Jiang Cheng quería en ese momento que la tierra lo tragara y lo escupiese en muelle de loto.
Frente a él, su hijo de cinco años lloraba sin control, aferrándose a sus piernas, apretando las telas de su túnica, disculpándose e hipando.
Jiang Cheng jamás admitiría que su corazón se rompía cada vez que veía llorar a su hijo de ese modo.
Con un resoplido cansado, lo sostuvo en brazos, liberando sus feromonas para tranquilizarlo, meciéndolo con suavidad, susurrando palabras de aliento para calmar la preocupación de su hijo por el hombre amable que lo cuido mientras estuvo perdido.
A unos pasos de ellos, Lan Qiren lo miraba con una mezcla extraña entre compasión y resignación.
Se hallaban afuera del pabellón de los sanadores.
Después que Xichen perdiera la conciencia por los dos fuertes latigazos de parte de zidian y su casi nulo control de energía espiritual Jiang Cheng no lo pensó dos veces, acomodo a Lan Xichen en sus brazos, sorprendiéndose de lo poco que pesaba, notando su delgadez extrema y el color ceniciento de su piel, aumentando su preocupación por el primer jade. Sacó un talismán de transportación, agarró a su cachorro de la mano sin soltarlo y en un suspiro aparecieron delante del pabellón de los sanadores
— A-Huang, espérame aquí – ordenó, avanzando presuroso, con el primer jade en sus brazos, temiendo que realmente muriera como consecuencia de un arranque de ira desmesurada que no merecía.
El solo pensamiento estrujo su corazón con violencia, así que entró al pabellón, explicando brevemente lo sucedido, colocando al jade sobre una camilla de madera. Los sanadores palidecieron al ver la cantidad de sangre y la palidez de su líder de secta, apresurándose a atenderlo tan pronto como llegó, apenas Jiang Cheng salió.
Jiang Cheng envío dos mensajes mariposa a Lan Qiren y a Lan Wangji sin tardanza, regresando al lado de su único hijo.
El primero en llegar fue Lan Qiren, a quien Jiang Cheng extendió un saludo respetuoso y relató lo ocurrido, con su cachorro llorando a mares al ver los restos de sangre impregnados en las túnicas de su madre.
De eso ya había pasado media varilla de incienso, sin que los sanadores pudieran dar noticias del estado de salud del primer jade.
Lan Zhan llegó justo en ese momento, con su aroma a sándalo rancio flotando en el ambiente, demostrando su preocupación.
Jiang Cheng arrugo su nariz de forma graciosa, hundiéndola en las ropas de su cachorro, en un intento por alejar el aroma del segundo jade de su sistema. Y con él venía Wei Wuxian y sus dos niños.
— ¡Jiang Cheng! – llamó el omega, acercándose a él junto a dos niños de aparentes cuatro años.
—Wei Wuxian – saludó distraído, con un asentimiento de cabeza, meciendo a su cachorro, quien con ojos llorosos miraba hacia la puerta del pabellón de sanadores.
—¿Qué sucedió con hermano mayor?, ¿han dicho algo? – preguntó presuroso, sosteniendo a sus cachorros de las manos, evidenciando el olor a frutos rojos y sándalo que rodeaba al omega.
—Yo... azote al líder Lan con zidian dos veces – dijo sin vacilar, sumamente apenado.
Jiang Cheng no pensaba perder la poca dignidad que todavía le quedaba, la cual ya había perdido por completo al recordar la postura vergonzosa en la cual encontró al primer jade.
Admitía que su día ya estaba mal cuando dejó a su hijo al cuidado de la pareja Jin. Dos jóvenes adultos como Sizhui y su sobrino, Jin Ling, solo pensaban en una sola cosa a su edad en tiempos de paz. Al joven adulto Jin Ling no le importó encerrarse en la habitación de invitados junto con su esposo, comiéndose a besos e intercambiando fluidos corporales, olvidando a su pequeño hijo de cinco años, quien jugaba con los conejos, sin supervisión.
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En el Hanshi (Xicheng)
FanfictionLan XiChen lleva 5 años en reclusión. Se ha mal acostumbrado al silencio mortal que lo rodea, atormentándose a diario por el día que deje finalmente este mundo para reunirse con sus hermanos jurados. Hasta que recibe una inesperada visita. -¡HOLA...