IV

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Rechino la silla cuando mi padre decidió levantarse e ir contra de mi, de frente a frente con una mirada frustrada en su pleno enojo y repudio hacía mis formas de actuar y ser. –Que te puede claro, no hagas que a tu padre se le olvide que alguna es tuvo un hijo, por que será tu cruz.  –Perdoname su majestad, he actuado imprudentemente ante su presencia. –Incline mi cuerpo realizando una reverencia ante dicha grosería de mi parte, no puedo quedar mal, el enemigo esta en otra parte.

Durante el almuerzo, observaba a dicha compañía rival del otro lado de la mesa. Por suerte en ese momento llegó mi madre, igualmente impuntual, simplemente tomo asiento y continuamos en nuestro rol.

–Osman, ¿Ya hay noticias sobre los gladiadores?, han practicado mucho estos días, ha sido tan duro para ellos, merecen un descanso. Han ganado.

A Lilith no le pareció la idea, cuando sus planes estan con sus aliados, debe de tener mucho cuidado al ser una señora de prestigio y manchar su honor; Así funciona su impunidad.

–Tienes razón, ¡señorita Lisa!. –Chasquea las manos para atraerla a su presencia. –Prepara a las criadas que se preparen, visitarán a mis gladiadores está noche. –Si su majestad , como usted ordene.

Por un momento me despejé de mi realidad tomando toda información como cualquier cosa insolita ante mi manera de pensar. Quien diría que romperían mi tranquilidad con una voz tan insoportable como para hacerme de enojar

–Padre, deseo a un gladiador en especial está noche, ya es el momento de casarme con un hombre digno de tu presencia.

Solo la miraba con una pequeña sonrisa, tan falsa como cualquier su propio hermano, quién diría que esto va de la misma mano hacia el bienestar de Hang Lian, el futuro principe de la dinastía coreana, ¡Hipócritas!.

Su sutileza me hace pensar cualidades, esto no estaba en sus planes antes de verlo dialogar en el jardín privado, por supuesto no hay duda. Una de mis sirvientas escuchó su conversación de cerca, si no me muevo en su contra perderé.

–Por supuesto hijo, te doy la autorización mi princesa, mi sol. – Mi gran Rey, mi hija merece un buen esposo y me di a la tarea de buscar quién es digno para este puesto, Jeon.

La Manuscrita Del Santuario RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora