Capítulo 19

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Acurrucados en la cama con sus piernas entrelazadas y el corazón hundido hacen disfrute de éste silencio que se ha sembrado en ellos, temerosos de que las palabras puedan desbaratar la ilusión

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Acurrucados en la cama con sus piernas entrelazadas y el corazón hundido hacen disfrute de éste silencio que se ha sembrado en ellos, temerosos de que las palabras puedan desbaratar la ilusión. Este sueño lúcido que comparten donde la vulnerabilidad es su lugar seguro.

Xure descansa su mejilla sana sobre el pecho de Zinger mientras que él lo sostiene y hunde su nariz en su cabello para aspirar el aroma a tierra mojada que lo ha cubierto desde la mañana. Se ha negado a soltarlo con la excusa de que debería descansar pero la verdad es que tiene miedo de que se haga cenizas si lo deja ir. Xure no parece interesado en hacerlo pero de todas formas no puede evitar a la preocupación y sus susurros angustiosos.

Pronto su burbuja es invadida cuando la puerta se abre y el pequeño Aritz asoma su cabeza dentro de la habitación. Zinger lo ve dudar así que extiende una de sus manos y le sonríe para que se acerque. El infante cierra la puerta tras de sí y sube a la cama, metiéndose entre ambos adultos que lo reciben con los brazos abiertos en su burbuja de ensoñación.

Sus grandes ojos negros se posan sobre Xure, elevando sus manitas hasta la cara del vampiro quien se acurruca y suspira, recibiendo las caricias del infante. Zinger es espectador del pequeño momento que comparten y admira como el niño se estira para besar la frente de Xure en un pequeño acto de consuelo.

ㅡMami decía que eso cura la tristeza ㅡLe escucharon murmurarㅡ No estés triste, por favor.

Su corazón no pudo soportarlo y se derritió ante éste gesto y esas palabras de caramelo, no le cabe duda que Aritz es el niño más lindo y comprensivo que ha conocido. Le entregaría el mundo con los ojos cerrados.

ㅡTu mami era muy sabia ㅡLe susurró Xure de vuelta, dibujando una pequeña sonrisa en sus labios agrietadosㅡ
La mía solía cantar me cuando era pequeño, decía que la música era el mejor remedio para el corazón.

Aritz lo observó curioso, llevando su atención hacia la gran quemadura en el rostro del contrario, sus cejas se hundieron suavemente, pasando sus deditos en el contorno de la herida.

ㅡNo sé ninguna canción ㅡAdmitió el pequeño, un poco apenadoㅡ No quiero que esto te duela.

Xure soltó una risa suave, elevando su mano para acariciar el rostro del pequeño, juntando sus frentes a la vez que un ronroneo emerge del fondo de su pecho. Zinger observa asombrado, incapaz de reaccionar correctamente. Es inesperado descubrir que realmente puede hacer eso pero sabiendo que viene de una tribu de grandes felinos no es algo por lo que sorprenderse demasiado; aún así, habiéndolo hecho solo para el niño hace que se sienta especial.

ㅡEso es muy lindo, pero son los adultos quienes tienen que cantarle a los niños ㅡSeñaló, Aritz se mostró confundido.

ㅡ¿Por qué?

ㅡPara que sepan que son amados y están seguros. ㅡOtro suspiro dejó sus labios, la vulnerabilidad le baila en la punta de la lengua. No puede evitar ser dócilㅡ Así, cuando crezcan, podrán cantarle a sus niños también.

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