II

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Cuando llega el fin de los tiempos, es cuando nunca perdona a quién no quiso aprovechar o venerarse de buenas cosas, la importancia de estar del lado justo, es siempre tener la humildad primero antes que tu ambición. Mariam, mi madre me lo enseño, yo no olvido nada; pero tu insolencia no será capaz de detener el camino que he escogido. Me llamo Kim Taehyung, soy el princeso de la dinastia coreana, quien reinará el día cuando mi padre Kim Osman parta de este mundo, mi enseñanza, coraje y humildad son más parte de mi existir que cualquier otro varón. Por supuesto, seas hoy mi virtud prestigiosa, donde vivas con gratitud del pueblo, devolviendolo en un acto sereno, se mi manuscrita cuando sean momentos de tormenta, oscuridad, debilidad y tristezas. En lo bueno y en lo malo, nunca dejes que mi corazón se enfrie.

Kim Taehyung  - 19 de Junio de 1527

Capitán del Imperio Coreano, Séul.

 

Una infancia feliz como todo niño, mi cualidad es que soy un Omega varón, con un aroma a algodón dulce, un chico privilegiado de hacer en cun de oro; pensaría lo mismo si no fuese parte del reyno, ¡mentira!, el oro nunca va a llenar ese vacio que tu corazón anela día y noche, los momentos divinos fueron en la infancia y a comienzos de mi adolescencia. Educarme para prepararme en un futuro como un buen omega de la realeza, aparentando ser debil cuando te lo pidan, dar hijos como puerco, ¿Qué nunca acabará?.

Esta historia relata todo de alguien que no puede contarla, mis escrituras reflejan como los Alfas tanto civiles como reales tiene influencia, esto acabará a mi manera.

–Princeso, es hora de levantarse, habrá una junta con los Omegas reales, lo ha solicitado en el banquete matutino. –Exclama esa voz particularmente conocida, si no fuese por mi nana Sara, seguiría dormido, exigente. – Una vez más, y renuncio a esta miserable vida encantada de pura hipocresía Nana. Concluí soltando un suspiro algo aliviador para mi pesadez de cada mañana al no encontrar lo que obtengo en raíces.

–Júrame que está vez no harás una tontería, princeso.

–¿Contra de mi?, explicate.

Al estar de pie, volteando a verla, me di cuenta de su gran preocupación reflejada en una pequeña sonrisa mientras me regalaba una taza de café. – No te prometo nada, de acuerdo, no haré travesuras como suele decirmelo cada mañana. Seré todo un Princeso Omega digno de serlo, ¿Correcto?.

Alivié su gran inquietud al soltar las palabras correctas, según las costumbres, y como lo han escrito, enseñado y casi insultado.

La Manuscrita Del Santuario RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora