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No podía dejar de mirar al chico al lado suyo.

Habían llegado hace un rato, la madre de Cristian afortunadamente estaba dormida, y no se despertó con todo el ruido que hizo mientras llevaba a Lisandro arriba por las escaleras.

Prácticamente, apenas había apoyado el cuerpo en la cama y la cabeza en la almohada, cayó dormido.

El moreno estaba al lado suyo, sentado contra la cabecera de la cama. Se sentía algo perturbado mientras veía a Lisandro respirar suavemente. Estaba con la espalda hacía el techo, escondiendo su cara en la almohada.

Debería correr la vista y dejar de verlo dormir, parecía que lo estaba acosando. Aunque para él, lo estaba cuidando.

Apenas había llegado a su casa, le dió un ibuprofeno y tomó uno el mismo. Pero a diferencia de Lisandro, el estaba bastante despierto y sobrio, no le dolía nada y dudaba que se durmiera temprano.

No podía dejar de pensar en lo que le había dicho en la cocina más temprano.

Me golpeé tan fuerte que no dolió más.

Le agarraba un escalofrío cada vez que memorizaba esa frase rota que le había dado el menor... No entendía.

¿Por qué su padre abusaba de él? ¿Dónde estaba su madre para protegerlo? Quizás no tenía apoyo de nadie, quizás ambos eran la mismísima mierda y por eso gastaba mucho tiempo fuera de su casa, evitando su hogar lo máximo posible.

Cristian no tenía la mejor relación con sus padres, pero lo de Lisandro estaba sobre el nivel de la superficie y bajo el nivel del mar.

El teñido frunció el ceño, moviéndose en la cama. Cristian llevó sus ojos hacía abajo, generando presión en la espalda del menor, para que se dejara de mover.

—Te va a hacer mal, deja de moverte tanto. —Susurró Cristian, sin siquiera saber si el contrario podía escucharlo.

Sus ojos marrones se abrieron mínimamente, el iris consumida por la pupila. Se juntaron con los del mayor. Parpadeó vagamente.

—¿Te puedo abrazar?

Si, seguía en un pedo. Lisandro sobrio jamás diría algo así. 

Sin darse cuenta, el moreno asintió, dejando que el menor se acomoda entre sus brazos con una contenta sonrisa en su cara. Cristian dudó, pero luego pasó su manos hasta que llegaron a la espalda del contrario.

Todo pelota.

Lisandro suspiró y sus respiraciones se volvieron calmadas, había caído en un sueño ligero, otra vez.

El cordobés miró hacía la pared serio, esta posición... No sabía si le estaba gustando del todo, retiró sus brazos.

—Abrázame choto. —Murmuró el otro adormecido. Cristian rodó los ojos y lo miró con confusión, pero volvió a abrazarlo más cómodamente. —Gracias.

Si bueno... El chico entre sus brazos podía también perfectamente ser un nene de cinco años. Ahora estaba completamente acostado en la cama, usando al otro como almohada. No llegaba a aplastarle el cuerpo porque apenas pesaba.

Los minutos pasaban y el mayor seguía sin prestar atención a nada de lo que hacía. El cansancio le había llegado tarde, y sus ojos se cerraban mientras la noche se oscurecía más.

Hizo un movimiento que había dejado su cabeza hacia abajo, prácticamente colgando de su cuello. Fue justamente en ese momento que se dió cuenta que sus dedos jugaban con el pelo del teñido.

TODO PELOTA.

Podía culpar al alcohol de eso... pero no podía culpar a nada ni nadie por haber agachado la cabeza para presionar un beso en la frente del menor sin que él lo notase. 

Tutor {1} ~ (Cuti x Licha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora