Capítulo V

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Luren

Han pasado los días, aquellos se resumían en mucho estrés y cansancio, no tenía tiempo, ni siquiera de respirar, pues los exámenes me llevaban loca, quiero destacar en mis calificaciones, aunque es difícil, pero no es algo imposible.

Es viernes, no tendría que tener tanto movimiento el fin de semana, lo tenia libre, después del fin de semana pasado habíamos quedado campeonas y habíamos salido a celebras, nos dejaron descansar y dandole fin a nuestro arduo entrenamiento.

Ademas de que había tenido un pequeño encuentro con Abel, casi estuve apunto y tentada a besarlo, pero me contuve, él me estaba llevando a ese punto en el que quería tenerlo cerca de mí, sobre mi, algunos días dejaba mi mente volar y me imaginaba tendida en la cama con su cuerpo sobre el mío, besándonos desenfrenados, sin aliento y aunque no soy mucho de usar juguetes, en estos días nada lograba relajarme, mi lívido sexual estaba completamente elevado, que ni siquiera yo me lo podía explicar.

Ahora me encuentro sentada en mi lugar favorito del campus, concentrada en una lectura sobre las leyes de construcción, memorizando las restantes artículos, cosa que para mí era un gran problema debo aprendérmelas es demasiado importante.

Me percato de una mirada sobre mí, seguramente es él, sé que siempre me observa desde la distancia, es algo típico de Abel, una sonrisa se estampa en mi cara, es encantador, inconscientemente subo mi cabeza en dirección a él y nuestros ojos se encuentran por un instante, mis mejillas arden, no sé cómo alguien puede mirarme con tanta intensidad.

Siento como si pudiera ver a través de mí y desvió la mirada hacia otro lado, la vergüenza me invade.

Mis mejillas arden, sonrió levemente, seguro debo verme como una enamorada, pero ni siquiera lo estoy.

Mi rostro regresa a la normalidad, vuelvo mi vista a mis piernas, veo el Rolex que adorna mi muñeca, es hora de irme, procedo a meter mis cosas en el bolso, me pongo de pie y me sacudo la ropa con la mano; pasó por su lado, dedicándole una leve sonrisa, será idiota, a veces siento que no lo soporto.

—¡Hey! —toma mi brazo, mi vista se para en su mano posada sobre mi piel y luego la regreso a su rostro— No quería molestarte solo que... — se queda en silencio.

—¿Qué necesitas, Abel? —digo en un tono agradable y miro directamente a sus ojos tan azules como el océano.

—Quería invitarte a pasar el fin de semana conmigo...—se queda un momento en silencio hasta que elevo mi ceja este se apresura a agregar: — y con los chicos, en mi casa, es una colina cercana, un lugar muy bonito ¿Entonces, quieres ir?— se queda expectante mirando en busca de una respuesta afirmativa.

—No será posible, estaré ocupada todo el fin de semana— respondo secamente y su expresión cambia.

—Lauren...— vuelvo a mirar su mano puesta en mi brazo y este inmediatamente la quita— solo será por este fin de semana, para relajarnos de tantos exámenes, estoy cansado de New York ¿O tú no? —insiste.

—Estamos en época de exámenes finales...— me interrumpe.

—Está bien, solo piénsalo ¿Sí? Partimos mañana temprano, a las nueve— vuele a insistir y de repente sin permiso alguno me da un beso en la comisura de los labios— espero una respuesta, nos vemos luego.

Lo veo marcharse, observo su cabello rubio cómo el oro y sin poder evitarlo recorro su chispeante cuerpo, espalda ancha se nota que hace mucho ejercicio.

¡Carajos, qué trasero!

Sigo comiendo con la mirada, piernas anchas, de verdad que está buenísimo el desgraciado, este vuelve la cabeza hacia mi dirección y me guiña un ojo, siento que mi corazón se acelera en fracciones de segundo.

LAUREN [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora