Capítulo XX

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Seis años atras...

-¿Qué haces enana?- dice la voz masculina de Leonard.

-Terminando mis tareas, L- digo obvia.

-No lo había notado- contraataca con un matiz de ironía.

-Entonces no preguntes- continuo con un risita en la boca.

El chico a mi lado era muy diferente a mí, su cabello era rojizo como el de nuestra madre, sus ojos verdes, su nariz respingada, super alto, flacucho.

Aparte de mi gemela, Laura, el sin duda alguna es mi hermano favorito, nacio primero que nosotros tres, el gran heredero del imperio Collins, salía en revistas, en la prensa, siempre daba de que hablar, el hijo mayor de los Collins, el orgullo de mama, el dolor de cabeza de papa, las chicas de la secundaria se volvían locas por el cuando estaba en casa.

Mi mama dice que el es un hijo prodigio, poniendo mucha presión en nuestro otro hermano, Leopoldo, el apenas comenzaba el primer año en la universidad, un completo nerd, usa lentes, tiene un poco de acné en la cara, estudia en Harvard, pero nuestros padres le veían mas futuro a Leornard, con su encanto natural, la facilidad al hacer negocios y las distintas cualidades que posee el chico.

-¿Quieres ir por un helado?- me sonríe malísiosa y mis ojos brillan - eso es un si- se ríe.

Salimos en pijamas de la casa, eran las dos de la madruga, casi nadie esta en la calle, por eso nos gusta salir a esta hora, mi hermano esta de vacaciones, él estudiaba en Massachusetts Institute of Technology localizada en Cambridge.

Lo veía muy poco desde que se había ido, estudia Ingeniería Civil, mis padres lo habían obligado a estudiar esa carrera, porque era importante para la empresa de papa, ademas de que su primogénito, seria un Ingeniero, graduado de una de las mejores universidades de Estados Unidos, aunque el no estaba contento, igual termino cediendo a satisfacer los deseos de nuestra querida madre.

-¿Qué hay de ese chico?- dice llamando mi atención.

-¿Quién?- digo tratando de parecer que no se de que me habla.

-El hijo de Christoph Wolff- se carcajea e inmediatamente me pongo roja.

Sé perfectamente que se refiere a Abel Wolff, mi mejor amigo, se la pasa conmigo, en la casa, a veces entra sin que nadie se dé cuenta, eso es divertido.

-¿Quien te dijo de él, L?- susurro sonrojada.

-Nuestra madre- sigue con la sonrisa en su rostro- me dijo que te ve muy enamorada del muchacho.

-Solo un poco- digo apenada.

-¿Realmente te gusta, L?- dice incredulo.

-Un poco- vuelvo.

-El ñoño Alemán- se ríe- ¡Por dios, L!- se vuelve a reír fuerte.

-No le digas así- digo a a defensiva.

-¿Como quieres que le diga?- vuelve a reírse.

-Por su nombre- ruedo los ojos.

-Ten cuidado, los chicos a esa edad solo quieren una cosa- me advierte ahora serio.

-¿No dices que es un ñoño?- ahora es mi turno de reírme.

-Bueno, bueno, no lo es- dice - pero antes si que lo era.

-Igual eso no va a pasar, L- me encojo de hombros- solo somos amigos- me sonrojó.

-Claro y por eso papá no lo quiere en casa- se burla.

Comienza a sonar una música en la radio mientras que mi hermano sigue manejando por la autopista.

-Y ¿Que hay de Tiana?- alzó una ceja -¿Por qué desde que llegaste no ha venido a casa?

LAUREN [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora