El sonido del gong resonó con mucha fuerza en muelle de loto, mientras saetas de fuego caían del cielo, quemando parte del techo de la residencia del líder de muelle de lotos.
El fuego se propagó con suma rapidez, y en cuestión de minutos, el techo del recinto en el muelle ardía junto con toda su estructura, cayendo a pedazos, sin dejar rastro de lo que alguna vez fue la gloriosa edificación que la caracterizaba.
El líder del escuadrón de las serpientes y la subcapitana dieron órdenes a diestra y siniestra a los discípulos que se encontraban a su cargo, defendiéndose del ataque enemigo, dándose cuenta qué se trataba de una secta aliada.
—¿QUÉ ES LO QUE ESTA SUCEDIENDO? – Pregunto Jiang Heng, capitán del escuadrón de serpientes, intentando apagar el fuego de los techos – ¿Por qué discípulos de la secta Jin están atacando el muelle? – preguntó, viéndose confundido, mirando a Yao Ming con suma preocupación
—No lo sé, pero... no hay que herirlos, es probable que se trate de una trampa o estén bajo un hechizo de manipulación como muñeca de papel o algún otro – comentó, sosteniendo en lo alto un látigo ensangrentando, viendo a algunos discípulos con ropas amarillas lastimados en el patio del campo de entrenamiento.
—Es lo más probable, dudo que alguno de los dos líderes Jin haya causado esto, considerando el cariño y parentesco que nuestro líder y el líder Jin se tienen – comentó Jiang Heng, mirando a su alrededor
—¡JIANG HENG!, ¡YAO MING! – Gritó desde el otro lado una figura femenina con ropas amarillas, rasgadas y quemadas de la orilla, quien corría en su dirección con dificultad. Ambos cultivadores se pusieron en guardia esperando un ataque. Ataque que nunca llegó.
Una herida Liu Liang se acercaba a ellos con prontitud, intentando advertirles. Ambos bajaron sus armas, acercándose a ella, viendo su deplorable estado.
—Pero ¿qué ha pasado? – se acercó un presuroso Jiang Heng, llevando a Liu Liang a un lugar relativamente seguro, lejos del caos del campo de entrenamiento.
—Todos... todos en Lanling Jin han sido... – tosió, arrojando sangre, pues la herida que llevaba en el costado derecho era grave, impidiéndole continuar hablando
—Está bien, no hables, no hables – pidió Yao Ming, ejerciendo presión en la herida, traspasando energía espiritual, en un intento por que esta dejara de continuar sangrando, siendo poco exitoso.
—Debo...son de otra secta... con nuestras ropas – murmuró, siendo escuchado por Jiang Heng, sin dar crédito a lo que había dicho.
—¿El líder Jin?, ¿Jin Sizhui?, ¿no estaba protegiendo la secta? – preguntó con prontitud, olvidando por un momento el estado debilitante de la chica.
—Jiang Heng, esto es grave, no es momento para preguntar – se preocupó Yao Ming, sin lograr detener el sangrado. Cortó sus túnicas y volvió a presionar en la herida, en un intento por detener la hemorragia. Yao Ming notó como sus telas se empapaban de sangre con rapidez, rezando a Dianxia para que ella se salvara. Sabía que no tenía mucho tiempo y debía actuar con prontitud para salvar su vida.
—Llévala a un lugar seguro, intentaré sacar a los pocos civiles que hay en la secta y a los niños – ordenó, viendo como Yao Ming cargaba a una herida Liu Liang, pensando en ir a la botica especial de Xiao Ju, donde tenía medicamentos especiales para ese tipo de heridas.
—¡Capitán Jiang Heng!¡Subcapitana Yao Ming! – Llamo Xie Yue, con dos espadas cortas en mano, sangrantes, llegando al lado ambos, agitado por la carrera que había tenido – ¿Por qué la secta Jin nos ataca?, ¿acaso el líder Jin Ling planea quedarse con muelle de loto?, esa no es forma de hacerlo – acotó, confundido y enojado ante esa posibilidad
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En el Hanshi (Xicheng)
FanfictionLan XiChen lleva 5 años en reclusión. Se ha mal acostumbrado al silencio mortal que lo rodea, atormentándose a diario por el día que deje finalmente este mundo para reunirse con sus hermanos jurados. Hasta que recibe una inesperada visita. -¡HOLA...