Última parada 2

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—Espera

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—Espera. —Calle levanta las manos. Poché respira de manera rápida y entrecortada y de pronto Calle siente que está al borde de la histeria—. ¿Te gusto?

Poché tiene los puños apretados.

—¿Me tomas el pelo?

—¡Pero te pedí salir!

—¿Cuándo?

—¡La vez que te propuse ir a tomar un trago!

—¿Eso era una cita?

—Yo..., pero..., y tú... Todas esas chicas de las que me hablabas, siempre habías... Siempre te lanzabas sin más, pensaba que, si yo te hubiera gustado así, ya habrías intentado enrollarte conmigo...

—Sí —dice Poché sin inmutarse—, pero ninguna de esas chicas era tú. Calle se la queda mirando.

—¿A qué te refieres?

—Por Dios, Calle, ¿a qué crees que me refiero? —pregunta Poché, con la voz quebrada y los brazos extendidos a ambos lados del cuerpo—. Ninguna de esas chicas era ¡tú! Ni una sola de ellas era la chica que había saltado del puñetero futuro para salvarme con su pelo hermoso y sus manos preciosas y su mente rápida y atractiva, ¿vale? ¿Es eso lo que quieres que diga? Porque es la verdad. Todo el resto de mi vida es un desastre, así que, ¿podrías... podrías decirme, por favor, si estoy en una cita o no, joder?

Hace un gesto de impotencia y Calle se queda sin aliento al contemplar la pura frustración que transmite, parece tan acostumbrada, como si Poché llevara meses conviviendo con esa sensación. Y le tiemblan las manos. Está nerviosa. Calle la pone nerviosa...

De pronto, todo se asienta y se reordena en la mente de Calle: los besos prestados, las veces que Poché se mordía el labio o pasaba la mano por la cintura de Calle o la invitaba a bailar, todas las estrategias que ha utilizado para intentar decírselo sin decírselo. Calle se da cuenta de que a las dos se les da fatal expresar que se gustan. Así que Calle se arma de valor y abre la boca.

—Nunca fue por el bien de la investigación.

—Pues claro que no, joder —dice Poché, y agarra a Calle por la cintura y por fin, ¡por fin!, la besa.

Empieza con ímpetu, pero pronto se disuelve en algo más suave. A tientas. Más delicado de lo que Calle esperaba, más delicado de cómo era en cualquiera de las historias que le ha contado a Calle . Es agradable. Es dulce.

Es lo que Calle llevaba tanto tiempo esperando, los labios que se deslizan con cariño, la presencia sensual de su boca, pero Calle se aparta.

—¿Qué haces? —pregunta.

Poché se la queda mirando, a ratos a la boca y a ratos a los ojos.

—Te beso.

—Sí —responde Calle —, pero así no es como besas tú.

One shots CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora