CAPÍTULO 11

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Actuar como si las cosas no me afectaran era algo que tenía perfectamente controlado.
Todo el tiempo lo hacía, si mi mamá me insultaba actuaba como si no me importara, si mis padres peleaban lo pasaba por alto.

Mi vida se basaba en una constante evasión de sentimientos. Sentir te hacía débil, y eso lo había confirmado el día de ayer.

Había sentido mucho por Joe y eso me había llevado a algo catastrófico, al dolor que provoca amar a alguien. No podía permitirme encontrarme en esta situación, yo no podía permitirme ser la débil, no lo era.

-Después solo acomodas las cajas en su lugar -terminó de indicar Theo.

-¿Que? -pregunté, pues no había puesto atención a ni una sola de sus palabras.

-¿Vee estas bien? -cuestionó preocupado.

-Si -asentí inmediatamente. Theo no parecía convencido de mi respuesta. Por alguna razón la atención que Theo me daba me hacía sentir feliz, verlo preocupado por mi, me daba seguridad.

-Sigue atendiendo, le dire a Jackson que se encargue de las cajas -propuso el castaño. Theo acarició mi hombro regalándome una sonrisa reconfortante.

Theo colgó su mandil en el perchero y después cruzó el mostrador.

-Nos vemos mañana -se despidió -Vee, si necesitas hablar, no dudes en llamarme o ir a mi casa -ofreció Theo amablemente.

-Gracias -esbocé una leve sonrisa. Theo se dio la media vuelta y salió de la cafetería.

Mi cabeza estaba en otro lugar, solo pensando en Joe y como me hacía sentir. Me destrozaba recordar lo que pasó ayer, él me había mentido, prometió dejar a Lorelai y no cumplió su palabra.

-¿Qué le preocupará a una chica tan linda? -una voz masculina me hizo reaccionar.

Frente a mi se encontraba un tipo mucho más alto que yo, cabello rubio y mirada domínate, llevaba una camisa negra que se ajustaba perfectamente a su cuerpo bien definido, los tatuajes de sus brazos llamaban mucho la atención y mejor no hablemos de la sonrisa que está plasmada justo ahora en su rostro.

-Perdón... yo, estaba distraída -me disculpé.

El chico negó moviendo su cabeza.

-No te disculpes.

-¿Vas a ordenar? -pregunté.

-¿Podrías dejar un momento tú turno y tomar un café conmigo? -invitó provocando que me sonrojara.

-Me temo que no tengo permitido hacer eso -respondí apenada.

-Ya -asintió decepcionado -, ¿pero quizá cuando termine tu turno?

-Ah... quizá.

-¿8:00?

-Caín -interrumpió Alice la invitación que me estaban dando.

-Hola -saludó el chico con un tono pícaro.

-¿Qué haces aquí? -cuestionó. Alice no se veía muy contenta con la aparición de este chico.

-Olvidaste esto en casa.

El rubio agitó el teléfono de Alice y la rubia casi dio un brinco al ver su aparato del cual depende emocionalmente hablando.

Fue entonces que caí en cuenta, Caín debía ser uno de los hermanastros de Alice.
Alice me había mencionado los nombres, pero no los recordaba.
No había otra respuesta, Caín era el hermanastro de Alice, el hermanastro al que se estaba cogiendo en secreto.

No me mientas, cariño...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora