Carreras

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Pov Calle

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Pov Calle

Busqué con la mirada a Pau pero vi a Poché, le vi bebiendo una cerveza con la espalda apoyada contra su Ferrari negro. Le di la espalda y me fui directa hacia donde me esperaba Pau.

El plan de Pau era ir a las carreras para distraerme del hecho de que había peleado con Poché, el plan no salió muy bien ya que ella iba a competir. Realmente no estaba de humor para la fista al principio pero el lugar no estaba tan mal.

Parte de la noche me la pasé bailando, riendo y divirtiéndome con las locuras de Pau. En varias ocasiones se escabullía para enrollarse con su novio y entonces yo volvía a recordar lo ocurrido y sentía que me venía abajo. Intenté distraerme con las carreras que me encantaban y me hacían recordar momentos más felices, cuando ir a la pista era algo del día a día.

No pude evitar observar con detenimiento la manera de conducir de todos los pilotos allí presentes. Los que pertenecían al grupo de Poché eran bastante buenos pero ella había sido impresionante cuando había corrido la primera carrera. A medida que avanzaba la noche me veía a mí misma analizando la pista con detenimiento e intentando averiguar que era necesario para poder ganar aún con más distancia de por medio. Según me había ido fijando el problema radicaba en la segunda curva. Si la cogías demasiado despacio perdías distancia y si lo hacías más rápido te arriesgabas a salirte de la pista.

Me moría de ganas de probar que podía hacerlo mejor. Es más, estaba completamente segura de que podía hacerlo mejor. Quería sentir el viento en la cara, la adrenalina en el cuerpo gracias a la velocidad, sentir ese control sobre el coche y saber que era yo la que lo manejaba, lo controlaba y lo hacía correr.

Estaba con esos pensamientos en mente cuando la última carrera estaba a punto de realizarse. Un tal Mario era el que correría contra Poché y estaba segura de que si se me daba la oportunidad podía ganarle con los ojos cerrados. La gente se había ido subiendo a los coches y se habían ido trasladando a donde estaba la meta. Pau, su novio y yo nos teníamos que quedar allí, solo que estos habían ido a buscar no se qué cosa al coche de mi amiga.

Poché también había desaparecido y allí estaba yo, sola, junto a un cochazo y esperando a que alguien regresara de una vez por todas. Entonces vi como Mario se acercaba hacia su coche tuneado y me observaba con interés.

Aquel tío daba miedo de verdad, tenía más músculos que un luchador de sumo y miles de tatuajes marcaban sus brazos y parte de su espalda. Lo observé sin emitir ningún tipo de sonido.

-Eh, guapa- me dijo apoyando sus antebrazos en la parte superior del coche.

- ¿Quién eres?- me preguntó en tono divertido.

Lo miré con cierto reparo pero decidí que era mejor contestarle.

-Calle- le contesté cortante. Él sonrió por algún motivo inexplicable.

-Te he estado observando- me dijo con una sonrisa.

-Se diferenciar a las chicas que saben de esto-dijo dándole una palmada a su coche -y las que no- agregó.

-Tú perteneces al primer grupo- Observé con cautela.

-Puede que haya corrido una que otra vez- le contesté preguntándome dónde estaban los demás. No me gustaba la forma en la que me miraba aquel tipo, me daba mala espina.

-Lo sabía- me contestó divertido.

-¿Por qué no corres contra mí, cielo?- me preguntó, mirándome seriamente. ¿Estaba preguntándome lo que creía que estaba preguntándome?

-Tienes que correr contra Poché- le dije dubitativa.

-Poché no está aquí ¿verdad?- me preguntó haciendo un ademán con su mano. Sentí como la adrenalina me invadía por completo. Dios mío.... Correr otra vez... eso era lo quería, lo que necesitaba... y era verdad que Poché había desaparecido, además ella ya había corrido... Apagué aquella alarma que comenzó a sonar en mi cabeza, alertándome de que estaba completamente loca y sonreí con suficiencia.

-Acepto- le dije con una sonrisa. Él me la devolvió con ganas.

-Estupendo, preciosa- me dijo con los ojos brillándole de excitación.

-Nos vemos en la meta- agregó subiéndose al coche de un solo movimiento. Sabía lo que pensaba. Pensaba que me ganaría con los ojos cerrados. Bien, querido Mario. Creo que se me ha olvidado informarte de que vas a correr contra la hija de un ganador de Nascar.

Ese coche era una pasada. Los asientos eran de cuero, la caballería era impresionante y qué decir del aquel ronroneo de motor...mmmm que gustó y que recuerdos. Puse el coche en marcha con facilidad y me acerqué hacia la línea de salida. Nadie sabía que era yo quien conducía, nadie excepto mi adversario. Sonreí como una niña. Allá vamos Mario tipo duro.

En cuanto los banderines dieron la señal de salida, pisé fuerte el acelerador y en menos de un segundo dejé atrás la línea de salida. ¡Guau! Era impresionante, liberador, divertido, relajante, asombroso.... Lo mejor del mundo. Hacía años que no hacía nada parecido y por fin sentí que estaba haciendo algo por mí, algo que me gustaba, algo que no tenía nada que ver con mi madre, ni con su marido, ni con mi ex novio.

En aquel instante me sentí libre, libre como un pájaro y eufórica como nunca. A mi lado Mario se movía con una velocidad impresionante. Pisé aún más fuerte el acelerador y grité como una loca cuando pasé la primera curva, dejando al tipo duro atrás.

-¡Sí!-grité con alegría.

Pero ahora venía la segunda curva, la difícil. Y ahí me hice la pregunta del millón. ¿La pasaba con poca velocidad sin arriesgarme, o aceleraba hasta llegar al límite, arriesgándome a salir disparada de la pista? La segunda opción fue la que más entusiasmo me causó. Pisé fuerte al mismo tiempo que calculaba cuando tenía que desacelerar para poder pasar la curva sin peligro. Al verla más de cerca me fijé que era más angosta de lo que había pensado en un principio...mierda... iba a salir disparada... desaceleré al mismo tiempo que giraba el volante con todas mis fuerzas y sentía la arena golpeando contra el coche y el chirrido de los neumáticos al ser maltratados de aquella manera... pero la pase, ¡la pasé!

-¡Sí!-grité otra vez, mirando por el retrovisor como Mario se me pegaba al coche casi dándome por detrás. Vi su rostro, estaba desencajado por la rabia de estar siendo vencido. ¡Chúpate esa! Grité con entusiasmo en mi interior.

Esa era la parte difícil, lo que quedaba era pan comido. Aceleré aún más hasta que vi la línea de meta. Solo me quedaban unos pocos quilómetros y vencería. La adrenalina me recorría por entera, estaba eufórica... Entonces Mario me dio por detrás. Me abalancé hacia adelante y el cinturón de seguridad me hizo daño en el pecho.

-¡Serás...!-grité al mismo tiempo que sujetaba con más fuerza el volante.

Mario parecía fuera de sí, aceleraba y desaceleraba intentando golpearme por detrás. Me desvié un poco para evitar un tercer golpe pero el hizo lo mismo. Solo faltaban unos metros, solo unos pocos...y entonces alcancé la meta. La gente comenzó a gritar de forma ensordecedora, moviendo las manos y los pañuelos fluorescentes en el aire. Era alucinante, la emoción de ganar; la euforia de haber vencido al tipo duro en la pista...

Desaceleré hasta frenar al final de donde se encontraban la mayoría de los espectadores. Miré por el retrovisor y vi como Mario bajaba del coche hecho una furia. Le pegó una patada a la puerta y yo solté una carcajada. Entonces alguien apareció en mi ventana, abrieron la puerta y de un tirón me sacaron casi en volandas. Me encontré con un rostro fuera de sí.



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One shots CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora