CAPÍTULO 3

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~⚜️~

Había tenido una larga lucha contra mi padre.
De alguna manera, la vecina entrometida y él, se habían hecho muy buenos amigos.
Al menos a papá le funcionó esa convivencia vecinal para ampliar su círculo social. Es un escritor solitario, necesita hablar con más personas que no seamos Erika o yo.
Resulta que Minerva Palth la mujer rubia con labios perfectamente delineados de color rojo quemado, convenció a mi padre de obligarme a trabajar en una estúpida cafetería en donde un simple café americano cuesta veinte dólares, ni siquiera Starbucks se atrevió a tanto.

-No lo haré -Irrumpí en el despacho de mi padre, en donde aquel hombre ya se encontraba inmerso en una nueva historia de suspenso.

-No estarás todo el día en casa -dijo mi padre. Bajó un poco sus lentes y me miró imponente.

-Haré lo que sea, peor no me hagas comenzar en el esclavismo laboral -supliqué.

-Tienes casi veintiún años Vee -soltó Richard burlesco.

-Esto parece uno de tus capítulo de «El silencio en Salem» -comparé.

La protagonista de aquel libro escrito por mi padre, era obligada a trabajar en una vieja casa en Salem, la mujer trabaja para una anciana que cada día consume su energía hasta que termina convirtiéndose en ella.

-Espero que no termines convirtiéndote en una exquisita taza de café -dijo mi padre burlesco.

-Richard Turner habló enserio -advertí.

-Venus Turner, trabajarás en ese café, atenderás a un montón de gente grosera, pero aprenderás a ser paciente -agregó, como si lo que acababa de decir mejoraría las cosas.

Bufé exhausta de intentar salvarme de esta situación, me di la media vuelta y tomé mi bolso.

-¿Vas a llevarme al menos? -pregunté.

-Solo deja que... -Richard se quedó callado, seguía tecleando en su computadora, al parecer la inspiración le había llegado al fin.

-Se hace tarde -apresuré solo para molestarlo.

-Ya, vamos.


En el centro del pueblo, justo donde se divide Hill Valley en Erhermoor y Argleton, se encuentra la cafetería, mi nuevo empleo de ahora en adelante.

-Suerte -dijo mi padre burlesco una vez que llegamos al lugar.

-Púdrete Richard -bromeé. Mi padre esbozó una sonrisa burlesca y después bajé de su auto.

La campana que estaba sobre la puerta sonó, provocando que toda persona dentro del lugar mirara en dirección a mi. Caminé entre las mesas hasta llegar al mostrador. Una chica se encontraba en la barra, parecía estar aburrida de su rutina. Su rostro aburrido estaba recargado sobre su mano, mientras miraba a la nada.

-Hola -Me acerqué. La rubia salió de su trance y esbozó una amplia sonrisa apenas me vio.

-Hola, ¿vas a ordenar algo? -preguntó lista para atenderme.

-De hecho, vengo por el puesto de trabajo -apunté al señalamiento detrás de ella.

-Ah, claro, la señora Palth dio recomendaciones tuyas -mencionó.

-Soy Vee -me presenté.

-Alice -respondió la chica sonriente. -Ya que la señora Palth fue quien te recomendó, le diré a su hijo que te muestre un poco el lugar -propuso.

-Bien -Encogí mis hombros y seguí a la rubia.

Alice y yo entramos en un cuarto donde colgaba un señalamiento que decía: "Solo personal autorizado".

No me mientas, cariño...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora