Feliz cumpleaños Daniela Calle

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Pov Poché

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Pov Poché

-Buenos días- les dije mientras me iba directo a la nevera y me servía un vaso de zumo. Sophie, la cocinera estaba cocinando algo que olía maravillosamente bien. Me acerqué hacia ella para ver que en la cazuela había chocolate fundido.

-Que rico, ¿Qué estás cocinando?-le pregunté.

Sophie me miró con una sonrisa.

-El pastel de cumpleaños de Calle -me dijo alegremente. 

Mi madre me sonrió desde su sitio.

-Está fuera, ve a felicitarla- dijo mi madre.

Cogí un bollo de la mesa y salí al jardín. La vi acostada sobre una tumbona, a la sombra y con las gafas de sol puestas. Llevaba una camisa abierta donde se podia ver su bikini debajo, parecía estar durmiendo.

Me acerque hacia ella sigilosamente hasta estar a su lado.

-¡Feliz cumpleaños!- grité con todas mis fuerzas soltando una carcajada al ver como saltaba de su asiento completamente sorprendida.

-¡Joder!- gritó quitándose las gafas.

Fue tan cómico que no pude evitar seguir riéndome a carcajadas.

Me observó por un momento, entre enfadada y furiosa, pero al ver que no dejaba de reírme una sonrisa peligrosa apareció en su rostro.

-¿Te hace gracia?- me dijo en tono amenazador dejando a un lado las gafas de sol y poniéndose de pié. Mi sonrisa desapareció y comencé a caminar hacia atrás sin apartar la mirada de su rostro.

-Lo siento- dije levantando ambas manos y sin poder evitar reírme otra vez. Cada vez que

recordaba el salto que había pegado las carcajadas amenazaban con volver a salir.

-Está claro que lo vas a sentir- me dijo y entonces se abalanzó sobre mí. Corrí pero no sirvió de nada. Un segundo después la tenía detrás sujetándome y levantándome sobre su hombro.

-¡No, Daniela, por favor!- grite sacudiéndome con todas mis fuerzas. Me ignoró y entonces saltó conmigo a cuestas a la piscina. Ambas con ropa.

Me aparté de ella en cuanto nos zambullimos bajo el agua templada de un cálido día de verano. En cuanto salí a la superficie le tiré agua a la cara y vi como se partía de la risa mirándome en aquel estado. El vestido blanco se me había pegado a la piel y agradecí llevar ropa interior negra debajo de la prenda, sino habría sido realmente embarazoso.

Ella se sacudió el pelo y se acercó hacia donde yo estaba. Un segundo después me tenía acorralada contra una esquina de la piscina.

-Ya puedes estar pidiéndome disculpas por haber hecho que casi me de un infarto en mi 22 cumpleaños- me dijo acercándose tanto a mí que nuestros cuerpo estaban a menos de dos centímetros de distancia.

One shots CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora