Ojos de ángel ; woosan

❝q u i n c e❞

Wooyoung

Dejé a San en su asiento en la primera fila. Se había acostumbrado a sentarse allí desde que empezamos a salir más. Comencé a sonrojarme un poco cuando me di cuenta de que la mayor parte de nuestro tiempo implicaba besos.

─¡Buena suerte!. ─ Dijo, dándome una gran sonrisa con dos pulgares hacia arriba.

Él es una idiota... Pensé para mí.
Pero uno muy lindo.

Me encontré con mi papá en mi camino hacia allí, y estaba leyendo sus notas para esta noche.

─Hola papá. ─ Dije, saludándolo.

Sonrió pero no dijo mucho. Mirándolo ahora, no pude evitar recordar la nota de mi casillero y el miedo que la acompañaba.

Me preguntaba todos los días si ya tendría una casa a la que ir cuando sepan lo mío. Porque sabía, sin la menor duda, que si alguna vez se enteraban, probablemente me rechazarían. Al menos, mi papá lo haría. Mi mamá... No lo sé. Quizás ella lo detendría. Realmente no sabía.
Recuerdo cuando todos nos enteramos de que mi primo era gay.

Sentí como si me hubieran quitado el aire mientras mi padre continuaba diciendo que necesitaba ser salvado rápidamente antes de que fuera demasiado tarde para su alma.
Éramos muy cercano a este primo. Pero cuando nos envió una invitación para su boda, ya hace un año que está casado con su esposo, mi papá ni siquiera abrió el sobre. Rápidamente lo tiró a la basura y continuó con su día.

─¿Estás listo?. ─ Pregunto la Sra. White

─Lo siento lo siento. ─ Dije, apresurándome a ponerme la túnica dorada que todos llevábamos. E inmediatamente mi mente no estaba en otra cosa que en la música que íbamos a tocar esta noche.

Nos sentamos en los bancos durante el sermón de mi papá. Los miércoles no eran tan largo como los domingos habituales. La Sra. White comenzó su parte y todos seguimos como habíamos practicado.

-Wooyoung estuviste increíble-San exclamó, sorprendiéndome al entrar en la habitación en la que guardamos las túnicas.

─San, estos son... Todo el mundo.

─Hola. ─ Dijo, ahora repentinamente tímida.

Todos rieron entre dientes. ─Cariño, no seas tímido. No mordemos. ─ Dijo la Sra. White, extendiendo su mano.

─Soy pianista, tocas muy bien.

─¡Oh! Yo debería tocar bien. Lo he estado haciendo durante más de quince años. ─ Realmente era difícil no sentirse cómodo con la Sra. White.

─Wow... ¿Cómo empezaste?.

─Mi mamá. Me hizo elegir entre esto y el violonchelo. Elegí el piano para no tener que llevar un violonchelo todo el tiempo.

─Buena elección. ─ San dijo, sonriendo.

─Bueno, no los retendré a los dos.
¿Supongo que volverá a trabajar con esos jóvenes?. ─ Ella preguntó.

San estaba a punto de responder, pero hablé antes que él. ─En realidad, estaba pensando que podríamos ir a ver una película y comer.

─Ah, vale. En realidad, yo también tengo bastante hambre. ¡Fue un placer conocerlos a todos!. ─ San dijo mientras salíamos de la habitación.

─Oye mamá, ¿Podemos ir a comer algo? Ambos tenemos hambre.
Volveremos cuando hayamos terminado.

─Siempre que esté bien para usted. ─ Mi mamá le dijo a la mamá de San.

La mamá de San vaciló, nos miró a los dos y luego sonrió.

─Sí, está bien, cariño. ─ Salimos y subimos a mi coche.

─Mi mamá casi nunca me llama cariño... ─ Dijo después de que nuestras dos puertas se cerraron.

Me reí.

─Bueno, de cualquier manera, me alegro de que nos deje ir.

Él se rió conmigo.

─¿Dónde quieres comer?.

─Donde tu quieras.

Su rostro de repente se puso
extremadamente serio, tan serio que no pude contener la risa. Habrías pensado que él estaba decidiendo el destino del mundo.

─Algún lugar de pizzas.

─¿Enserio? ¿Te tomó tanto tiempo elegir eso?.

Él levantó las manos. ─Espera, déjame pensar un poco más.

─Demasiado tarde. Tengo demasiada hambre para esperar una hora más para que pienses.

─¡¡No fue una hora !!. ─ Exclamó mientras salía del estacionamiento de la iglesia.

Entramos a comer, sentados uno frente al otro para mantener el acto de "amigos". Era un poco estresante estar en público con él.

─¿Crees que se vuelva más fácil?. ─  Pregunté de la nada.

─¿Escondiéndose así? ¿Se irá la paranoia?.

Él asintió.

─Estoy seguro que será diferente. Cuando hayas dejado este lugar, probablemente desaparecerá esa sensación.

Él no lo dijo de manera cruel. Era simplemente la verdad.

─Bueno, ya casi llegamos. ─ Dije levantando mi taza. ─¿Por el futuro?

Él tocó el suyo con el mío y sonrió. ─Por el futuro.

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