One shots, historias cortas de Calle y Poché.
Algunas tienen +18.
Algunas son gip.
Ninguna es triste.
La mayoría son de mi autoría, algunos son adaptaciones.
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Pov Poché
-Buenos días- les dije mientras me iba directo a la nevera y me servía un vaso de zumo. Sophie, la cocinera estaba cocinando algo que olía maravillosamente bien. Me acerqué hacia ella para ver que en la cazuela había chocolate fundido.
-Que rico, ¿Qué estás cocinando?-le pregunté.
Sophie me miró con una sonrisa.
-El pastel de cumpleaños de Calle -me dijo alegremente.
Mi madre me sonrió desde su sitio.
-Está fuera, ve a felicitarla- dijo mi madre.
Cogí un bollo de la mesa y salí al jardín. La vi acostada sobre una tumbona, a la sombra y con las gafas de sol puestas. Llevaba una camisa abierta donde se podia ver su bikini debajo, parecía estar durmiendo.
Me acerque hacia ella sigilosamente hasta estar a su lado.
-¡Feliz cumpleaños!- grité con todas mis fuerzas soltando una carcajada al ver como saltaba de su asiento completamente sorprendida.
-¡Joder!- gritó quitándose las gafas.
Fue tan cómico que no pude evitar seguir riéndome a carcajadas.
Me observó por un momento, entre enfadada y furiosa, pero al ver que no dejaba de reírme una sonrisa peligrosa apareció en su rostro.
-¿Te hace gracia?- me dijo en tono amenazador dejando a un lado las gafas de sol y poniéndose de pié. Mi sonrisa desapareció y comencé a caminar hacia atrás sin apartar la mirada de su rostro.
-Lo siento- dije levantando ambas manos y sin poder evitar reírme otra vez. Cada vez que
recordaba el salto que había pegado las carcajadas amenazaban con volver a salir.
-Está claro que lo vas a sentir- me dijo y entonces se abalanzó sobre mí. Corrí pero no sirvió de nada. Un segundo después la tenía detrás sujetándome y levantándome sobre su hombro.
-¡No, Daniela, por favor!- grite sacudiéndome con todas mis fuerzas. Me ignoró y entonces saltó conmigo a cuestas a la piscina. Ambas con ropa.
Me aparté de ella en cuanto nos zambullimos bajo el agua templada de un cálido día de verano. En cuanto salí a la superficie le tiré agua a la cara y vi como se partía de la risa mirándome en aquel estado. El vestido blanco se me había pegado a la piel y agradecí llevar ropa interior negra debajo de la prenda, sino habría sido realmente embarazoso.
Ella se sacudió el pelo y se acercó hacia donde yo estaba. Un segundo después me tenía acorralada contra una esquina de la piscina.
-Ya puedes estar pidiéndome disculpas por haber hecho que casi me de un infarto en mi 22 cumpleaños- me dijo acercándose tanto a mí que nuestros cuerpo estaban a menos de dos centímetros de distancia.