Me miro en el espejo, suelto un suspiro de cansancio, me veo demacrada, cansada y destruida, se nota que he dormido poco, mis ojos cafés se ven opacos y las ojeras no me favorecen en lo absoluto, mis labios resecos, mi aspecto es fatal, hace que odie con más intensidad al señor Hoyt, mi profesor de matemáticas.
Llevo estudiando para su examen hace días, sin descanso, todo el fin de semana y ayer; me la pase encerrada en mi cueva personal, absorta en los ejercicios, analizando cada fragmento de ello, intentado que mi cerebro procesara toda la información, pero no, apenas y lograba entender, las matemáticas y yo somos como el agua y el aceite, jamás se mezclan.
Vuelvo a suspirar resignada.
Me aplico labial hidratante de cacao y me unto mi crema para el día en la cara, para así no verme tan mal, además de mi protector solar, coloco un poco de rubor en crema sobre mis mejillas, mascara de pestañas, corrector para mis ojeras y sello todo con polvo suelto y ya está.
Me cercioro de estar presentable y le doy un vistazo a mi atuendo, camiseta blanca, Skinny jeans negro y mis cómodos tenis. Salgo del baño, después de peinar mi larga cabellera castaña casi rubia/rojiza y luego hacerme una coleta alta; procedo a recoger mis cosas, para luego meterlas en mi bolso, cerciorándome que no se me quede absolutamente nada.
—Lauren, baja— dice mi madre con voz autoritarias, detrás de la puerta— Te espero abajo— escucho como resuenan su tacones alejándose por el pasillo.
Respiro profundamente, su voz me generaba una especie de rechazo, siempre trataba de ser la perfecta madre y esposa, se portaba distante y fría, una actitud que se había vuelto habitual exclusivamente conmigo.
Camino por el reluciente piso perfectamente pulido, las paredes blancas impolutas y los techo altos, voy escaleras abajo, intentado disimular la pequeña espinita de molestia, una de las cosas que mas me irritaban era ella y su voz. Respiro profundamente, lleno mis pulmones de aire y lo suelto después de un momento.
Entro a la cocina, el olor a panqueques inunda mis fosas nasales, huele divino, miro a Francis, nuestra ama de llaves, lleva su uniforme blanco y azul marino, el cabello negro como afro enrollado en la parte alta de su cabeza, una mujer agradable, totalmente maternal, quien me dedica una sonrisa reconfortante, dejo mis cosas en la encimera de mármol y voy directo a sentarme en la isla para el desayuno.
Observó a mi madre, una mujer hermosa, cabello rojizo, ojos verdes, nariz respingada, unas facciones perfectas, pocas líneas de expresión, parece una modelo; lleva puesto un vestido estilo cóctel blanco que inspira elegancia absoluta, sus piernas largas están cruzadas una debajo de la otra, una mujer interesante, en definitiva soy bastante diferente a ella.
—Aquí estoy, madre— digo frustrada.
—Tu hermano te llevara hoy— dice sin elevar su mirada.
Ella era incapaz de mirarme a los ojos, al menos de ser necesario, para retarme, para imponerse, para recordarme todas las desgracias que he traído a la familia, pero nunca, jamas, lo hacia para dedicarme una sola palabra de afecto o algo con un solo destello de amor.
Mi hermano, es igual o peor que ella, seres fríos, al parecer sin sentimientos; mi automóvil se encontraba en el concesionario desde ayer, solo estaban cambiando los neumáticos.
—¿Y Laura?— digo después de un incomodo silencio.
—Sigue con malestar, no irá hoy.
—Deberías llevarla al doctor, claro, si es que te importa— digo sarcástica, provocando la reacción esperada, mi madre levanta la mirada del periódico— ¿Qué pasa?— vuelvo en el mismo tono.
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LAUREN [En edición]
Romance[Libro completo en edición] Un libro fuera de lo común, que te llevará a un viaje de sentimientos, vivirás los tormentos de Lauren y el desespero de Abel; el engaño de Hiro y el corazón roto de Laura; el amor de Hannah y Kevin; o el secreto de Aneko...