Capítulo VII

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Mi cabeza está cubierta de sangre y mis manos pálidas tiemblan, me encuentro desorientada y no sé dónde estoy, todo es blanco a mí alrededor, intento ponerme de pie, pero un punzante dolor en la pierna izquierda me detiene, miro mi pierna ensangrentada, no entiendo qué pasa.

El pánico comienza a apoderarse de mi, siento como comienza a formarse un nudo en la garganta, mi nariz se contrae y entonces comienzo a llorar.

-¡Ayuda! -gritó con la garganta reseca -¡AYUDA! -me parto en llanto, la cabeza inevitablemente me palpita.

Con la vista borrosa veo la figura de un hombre que se acerca, seco mis lágrimas con el dorso de mi mano pálida, que también esta ensangrentada, me duele muchísimo el cuerpo, vuelvo mi vista al hombre que tengo parado en frente.

-Todo está bien, L- dice y su angelical voz me calma -siempre te cuidare- dice acariciando mi cabeza, veo sus ojos cafés y mi corazón se parte en dos -no estás sola- me sonríe abiertamente en enseñando su dentadura.

- ¿Dónde estamos, Leo?-le pregunto a mi hermano mayor.

-No lo sé- me dice mirando el entorno blanco, vacío.

Cuando vuelve su vista a mí su cara está llena de sangre y escupe un poco más por la boca, lo miro asombrada, no entiendo qué le pasa, me quedo por un instante en blanco antes de entrar en pánico y comienzo a gritar su nombre.

-No me dejes, por favor- grito sollozando -no me abandones- se me quiebra la voz- dijiste que no me quedaría sola- casi desgarro mis cuerda vocales.

-Tranquila, Lauren, no estas sola- me sonríe como si nada pasase.

-¡MAMA! -grito fuerte -¡Ayúdame! ¡PAPA! -vuelvo a gritar con el cuerpo de mi hermano en mis brazos.

Poco a poco comienza a cerrar sus ojos, me está dejando sola otra vez, sus labios se mueven susurrándome "Te amo", mi corazón palpita fuertemente, mis sollozos aumentan, el nudo en mi garganta parece cada vez apretar más y escucho un silbido proveniente del silencio...

-¡Lauren! -me despierta Laura meneándome por los hombres.

Me quedo un momento desorientada, mi cuerpo esta extrañamente sudado, intento procesar lo que acaba de pasarme, intento recordar bien mi sueño, pero no lo logro con claridad, mi pecho se tensa y un nudo se instala en mi garganta casi asfixiándome, siento como las lágrimas corren por mis mejillas.

-Laura- se me quiebra la voz, la abrazo y rompo en llanto.

-Shh tranquila, solo fue un mal sueño- dice en un intento de consuelo.

-¿Todo está bien? -pregunta Francis entrando a la habitación.

-Lo de siempre- responde Laura.

Sigo llorando en su hombro, no quiero seguir teniendo pesadilla, estos son unos de los momentos en que desearía estar con él allí abajo, tres metros debajo de la tierra, sin sentir nada, inerte, vacía, sin alma, muerta. Pero no, a mí me tocó vivir con esta carga tan grande y pesada, por los dos.

-Ya está, solo fue una pesadilla, todo está bien, L- dice sobando mi espalda.

-No, es fue solo eso, lo sabes- sollozo en su hombro.

Francis llega a la habitación con un vaso de agua y una píldora para dormir, la cual tomó sin protestar; Laura sigue hablándome, intentando reconfortarme y esperando que me quede dormida.

Gracias a la píldora, mis demonios comienzan a calmarse, poco a poco los voy guardando en el baúl en donde decidí guardarlos hace ya un año, así voy quedándome dormida.

LAUREN [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora