Narra Mika
De lo primero que me doy cuenta nada más abrir los ojos, es que estoy en una habitación que no es la mía.
Echo un rápido vistazo a mi alrededor y con tal solo ver la distribución, sé donde estoy. De lo segundo que me doy cuenta es que no llevo sujetador, tampoco bragas.
Por suerte me encuentro sola en la cama, así que no necesito discutir ni pedir explicaciones a nadie.
Aunque tampoco las necesito, recuerdo con todo lujo de detalles lo que ocurrió anoche.
Después de descuartizar el cuerpo de Eiden, mientras Zayn y yo metíamos todos y cada uno de los trozos de su cuerpo en las bolsas de basura, Liam se encargó de limpiar el suelo.
Para que el cuerpo no oliera, rociamos las bolsas con vinagre de limpieza. Una vez terminamos, Zayn se encargó de cargar con ellas hasta el maletero de su coche.
─Voy a quemarlas, deseadme suerte ─fue lo último que dijo antes de desaparecer en la oscuridad de la noche.
Yo había entrado en un estado de shock.
Al mismo tiempo, los dedos de las manos me cosquilleaban, las piernas me flaqueaban, sentía la adrenalina recorrer mis venas.
Que fuerte, pensé.
Acababa de matar a una persona. Pero no era una persona cualquiera, no para mí. Y me sentía genial por haber acabado con ella. Con haber acabado con el sufrimiento, el dolor, la humillación.
Ahora tan solo me quedaba la escuela.
Debía volver cuanto antes, enfrentarme a todo aquel que hasta ahora se había estado metiendo conmigo por culpa del maldito vídeo. Solo esperaba que se comportaran, no quería tener que volver a descuartizar a nadie.
Je, je, es broma. (O no).
─¿Volvemos a casa? ─me preguntó Liam.
─No.
─¿No?
─Tengo una idea mejor.
Entrelacé sus dedos con los míos y tiré de él, calle abajo. Una suave brisa acarició nuestros rostros de camino al único motel del pueblo.
─Dame dinero ─exigí.
No puso quejas. Después de dejar caer un billete de cien dólares en mis manos, fui en busca de una habitación.
El recepcionista, dudoso, me entregó una llave con un número. No parecía estar muy tranquilo al atender a una joven que iba por ahí con la ropa ensangrentada.
─Habitación 120. Mañana a primera hora debe de estar despejada.
─¿Me podrían traer una botella de vino?
─Eso sería una comisión aparte.
─Sin problema.
Las manos me temblaban al intentar introducir la llave en la cerradura. Liam me la arrebató de las manos, él se encargó de abrirla.
─Bueno… ─Dió un par de pasos hasta quedar frente a la cama de matrimonio y tomar asiento. Se tomó unos segundos para observar todo lo que había a nuestro alrededor.
─Bueno…
─¿Qué hacemos aquí, Mika?
Me acerqué a él, coloqué mis manos alrededor de su cuello, al instante cerró los ojos.
─Tú y yo, una sola cama, un par de condones en tu cartera… ─Dejé un par besos en el filo de su mandíbula─. ¿Te haces una idea de lo que quiero que hagamos?