Lisandro estaba enojado.
Con el mundo, con Cristian y consigo mismo.
Se había dejado boludear por Cristian muy fácilmente, y la verdad era algo que lo molestaba bastante. Parecía que nunca iba a haber alguien que lo aceptara.
Se había dejado boludear tal y como su padre lo hacía, y eso le dolía y le daba bronca. Tenía miedo de que siempre fuera el tonto del cuento. Muchas veces había intentado cambiar, pero se dió cuenta que no era la suyo, apenas podía coincidir con sus amigos... Ellos decía que tenía un "alma vieja".
A veces creía que era un halago, ya que era el más inteligente. Pero había veces que le molestaba, como ahora.
Después de terminar la clase con Cristian, decidió no volver a casa por un rato más. Así que llamó a sus dos amigos, pidiéndoles si podían hablar. Pensaba en contarles todo, y saber su punto de vista sobre la situación con el mayor.
Ellos no se negaron, y le dijeron que lo estarían esperando en la plaza cerca de la escuela.
Él se dirigió seguidamente allí, llevando todas sus cosas consigo mismo. Sabía que si las dejaba en cualquier lado, era probable de que cuando regresara, ya no estuvieran ahí.
Sus amigos eran los únicos con quienes confiaba en todo, porque sabía que ellos entendían la mala situación que Lisandro atravesaba cuando volvía por la noche a su casa.
Los quería, y era suficiente para considerarlos amigos.
Llegó a la plaza, con la computadora en la mano, apretándola fuertemente contra su costado. Estaba con algo de rabia, pero sobre todo sentía odio a sí mismo y la poca confianza que tiene en su persona.
No sabía que hacer para sentirse mejor.
Encontró a sus amigos sentados en unas hamacas. El más alto estaba enterrando su pie en la tierra, mientras que el otro se hamacaba lentamente de un lado para el otro, sin molestarse en mover las piernas para tomar velocidad.
—¡Licha! —dijo uno de ellos cuando lo distinguió entre la gente. Hizo un saludo con la mano, el chico muy sonriente.
Se acercó, hacia sus dos amigos, Julián y Nahuel. Se sentó en la última hamaca restante. Suspiró de alivio al poder sentarse y respirar tranquilamente. Sentía que la presencia de Cristian lo ahogaba.
Apoyó la computadora en su regazo, está se tambaleaba al no ser una superficie plana y fija. Tiró su mochila en la tierra, sin importarle ensuciarla.
—¿En qué andabas? —preguntó Julián con curiosidad, ahora sí, se estaba hamacando rápidamente.
—Una clase. —Explicó, simplemente. El otro asintió, pero tenía la boca entreabierta en confusión.
—La escuela terminó hace dos horas. —Dijo Nahuel, parpadeando.
—La profesora a la mañana me pidió que le diera clases particulares a un chico.
—¿Vos? ¿Haciéndole tutoría a un pibe? —preguntó Julián con algo de humor.
Tenía sentido, Licha era inteligente, pero no creía que estuviera interesado en dar clases particulares.
Pero bueno, estabamos hablando del chico que leía libros por diversión, tampoco era una locura.
—Si. —Asintió, haciendo un patrón con sus pies en la tierra.
—¿Por qué lo harías?
—La profesora me paga, y además, mientras más tiempo esté fuera de casa, mejor. —Explicó vagamente, sin dar muchos detalles de la situación ocurriendo en su hogar.
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Tutor {1} ~ (Cuti x Licha)
FanfictionCuti & Licha Lisandro nunca creyó que fuera el tutor de un chico dos años mayor que él. Pero ahí estaba, ayudando a alguien que no quería su ayuda. Tampoco pensó que podría llegar a sentir algo por él, pero esa actitud miserable y desinteresada toc...