Capítulo 10

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Así como los vampiros tienen problemas de instintos los Lykans también los tienen, seas mestizo, purasangre o Submundo, no estás exento de padecerlos, es parte de la naturaleza

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Así como los vampiros tienen problemas de instintos los Lykans también los tienen, seas mestizo, purasangre o Submundo, no estás exento de padecerlos, es parte de la naturaleza. Aunque claro, eso no significa que sea agradable pasar por esos incómodos ciclos hormonales.

El celo para los Lykans difiere mucho del concepto que se tiene para los animales comunes. Sí, puede verse como el período de apareamiento desde un punto de vista biológico, pero dentro de la vida moderna es más parecido a enfermarse, como las personas que padecen alergias durante ciertas estaciones, es lo mas cercano que tiene la especie al resfriado común.

El aumento de las hormonas hace que el aroma natural se vuelva extremadamente amargo e insoportable para el olfato, produce fiebre, al igual que dolores de cabeza y perdida de la consciencia. Son síntomas que pueden remediarse con analgésicos o brebajes dentro de la forma humanoide, pero en la forma animal es bastante complicado de tratar, siendo que es cuando se está entregado de lleno a los instintos.

Zinger odia estos ciclos por ello. Odia cada segundo de ellos.

No solo significa estar indispuesto por algunos días, también significa que está en un estado vulnerable y que en algún punto dentro del ciclo no será capaz ni de entender sus pensamientos, caerá contra sus instintos y probablemente olvidará lo que pase en los siguientes cinco días. Encerrarse en su habitación durante éste periodo al menos le garantiza que no hará nada estúpido, como frotarse contra las barandillas de las escaleras y romperlas por su peso cayendo al piso como costal de papas. Accidente que ocurrió una vez y no fue nada divertido. Para su manada sí, pero para él no.

Así que; estando armado con una caja de té de manzanilla, analgésicos y mucha agua, se encierra en su cuarto.

La noche ya ha caído sobre ellos, el cielo permanece cubierto por nubarrones oscuros y la lluvia ha decidido dar tregua con una leve llovizna. Zinger se acurruca en el mueble bajo su ventana, envuelto en una manta mientras observa tras el cristal como los árboles del patio se mecen con la brisa.

Para ser el primer día de su ciclo se siente bastante tranquilo en comparación de otras veces. Naturalmente los primeros días son los peores, la fiebre es como una caldera y el dolor le palpita por todo el cuerpo, ni hablar de la niebla mental y sus efectos. Pero ésta vez no siente ninguno de los síntomas, nada más allá del incómodo hormigueo en el estómago, pero es algo soportable, nada comparado con los otros ciclos que ha experimentado.

No está seguro de cual sea la razón, pero todos sus pensamientos apuntan al vampiro que merodea su territorio.

No tiene que ser un genio para darse cuenta de que la mordida de Xure tuvo algo que ver, casi de forma inmediata se había sentido mejor, claro, si ignoramos la somnolencia que lo noqueó en la tarde. No está seguro si es por los efectos de la pérdida de sangre o por el veneno de la mordida del que Xure le comentó, en todo caso le ha echo sentirse menos en la mierda, así que lo agradece.

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