Capítulo 15

2 1 0
                                    


Soer

Sentado cerca de una mesa que está adosada a la pared del gran comedor, leo un libro que no sé de qué trata, lo saqué de la recepción por aburrimiento una vez terminado mi turno de guardia. Pero no me puedo concentrar por el bullicio en este lugar. La mayoría están desesperados, aunque aparentan tranquilidad ya que están entrenados para ello. Los Militares siguen planeando cómo salir de aquí y vivir una noche más fuera de alcance de los Encapuchados.

Los miro con disimulo y noto sus rostros preocupados y alterados, con los ojos fijos en los grandes planos del hotel y de la ciudad desplegados sobre una de las mesas, de las pocas que quedan en el comedor, mientras que los demás esperamos impacientemente el plan para salir del hotel de un modo desapercibido, e ir a ese lugar para ser llevados lejos de esta ciudad. Jamás, desde que la conozco, he visto a Moon tan preocupada.

Mis amigos se acercan sin decir nada, algo ha cambiado, lo percibo en sus rostros. Finjo que leo, que no me importa lo que puedan decir sobre mi hermanita, ahora que saben lo que es; de seguro que vienen a juzgar, a hablar de más sobre ella y nuestro secreto.

—Así que Alín es una Utópica —murmura Astur, afirmado en el mantel blanco de la mesa, de manera pensativa.

Sigo fingiendo que leo y que no lo escucho. Creo que les ha choqueado lo de Alín, no se lo esperaban. Y Cáspian parece el más intranquilo, jamás lo había visto tan callado en mi vida... Noto que mira a Alín a través de su hombro, sentada encima de una mesa lejana (no estoy con ella ahora porque me pidió que me alejara, quiere estar sola). Realmente esta triste: tiene los pies colgando, algo que detesta, pero en estos momentos parece que ni siquiera le molesta, ya que sólo se limita a una cosa, sin prestar atención a nada a su alrededor, hundida en esos pensamientos que resultan ser muy extraños para una niña.

—Siempre supe que Alín era especial —susurra Cáspian, como si hablara consigo mismo.

—¿Qué? —le pregunto, algo asombrado.

Él reacciona de golpe y me ve de inmediato a los ojos, ya no veo a ese chico mujeriego y coqueto, revoltoso y bromista, sino todo lo contrario, parece un hombre maduro y responsable ante una situación complicada que ha venido a azotarle la frente. Me sigue mirando, no sé si lo que percibo es tristeza o preocupación, aunque adivino ambas cosas en sus ojos que destellan.

—¿Por qué ella sería una amenaza? Es sólo una niña —cuestiona en un susurro para sí mismo, sin tomar en cuenta a quienes lo estamos escuchando—. No lo entiendo, ¡es sólo una niña!

Reacciona y vuelve a ser el mismo de siempre, desplegando una sonrisa que ni yo me la creo, es una completa falsedad. Se da cuenta, así que decide borrarla y mostrar lo que verdaderamente siente: ¿tristeza? Cruza los brazos y se apoya en la mesa, como si todo lo que hizo hubiera sido en vano.

—Alín no es una amenaza. Ella es un ángel. Gracias a Alín estamos planeando sobrevivir, sabiendo lo que los Encapuchados traman para encontrarnos, cómo acabar con todo —argumenta Astur.

Asentimos.

—Chicos, lamento no contarles sobre mi hermana, solo quería protegerla, lamento no confiar en ustedes diciéndoles la verdad —digo, algo apenado, pero ellos saben que no confío en nadie.

Se quedan en silencio por un momento, cosa que me pone algo nervioso, por no escuchar alguna respuesta. Creo que se sienten algo ofendidos por no haber confiado en ellos, ya que somos amigos desde los 7 años.

—Está bien, te perdonamos, eres nuestro amigo y te arriesgaste mucho por ella, eres muy dulce —dice Cáspian, volviendo a ser el mismo burlón.

—No me digas dulce —corroboro, algo serio.

Ladrones de Insignias © (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora