XXIV

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Inesperadamente las cosas no surgieron como uno lo esperaba, siendo honesto, regresamos hacia Daegu después de la autoridad de enfrentarme contra la muerte; pero no tengo miedo en este caso, de hecho, estoy dispuesto a dar mi propia vida ante el sufrimiento de miles de civiles inocentes, inocentes que han callado.

"Si mi honor es parte de una rebelión, seré su líder para guiarlos desde la oscuridad.
La rebeldía puede ser un don maravilloso, es la rebeldía la dispersión hacia la creatividad, la exploración, el progreso y las revoluciones; esto en busca de la felicidad en esta vida, mi pueblo tiene hambre de justicia, solo que no han despertado al gigante."

Estaba tan pérdido en mis pensamientos, inclusive mi cuerpo hacia la misma rutina mientras que mi mente estaba en otro mundo astral. Baje del carruaje rápidamente, en mi estado astral.

Reaccioné cuando Jeon me dió un  jalón tan inesperado, con una expresión aterrado disfrazada de enojo.

—¡¿Acaso estás enfermo?!, ¡Que mierda pensabas cuando decidiste enfrentarte contra tu propio hermano!, ¡¿Acaso quieres morir de la manera más imbécil!?, ¡Eres un Omega débil...de..!—. Interrumpí su patético discurso gracias a mis manos chocar contra su mejilla hasta callarlo.

—Sabes, tú solo piensas con la punta de tu pene, pareces tú el estúpido y débil Omega, no seas una mierda más en mi camino, ¡Estorbas!—.

Iba a continuar con mi camino, nuevamente volvió a jalonearme hacia él.

—¡Quítame tus mugres manos Campesino mugroso, imitación de Capitán Gladiador!—.

—Si, soy lo que tú quieras, pero no un idiota que piensa que ya tiene todo resuelto en menos de un mes, ¿O tienes un puto plan para salir vivo?—. Realmente se escuchaba agitado ante la tensión, incluso llegaba poco a poco transmitirlo en mi.

—Necesito pensar, y tú puta boca me estresa, me amargas la vida con solo verte insignificante mierda.—Ya harto de la situación me acerque más, y poder mirarlo directo a los ojos con la rabia que tenía encima.—Seré el primer Rey Omega quien gobierne el imperio Coreano, quien acabe con las injusticias de este corrupto Imperio, mi primordial deseo será expandir gobierno por siglos y siglos, yo seré el dios que estará para cada civil, niños y mujeres. Y ningún Alfa mugroso criador de cerdos nacido en una casa de lodo, en la porquería de vivienda donde su madre no tenía nada para darle de comer, me va engatusar con la estúpida idea de enamorarme, ¡no vas a enamorarme, primero muerto antes que estar como un imbécil ante tus pies y darte herencia!. Reacciona, la realidad ha cambiado, y no necesito sentimientos para vivir feliz.

Sin importarme escuchar su respuesta ante lo dicho, caminaba apresuradamente, mientras estaba molesto.

—Ese corazón de piedra no es para siempre, y dolerá cuando caigas—.

Fue lo último que llegué a escuchar antes de ingresar a la puerta principal del palacio.


(Por otro lado)
Jeon Jungkook

"Quiero ser alguien que intente salvarte de las garras de la decepción y demostrarte que hay personas capaces de cruzar ríos y desafíos para conquistarte, tan solo necesito una oportunidad para que veas como pelearé todo por ti".
Añoro ser parte de ese corazón de piedra, que alguna vez fue lastimado con malas influencias, estereotipos que deben seguir siendo Princesos Omegas esclavizados dentro de un reino de cuatro paredes, siendo objetos.


Realmente estoy sufriendo, el dolor cada vez se hace presente, se vuelve débil.

—¡Capitán Jeon!—. Exclamaba Isabel con la voz alterada corriendo hacia yo estaba—. ¡Alteza se acaba de desmayar!, Ayúdeme.

No dude en ningún segundo en ir hacia donde estaba Taehyung para auxiliarlo.
De echo el verlo casi consciente, hizo que mi lobo se alterará con solo mirar como estaba, eso me lastimaba.

—Estoy bien, no necesito ayuda, retirense—. Escuchaba su voz entrecortada, como si estuviera al borde de llorar.

—Dejenme a solas con Taehyung, es una orden—.

Una vez exclamado dicha orden, los sirvientes nos dejaron completamente solos. En eso sentí la amenazante mirada del Princeso Kim.

—También te quiero fuera, ¿¡Eres un imbécil!?, ¡Fuera, déjame solo maldita sea!—. Se levantó para golpearme, pero lo detuve con un abrazo, abrazo que fue correspondido segundos después.

—Si necesitas desquitarte con alguien, déjeme ser yo quien libere su dolor, abra su corazón—.

—Te odio, te odio demasiado maldito...te odio con mi ser—. Sollozaba ante cada palabra aferrado a mi.—Maldito sea el día...

Percibía su dolor con solo escuchar, dentro de ese disfraz de Omega dominante y poderoso con corazón de piedra, estaba un joven lastimado, herido y humillado, uno que alguna vez fue dulce y frágil con una delicada forma de ser emocionalmente.

—Dice la esperanza: un día lo verá, si buen esperas.
Dice la desesperanza: solo tú amargura es ella.
Late, corazón...no todo se lo ha tragado la tierra.—

Dije entre susurros y en pausas, había conseguido mantener el mejor tiempo posible al Princeso entre mis brazos, ya relajado, decidí jugar un poco con sus cabellos.

—No eres un analfabeta, leíste el poema de Antonio Manchado, eres pésimo narrador—.

Solté un par de carcajadas haciendo molestar al Princeso con eso.

—Aún así eres un total imbécil, eres un inmaduro, deja de irte—.

—Lo lamento mucho, no puedo evitarlo, se ve chistoso sonrojado—.

El momento se convirtió una burla para Taehyung, intentandome golpear mientras lo esquivaba; al principio estaba serio y molesto, pero en segundos se convirtió en su rostro una leve sonrisa divertida ante la situación, jamás en mi vida había tenido la dicha de contemplar esa hermosa sonrisa dibujada en su rostro, ese Omega maravilloso, merecía ser el protagonista de su propia historia con un final feliz donde el participa.
Entre una divertida pelea, hubo contacto visual entre los dos, fue tan especial, una conexión inexplicable que con solo eso bastó para quedar como un loco enamorado ante sus pies.
He de admitir.

Si tuviera que volver a comenzar mi vida, intentaría encontrarte mucho más.

—Princeso Kim, seré muy honesto con usted, y no me importa lo que diga al respecto, esto sale de mi corazón—.

—Por favor, no arruines el momento...—.

Interrumpí por completo su oración tan absurda contra la mía.

—No puedo prometerme la luna y las estrellas. Eres mi principio y mi fin, te dejaría estar en mis sueños con tal de verte con esa sonrisa, yo no sé quién te ha echo daño, permíteme ser quien sabe sus heridas más profundas, quiero que seas mi estrella para que me acompañes en mis noches de soledad, eres una de esas formas que tiene la vida de decirme lo bonita que es.
El sol, la luna, las estrellas... Todo pierde sentido ante el cielo de sus ojos—.

La tensión se hacia presente de la mejor manera, incluso hubo un par de besos después de dicho discurso.

—Querido Jeon...—. Entre susurros
—Mándame Alteza—. Hipnotizado por el momento de pausa del beso, a una leve distancia entre los dos.

—Prefiero escuchar el silencio que escucharte a ti, querido Jeon—.


La Manuscrita Del Santuario RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora