Encapuchado te estaba transportando a otro sitio. Él tuvo que salvarte. Tenía que sacarte de allí, mi prioridad eras tú y Spen. No podíamos quedarnos más tiempo para encontrar a los demás. Por eso los traje a este Bar.
¿Miler? ¿No es el Militar pelirrojo que me miraba con tanto odio?
—Pasaremos la noche en este lugar, y mañana buscaremos, en alguna tienda, un teléfono que tenga línea para interceptarlos y poder comunicarnos con ellos. Soer está con ellos.
Me ha convencido. Mamá es inteligente, y sé que ella lo podrá hacer. ¡Mamá es la mejor! ¡Es una Coronel! Asiento, ya que es mi madre, y ella sabe lo que tiene que hacer para protegernos. Ella me da un beso en la frente, y yo trato de mantenerlo más rato en mi piel, cuando sus labios ya se despegaron de mí. Ella vuelve a ese lugar para seguir preparando unos panes con lechuga, o eso creo. La veo hablando muy bajito, murmurando algo que no entiendo. ¿Está hablando otro idioma? Jamás la había visto así, confundida. ¡Soer! ¿Dónde estás?
Empiezo a fijarme en el lugar. El color rojo está en todas partes; en las paredes, y en las luces. Hay fotografías y cuadros por todos lados. Al lado de la mesa en donde está Spen, hay un cuadro enorme donde aparece el puente rojo (se me olvidó el nombre) sus colores no me gustan, son muy oscuros. Todo el lugar está oscuro, apenas hay unas luces que no sé de donde provienen, pero alumbran poco y este lugar me da algo de miedo. Parece que aquí viviera un ser malvado y oscuro, como el que reside debajo de mi cama. ¡Este lugar da miedo!
Donde está mamá, hay un montón de cachivaches viejos en un mostrador. Creo que el dueño de este lugar es un coleccionista, como Spen; a él le gusta coleccionar tarjetas de animales, de esos que habitan los lugares más extraños del mundo.
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Ladrones de Insignias © (Libro 1)
Teen FictionHace 39 años, ocurrió una guerra en Chile, que separó al país en dos. Los causantes de esa guerra y división, los temibles Encapuchados, llegan ahora a San Francisco, causando terror y muerte por las calles de la ciudad. Alín, una niña de 10 años...