Wei Ying se encontraba en una camilla en el pabellón de los sanadores, respirando con tranquilidad, después de que éstos retirasen todas las partículas de ceniza que se alojaban en sus pulmones.
Veía a sus cachorros en el camastro de al lado, durmiendo tranquilos. Cómo pudo, se levantó de la camilla de bambú y fue junto a ellos, incorporándose al camastro, velando sus sueños, para hacerlos sentir seguros.
Lo agarraron con la guardia baja.
Había cenado con sus cachorros un pequeño cuenco de arroz y semillas de loto dulces como postre para que durmieran tranquilos. Les contó un cuento para dormir, tarareó la canción Wangxian suavemente con su flauta y los arropó en sus camastros, durmiendo sin ninguna preocupación.
Escucho el gong que anunciaba la hora de dormir y apago las velas, mientras él se quedaba a dormir en el cómodo camastro que compartía con su amado Lan Zhan, abrazando su almohada, disfrutando su aroma a sándalo.
Se quedó profundamente dormido al sentir el aroma a sándalo impregnado en la habitación que compartía con su esposo.
Por la madrugada, cerca de la hora del yin-shi* escucho un chirrido provenir de afuera, por lo que, somnoliento se levantó, asomándose por la ventana, curioso por saber que era ese sonido. No vio nada.
Crach, crach. Sonaba por el Jingshi.
Se asomo a la habitación de los cachorros, encontrándolos dormidos. Pensó que se trataba de un conejo perdido, así que se decidió salir del jingshi para revisar que todo estuviera bien.
Fue detrás del jingshi dónde escuchaba el sonido, encontrando un lángrén de pelaje blanco rascar la ventana del cuarto de sus cachorros.
Alarmado por ver a semejante criatura, tomo a Suibian, clavándola en su espalda, en un intento por alejarlo de la habitación de sus cachorros, con el lángrén emitiendo chillidos de dolor.
—¡Aléjate de mis cachorros! – bramó, atacando con Suibian, realizando cortes en sus brazos y espalda, intentando alejar a la criatura de su hogar.
El hombre lobo lo miro con sus ojos inyectados en furia, alzándose en sus dos patas traseras, duplicando el tamaño del patriarca Yiling, arremetiendo en su contra.
Wei Ying no retrocedió, resistiendo el ataque, contraatacando contra él, usando talismanes explosivos para alejarlo, aturdiendo al lángrén por breves segundos.
El lángrén golpeó la cabeza de Wei Ying, mandándolo al suelo, provocando que el omega quedara aturdido momentáneamente, con la cabeza doliéndole y sus oídos zumbando.
La criatura se volteó hacia la ventana, notando que el contrario no se movía, quitando el vidrio, dispuesto a colarse en la habitación de los cachorros.
Wei Ying se levantó con brusquedad, tomo su flauta y tocó una melodía siniestra, haciendo retroceder al lángrén, quién tomó su cabeza, alterado por el sonido de la flauta de Chenqing.
—¡ARRRHGHHH!, ¡MALDITO OMEGA!, ¡DÉJA QUE ENCUENTRE AL SUB-ALFA!, ¡DEBE ESTAR AQUÍ OCULTANDOSE! – Gritó, acercándose con rapidez a Wei Wuxian, lanzándolo con fuerza hacia el tronco de un árbol.
—¡AHH! – jadeó por el golpe en su brazo, había sido lo suficientemente fuerte como para desenfocar su vista unos segundos, notando una gran mancha blanca moverse y desaparecer ante él, parpadeo un par de veces, tratando de enfocar sus ojos para ver con horror como el lángrén había entrado en la habitación de sus hijos.
Sin tardanza y adolorido, Wei Wuxian corrió hacia la habitación de sus cachorros, dispuesto a sacar al lángrén de ahí. Al entrar vio a sus hijos dormidos en sus camastros, y a unos pasos de ellos, al hombre lobo, quien le daba la espalda, buscando algo.
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En el Hanshi (Xicheng)
Fiksi PenggemarLan XiChen lleva 5 años en reclusión. Se ha mal acostumbrado al silencio mortal que lo rodea, atormentándose a diario por el día que deje finalmente este mundo para reunirse con sus hermanos jurados. Hasta que recibe una inesperada visita. -¡HOLA...