Se ha producido un bullicio que provoca dolor de cabeza, ya que escucho cada cosa que dicen, en cada rincón en donde están. Puesto que la situación es peligrosa, no puedo controlar mi audición y esta se manda sola. Los tres niveles casi vacíos; estamos nosotros, las familias, los trabajadores del hotel, los que residen en ella, y los Militares, aunque faltan los que fueron a esconderse a otro lugar y todas las personas que murieron a manos de los Encapuchados.
Lo admito, me aterroriza esto, me aterroriza escuchar cada sonido a cientos de kilómetros de distancias, verlos, y también ser lo que soy, ser lo que ellos más odian y temen, ser lo que ellos reportan y matan. Me aterroriza soñar, me aterroriza la oscuridad, y lo peor de todo es ser una Utópica y saber que soy la única en este lugar. Es algo imperdonable.
Sentada en mi silla, moviendo las manos con temor y nerviosismo, pienso que lo que voy hacer también es algo imperdonable, especialmente para mi hermano que está enfrente de mí y me mira preocupado. Le advertí que no se acercara a mí porque haré algo que nunca he hecho...Tom Guek también está aquí, el justiciero de Ákoran, nuestro nuevo héroe...
—¡Por favor, silencio! —grita mi madre a través de un megáfono azul, callando a todos al instante—. Alguien quiere decirles algo muy importante, algo que deberíamos tomar con seriedad y comprensión. Alín.
Yo la miro a los ojos, me duele el cuello al mirarla directamente, contemplándola desde abajo. Me levanto, pero sé que no va ser suficiente para todos, así que decido subirme a la silla en el que yo estaba sentada y luego a la mesa. Mamá me pasa el megáfono pequeño, yo lo tomo con fuerza. Sé que ella no sabe lo que haré, puedo ver su cara extrañada.
Le doy unos golpecitos para saber si se escucha. Los miro a todos, somos muy pocos. Me siento como una boba mirando el megáfono, intentando sacar mi voz para decirles todo y tratando de controlar mi nerviosismo, ya que todos me prestan la atención que he pedido.
Tengo miedo de lo que vayan a decidir los Militares de Ákoran...
—Quiero... decirles algo muy importante... y que es muy difícil de explicar —digo, con una voz temblorosa, tan pequeña como yo. Alzo la vista hacia todos, cuando me fijo en uno y entonces me limito a verlo a él: Soer. Creo que sospecha a lo que me refiero, pero antes de que dé un paso hacia a mí para intentar detenerme hago, de una vez por todas, la confesión—. ¡Soy una Utópica!
Los susurros se hacen presentes al instante, son inminentes y más fuertes cada vez. Soer detiene su marcha de improviso, su rostro me hace sentir decepcionada de mí misma, por evidenciar lo que soy. Escucho lo que comentan "¿cómo puede ser que una Utópica esté aquí?", "es imposible que sigan habiendo más de ellos", "¿cómo puede ser?", mis lágrimas no aguantan y comienzo a llorar, mientras sigo mirando el rostro de mi hermano, decepcionado de mí. Trato de calmarme. Veo el rostro asombrado de mami. Sé que me odiará por esto.
—Hay... otra cosa —hablo de nuevo con un nudo en la garganta, todos se callan y me escuchan, saco fuerzas de no sé dónde para seguir hablando. Mi mirada aún no se despega de Soer—. Como soy una Utópica tengo un don, una cualidad o como sea que llamen a esto... Mi cualidad... escucho cada cosa, incluso a kilómetros de distancias, y a veces también puedo verlas.
"Escuché algo que provenía de allá fuera, en el parque gigante de San Francisco. Escuché a los Encapuchados decir que son 4.000. También escuché que vienen en camino armamentos más poderosos que acabarían con todos nosotros y que se están preparando para atacarnos dentro de muy poco...
"Yo les quise contar lo que soy para que me crean de que sí lo escuché y no es un simple invento de una niña..., nadie toma en cuenta lo que dice una niña, porque los adulos creen que sólo jugamos e imaginamos. Hago esto para que podamos salir de esta situación y vivir con nuestras familias, con las personas que más amamos en este mundo, en el lugar en que nacimos. Sólo quiero que vivamos una noche más para abrazar a nuestras familias, sólo eso...
ESTÁS LEYENDO
Ladrones de Insignias © (Libro 1)
Fiksi RemajaHace 39 años, ocurrió una guerra en Chile, que separó al país en dos. Los causantes de esa guerra y división, los temibles Encapuchados, llegan ahora a San Francisco, causando terror y muerte por las calles de la ciudad. Alín, una niña de 10 años...