—Y, por supuesto, ya has estado aquí. —Poché abre la puerta. Espío el tapete verde de la mesa de billar.
—¿Jugamos? —pregunto. Poché sonríe, sorprendida.
—Está bien. ¿Has jugado antes?
—Un par de veces. —Miento, y ella entrecierra sus ojos, inclinando su cabeza hacia un lado.
—Eres una mentirosa sin esperanza, Daniela. O nunca has jugado antes o...
Me paso la lengua por mis labios.
—¿Asustada de un poco de competencia?
—¿Asustada de una niña como tú? —se burla Poché de buen humor.
—Una apuesta, Sra.Garzón.
—¿Estás tan confiada, señorita Calle? —Ella sonríe, divertida e incrédula a la vez—.
¿Qué te gustaría apostar?
—Si gano, me llevarás de nuevo a la sala de juegos.
Ella me mira como si no pudiera comprender bien lo que he dicho.
—¿Y si yo gano? —pregunta después de varios latidos traumatizados.
—Entonces es tu elección.
Su boca se tuerce al contemplar su respuesta.
—Está bien, trato. —Ella sonríe—. ¿Quieres jugar al billar, snooker51 o billar de carambola?
—Billar, por favor. No conozco los demás.
De un armario debajo de una de las estanterías, Poché saca un estuche de cuero de gran tamaño. Adentro las bolas de billar están anidadas en terciopelo. Rápida y eficientemente, organiza las bolas en el tapete. No creo haber jugado billar alguna vez antes en una mesa grande. Poché me da una señal con el taco y una tiza.
—¿Te gustaría romper? —Finge cortesía. Está disfrutando, cree que va a ganar.
—Está bien. —Unto tiza al final de mi taco, y soplo el exceso de tiza, mirando a Poché a través de mis pestañas. Sus ojos se oscurecen mientras lo hago. Alineo la bola blanca y con un movimiento limpio y rápido, golpeo la bola en el centro del triángulo con tal fuerza que hace girar una bola de rayas y se sumerge en el agujero superior derecho. He dispersado el resto de las bolas.
—Elijo rayas —le digo inocentemente, sonriendo tímidamente a Poché. Su boca se tuerce con diversión.
—Adelante —dice amablemente.
Procedo a meter las tres bolas siguientes en una rápida sucesión. En el interior, estoy bailando. En este momento, estoy muy agradecida con Pau por enseñarme a jugar al billar y jugarlo bien. Poché me mira impasible, sin revelar nada, pero su diversión parece disminuir. Evito la franja verde por un pelo.
—Sabes, Daniela, puedo estar aquí y verte inclinándote y extendiéndote a través de esta mesa de billar durante todo el día —dice con admiración.
Me sonrojo. Gracias a Dios estoy usando jeans. Sonríe. Está tratando de apartarme de mi juego, bastarda. Se saca su suéter crema sobre su cabeza, lo tira en la parte posterior de una silla, y me sonríe, mientras deambula para hacer su primer tiro.
Se inclina sobre la mesa. Mi boca se seca. Oh, ya veo lo que quiere decir. Poché en jeans ajustados y camiseta blanca, inclinándose, de esa manera... es algo digno de contemplar. Realmente pierdo el hilo de mis pensamientos. Mete cuatro bolas rápidamente, a continuación, falla al meter la blanca.
—Un error muy elemental, Sra. Garzón —bromeo.
Sonríe.
—Ah, señorita Calle, soy sólo una tonta mortal. Tu turno, creo. —Agita su mano hacia la mesa.
—No estás tratando de perder, ¿verdad?
—Oh, no. Por lo que tengo en mente como premio, quiero ganar, Daniela. —Se encoge de hombros con indiferencia—. Pero entonces, siempre quiero ganar.
Entrecierro mis ojos hacia ella. En ese justo momento... Estoy muy contenta de estar usando mi blusa azul, que es agradablemente de corte bajo. Acecho alrededor de la mesa, inclinándome bajo en cada oportunidad disponible, dándole a Poché un vistazo de mi trasero y mí escote cada vez que puedo. Dos pueden jugar ese juego.
Le echo un vistazo.
—Sé lo que estás haciendo —susurra, sus ojos oscuros.
Inclino mi cabeza coquetamente hacia un lado, suavemente acariciando mi taco, moviendo mi mano hacia arriba y hacia abajo lentamente.
—Oh. Sólo estoy decidiendo dónde hacer mi siguiente tiro —murmuro distraídamente.
Inclinándome del todo, golpeó la de color naranja con franja hacia una mejor posición. Luego me paro directamente frente a Poché y tomo el resto de debajo de la mesa. Alineo el siguiente tiro, inclinándome justo sobre la mesa. Escucho la aguda inhalación de Poché, y, por supuesto, fallo. Mierda.
Ella viene a pararse detrás de mí mientras yo aún estoy inclinada sobre la mesa y coloca su mano en mi trasero. Mmm...
—¿Estás moviendo esto alrededor para burlarte de mí, señorita Calle? —Y me golpea, con fuerza.
Jadeo.
—Sí —murmuro, porque es verdad.
—Ten cuidado con lo que deseas, nena.
Froto mi trasero mientras se pasea hacia el otro extremo de la mesa, se inclina, y hace su tiro. Por Dios, podría mirarla todo el día. Golpea la bola roja, y se mete en el agujero lateral izquierdo. Ella apunta a la amarilla, hacia la parte superior derecha, y justo falla. Sonrío.
—Sala de juegos aquí vamos —me burlo de ella.
Simplemente levanta una ceja y me indica que continúe. Trabajo rápidamente con la de la franja verde y por un golpe de suerte, logro tirar abajo la de la banda naranja final.
—Nombra tu agujero —murmura Poché, y es como si estuviera hablando de otra cosa, algo oscuro y grosero.
—Arriba a la izquierda. —Tomo objetivo sobre la negra, la golpeó, pero fallo. La eludo ampliamente. Maldita sea.
Poché sonríe con una sonrisa maliciosa mientras se inclina sobre la mesa y se encarga de sus dos bolas restantes. Estoy casi jadeando, mirándola, su cuerpo flexible se extiende sobre la mesa. Se pone de pie y atiza su taco, sus ojos ardiendo dentro de mí.
—Si yo gano...
Oh, ¿sí?
—Te voy a dar unas palmadas en el trasero, luego te follaré sobre la mesa de billar.
Mierda. Todos los músculos al sur de mi ombligo se aprietan duro.
—Arriba a la derecha —murmura, señalando a la negra, y se inclina para hacer el tiro.
Con fácil gracia, Poché golpea la bola blanca, con lo que la hace deslizarse a través de la mesa, darle el golpe de gracia a la negra y de manera imposiblemente lenta rodar, tambalearse sobre el borde, para finalmente caer en el agujero superior derecho de la mesa de billar.
Maldita sea.
Voten para siguiente parte, 1/3.
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One shots Caché
FanfictionOne shots, historias cortas de Calle y Poché. Algunas tienen +18. Algunas son gip. Ninguna es triste. La mayoría son de mi autoría, algunos son adaptaciones.