VI

92 8 0
                                    


Al que quería huir, más loco fue mi intento, mayor, mi atrevimiento y rebeldía.
Más ya vuelvo a buscarte, y tan contento tras arrancar la página de la dedicatoria a una de alianza. Ahora es mi turno de abrir las ventanas, dejar que el viento frio refresque mis ideas. Un buen verso que me acompañará.

Caminaba por los pasillos apresurando mis pasos, hasta que llegué a la puerta de división, quién pensaría que un princeso Omega se le ocurriera la magnifica idea de entrar a la sala de Gladiadores, y por supuesto estar con una sonrisa empoderada al atravesar dicha división cometiendo mi primer delito de que no me arrepiento.

–Princeso Kim, ¡no!, salga de ahí, se lo suplico.

Por primera vez desobedecí la petición de mi nana, quién se quedó asustada en la división de la puerta suplicándome que regresará nuevamente. Continuando mi camino al ver que no había ningún gladiador a la vista, mi mente no estaba pensando en las consecuencias, simplemente se hacía sentir con un ego muy grande al romper dicha regla como todo un ganador; si no fuese por cada ruido que escuchaba no me hubiese molestado en venir.

La tarde noche se volvió muy romántico para saciar a dichos hombres de guerra, por un pasillo lleno de cortinas donde solo se podía ver de afuera lo que estaba adentro desde las cortinas, Omegas desnudos en un momento comprometedor con los gladiadores, sonrojando mis mejillas mientras pasaba rápidamente por dicho lugar, gemidos y ruidos obscenos ante mi presencia me hacía sentirme tan intimidado por todo este lado oscuro, me arrepiento de haber entrado, tenían razón, no es nada agradable estar escuchando como se follaban entre si como si no hubiese un mañana, esta perversión no puedo tolerarla.

–Mierda, en qué me he metido, estoy tan arrepentido.

Al terminar con ese infernal pasillo llegué a una a la parte de unas escaleras, así que subí con un poco de miedo, aferrado a la idea de seguir, paso por paso caminaba mientras alzaba mi vestido celeste que se arrastraba en el suelo, dicha escalera llegó a su fin, dándome un panorama de 3 habitaciones especiales, la cual uno estaba semiabierto, la curiosidad mía fue quien empujó la puerta de lado derecho ingresando a dicha habitación aparentemente vacía. Tome asiento en aquella cama cercana a mi para analizar todo lo que había visto.

Carajo, esto no podía ir más peor, al menos puedo estar en paz. Que clase de insolencia se atreven a ensuciar el nombre de su majestad...

Observaba cada objeto con la mirada hasta que volteo a mirar a mi costado izquierdo, donde escuche que había rechinando la puerta, grave error y pecado que cargo en mi consciencia. De esa puerta salió un gladiador recién bañado, secando su cabello con su toalla mientras que por la parte de abajo no cubria nada. Chocando miradas al instante comencé a gritar al verlo de esa manera, iba a safarme de este trauma saliendo de la habitación, sentí la muerte tan cerca por primera vez al estar cerca de la puerta junto a mi padre quien me había visto en este gran y tragico momento inoportuno.

–Su majestad...no es lo que piensa... padre escuchame

–Por un momento pensé que tu cambiarías Kim, pero tu codicia te ha llevado a un grave error que jamás será perdonado, y peor, que este manchando nuestra sangre teniendo tus amores con uno de mis gladiadores fuera de tus regímenes. ¡Guardias!, Arresten a Jeon Jungkook por traidor.

–Su majestad, por favor perdone mi vida, no he hecho nada en su contra. 

La Manuscrita Del Santuario RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora