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Narra Liam

A la mañana siguiente cuando me despierto descubro que estoy solo.

Anoche, después de negarme a besar a Mika, ésta se tumbó en mi cama dejándome hablando solo. Cuando quise darme cuenta ya se había dormido. No me quedó más remedio que apartarla a un lado y acostarme con ella.

Se me hizo realmente difícil no rodear su cintura y atraerla hacia mí, quería dormir abrazado a ella. Al final conseguí tener la fuerza de voluntad suficiente como para darle la espalda y dejar que Morfeo me acogiera en sus brazos.

Me doy cuenta de que ha debido de marcharse temprano y sin hacer el menor ruido posible. De lo contrario, la habría escuchado.

Porque estás drogada. 

Las palabras que le dije invaden mi mente cuando me incorporo en la cama. Mientras me froto los ojos no dejo de darle vueltas al mismo tema. 

Sus ojeras estaban a punto de rozar el suelo, sin hablar de sus ojos enrojecidos y las pupilas dilatadas. Todo eso sumado a que cada vez que hablaba arrastraba las palabras me hizo darme cuenta de que algo no iba bien. 

Cuando su mirada se encontró con la mía supe que había consumido drogas.

Nunca he consumido pero sé reconocer a la gente que sí consume. 

Al ponerme de pie reparo en el post-it que hay pegado en una de las puertas de mi armario. 

Que guapo estás cuando duermes. 

Lo arranco y aún sabiendo que debería ignorar la nota, al final opto por doblarla y me la guardo en el bolsillo trasero de mis pantalones. 

No todos los días Mika me dice estás cosas. 

Después de ir al cuarto de baño y desayunar algo rápido de pie, decido ir a casa de Zayn. Éste me abre la puerta vestido con una camiseta negra ajustada y unos calzoncillos largos del mismo color.

─A lo mejor debería plantearme el venir cada mañana─digo recorriendo su cuerpo de arriba abajo con descaro. 

─¿Qué coño quieres ahora, Liam? 

Se da la vuelta dejando la puerta abierta y me apresuro a ir detrás de él. 

─Vaya… Hoy la princesa se ha despertado de mal humor. 

Caminamos hasta llegar a la cocina donde comienza a servirse una taza de café. Levanta la cafetera preguntando si a mí también me apetece una taza. Niego con la cabeza. 

─He venido para hablar contigo. 

Lanza un rápido vistazo al reloj de pared que cuelga de la pared. La expresión hastiada de su rostro lo dice todo. 

─Me has despertado. 

─¿Y? 

─Sabes de sobra que a mí no me gusta que me despierten y menos para chorradas. 

─Pero si todavía no te he contado nada. 

─No me importa─le da un sorbo a su café─. Te conozco y sé que nunca vienes con buenas noticias. 

Me gustaría fingir indiferencia pero me es imposible.
Poco a poco un malestar se va instalando en mi interior y más que molestarme, sus palabras me acaban de dañar. No me gusta que Zayn piense estas cosas de mí. 

No siempre soy tan negativo pero después de tantas malas experiencias no puedo evitar serlo. 

─Eres un capullo. 

Enfermizo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora