Carreras 2

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-¿¡¡Estás completamente loca!!?

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-¿¡¡Estás completamente loca!!?

Mierda, Poché. Su pelo estaba despeinado como si se hubieses estado tirando de él y sus ojos me miraban como si quisiera prenderme fuego, enterrarme bajo el suelo y no volver a verme jamás. Como era que podía verse tan sexy así. Dije lo primero que se me vino a la cabeza:

-He ganado...-le contesté intimidada por su estado. Sus ojos se abrieron aún más para después cogerme por los hombros y acercar su rostro al mío.

-¡¿Tienes idea de lo que has hecho?!- me grito a dos centímetros de mi cara. Me asusté pero no me dejé intimidar y me sacudí con fuerza para librarme de sus brazos.

-No me grites- le contesté en el mismo tono. Joder con Poché, ni que le hubiera destrozado el coche o algo parecido. Los golpes que me habían dado por detrás habían sido cosa del mal juego del imbécil de Mario, ¡además había ganado la carrera! ¡La había ganado!

Entonces apareció Pau y su novio que se nos acercaron alejándose de la locura que se estaba organizando a nuestro alrededor. Escuché más atentamente y comencé a oír más que a escuchar lo que la gente gritaba.

¡Trampa! ¡Trampa!-gritaban y abucheaban. Por lo menos tenía al público de mi parte. Mario había hecho trampa, sí, había infringido la norma y me había dado por detrás cosa que en ese tipo de carreras estaba prohibido y más cuando se conducía con coche como esos que no estaban preparados para golpes ni fuertes impactos.

-Poché, suéltala- dijo Pau pero vi cómo me lanzaba una mirada que igualaba mucho a la suya.

-Ahí viene Mario- dijo Pau al mismo tiempo que Poché me soltaba haciendo que mi espalda chocara contra la puerta del coche. No me hizo daño pero sí que me hizo querer pegarle una patada. ¿Qué demonios pasaba? ¿Qué bicho les había picado a todos?

Poché me dio la espalda y se giró hacia Mario con los puños apretados.

-Rompieron las normas, Garzón, y sabes perfectamente lo que eso significa- le dijo enfadado pero con una sonrisa en su asqueroso rostro agujereado y tatuado.

-Y una mierda- le contestó Poché con Pau a un lado suyo y los miembros de su banda acercándose a apoyarle al mismo tiempo que los demás miembros de Mario hacían lo mismo. En menos de un minuto se había formado un círculo alrededor nuestro y yo aún seguía sin entender absolutamente nada.

-No es mi problema que se hayan colado en mi coche y hayan salido a la pista, no pienso cargar con esa responsabilidad.- le dijo y comencé a entender por donde iban los tiros.

-Es miembro de tú banda, Garzón así que sí que es tu responsabilidad- le contestó el con una sonrisa divertida.

-No es...- comenzó Poché al mismo tiempo que giraba el rostro para verme; entonces vi en sus ojos la sorpresa y el renovado o mejor dicho triplicado enfado en su semblante.

-Lleva la banda, así que sí que es miembro- le contestó con superioridad. Entonces entendí lo que pasaba. Yo llevaba la banda amarilla que me había dado Pau alrededor de mi cabeza, rodeando mi frente y al parecer eso me convertía en un miembro de la banda, pero lo que no comprendía era que problema había si era yo la que había corrido en vez de Poché.

-Viendo lo visto, y habiendo infringido una de las reglas más importantes, la carrera la he ganado yo- dijo al mismo tiempo que todos los que estaban detrás de él aullaban con entusiasmo y nos miraban a los demás como desafiándonos a decir lo contrario.

-Esto es ridículo- dijo Poché dando un paso al frente. Juampa hizo lo mismo y vi como sus puños se apretaban contra su costado.

-La carrera se repite y punto, no has ganado nada. Mario con una sonrisa de gilipollas integral comenzó a negar con la cabeza antes incluso que Poché terminara de hablar.

-Ya me puedes ir dando los treinta mil dólares y las llaves de esa preciosidad- le contestó mirando hacia el Ferrari negro de Poché. ¿Pero qué...? Di un paso al frente sin importarme en absoluto a quien me estaba enfrentando. Poché a mi lado se tensó pero antes de que pudiera echarme hacia atrás me aparté y hablé.

-Tú me dijiste que corriera contra ti- le dije furiosa.

-Y te he ganado, yo, una chica...- le dije con sorna. El rostro de Mario se descompuso y entonces me miró como si estuviera a punto de matarme, no dejé que eso me impidiera seguir diciendo lo que quería.

-He herido tu pequeño ego masculino, y ahora quieres hacernos creer a todos que tienes algún tipo de derecho estúpido para llevarte el coche y el dinero...- hubiera seguido hablando pero Poché se puso delante de mí, acercó su rostro al mío y me dijo en voz baja y amenazadora.

-Cierra la maldita boca y métete en mi coche- me dijo entre dientes.

-Ahora- agregó en un tono más fuerte.

-¡Y una mierda!- le grité moviendo el rostro para fijar mi mirada en Mario. No pensaba dejar que aquel imbécil manipulara la situación a su beneficio, ni pensaba permitir que se llevara el coche, yo había ganado la carrera, él ni siquiera había conseguido adelantarme ni una sola vez.

- ¡Aprende primero a correr, imbécil! Los miembros de la banda de Poché gritaron estando de acuerdo conmigo y me sentí mucho mejor. Alguien tiró de mí hacia atrás al mismo tiempo que Poché se giraba e iba en dirección a Mario con las venas del cuello estando a punto de estallar y al ver el rostro de Mario supe que se iban a matar a golpes.

-Cierra la boca de una vez, Calle- me dijo la voz de Pau en mi oído.

-Vas a conseguir que esto acabe peor de lo que te imaginas.

No le contesté y clavé la mirada en Poché que se detuvo frente a Mario. Se miraron desafiantes y temí que aquello desembocara en una pelea en toda regla. Entonces Poché metió la mano en el bolsillo, sacó unas llaves y se las tendió. ¡No!

-Te ingresaré el dinero mañana temprano- le dijo fingiendo algún tipo de calma. El silencio se hizo a nuestro alrededor. Mario sonrió con suficiencia al mismo tiempo que hacía girar las llaves en entre sus dedos. Poché se giró respirando con dificultad y pude ver lo furiosa que estaba. Parecía estar a punto de estallar.

-Procura mantener callada a esa zorra- dijo entonces Mario y el rostro de Poché se desencajó. Se giró tan rápido que nadie le vio venir. Su puño se estrelló contra la mandíbula de Mario con una fuerza tan increíble que lo tiró contra el capó de su coche. Y entonces se desató la locura. Los puños comenzaron a volar a mí alrededor.

Las dos bandas comenzaron a darse de puñetazos y de repente parecía como si me hubiesen metido en el mismísimo infierno. Entre toda aquella locura alguien me dio por detrás y caí boca abajo contra el suelo arañándome las rodillas y las manos.

-¡Calle!-



¿Quién quiere una tercer parte?
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One shots CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora