La habitación del antiguo primer jade contenía su aroma a gencianas, pero el aroma que Jiang Cheng percibía era a flores marchitas, contrastando con el del antiguo hanshi.
—Wan-Wanyin – tartamudeo el primer jade, con el rostro del líder Jiang en su cuello, aspirando fuertemente, invadiendo su espacio personal.
Jiang Cheng sonrío, estando tentado a hacer una travesura. Tenía medio cuerpo separado del jade debido a la interferencia de la mesa de bambú en medio de ellos. Si por él fuera, la mandaría a volar y se acomodaría en el regazo del primer jade, juntando sus cuerpos, siendo demasiado atrevido. Si ya habían procreado un hijo juntos, no veía mal en tener un poco más de contacto físico. La sola idea hizo estremecer a su omega interno de emoción.
Admitía que le gustaba agarrar con la guardia baja al primer jade, pero tenia un límite, si Lan Xichen decidía separarlo, lo haría sin pensarlo, lo último que quería era incomodarlo. Si Wei Ying lo viera ahora seguramente se burlaría de él y diría que algunos malos hábitos se quedan.
—Wanyin, esto...eh... – colocó sus manos sobre los hombros contrarios, con suavidad, sin apartarlo del todo. Se alivio enormemente cuando el líder Jiang se alejó de él, volviendo a su lugar.
—Hueles a flores marchitas – recalcó, volviendo a colocar la mesita en el medio de ambos, para no incomodar más al primer jade.
—Tal vez ese ha sido mi aroma por un largo tiempo – declaro desanimado, sintiendo un ligero cosquilleo en el cuello donde antes estuvo el hombre que amaba.
Nuestro omega volvió, ahora podremos marcarlo
Se escuchó la voz interior del alfa de Lan Xichen, hablando con júbilo ante la cercanía del omega dominante de Jiang Cheng.
Lan Xichen se sintió morir, siendo eso lo único que le faltaba para colmar su paciencia.
Bajo la mirada, suspirando, para volverla a subir, con una sombría mirada en sus ojos claros y un destello que pocas veces se le ha visto en ellos: ira.
Jiang Cheng estaba listo para lo que pudiera pasar, después de todo, el jade había ingerido un poco de licor de lotos, por lo que supuso que su resistencia al alcohol seguía siendo nula. Jamás había visto esa mirada en los ojos contrarios. Siempre amables, pacíficos, en calma total, nunca llameantes, como ahora.
—Wanyin, necesito que me escuches con atención – pidió con una falsa amabilidad y el aroma a flores húmedas flotando en el ambiente, contrastando con el aroma a gencianas y a lotos frescos.
Jiang Cheng no quería tentar su suerte, si Lan Xichen tenía el mismo temple tranquilo y risueño que su cachorro, suponía que su ira sería igual. Un tsunami que arrasaría con toda una secta sin dudarlo. Eligió con sabiduría hacerle caso, mirando al hombre frente a él.
—Ejem – tosió un poco, intentando serenarse, calmando el aroma a flores húmedas, volviéndolo suave – Como te decía antes, desconozco muchas cosas acerca de los sub-alfa, no hay muchas cosas escritas acerca de ellos por lo escasos que suelen ser – inició su relato, encendiendo algunas veladoras cercanas – de lo poco que recuerdo haber leído hace tiempo es que los sub-alfa obedecemos a la voz de convencimiento dulce de los omegas dominantes si lo piden con amabilidad – dijo, mirando con una sonrisa nerviosa al líder de secta Jiang
—Eso lo pude notar – dijo, arqueando una ceja, divertido – no quería usarla contigo, pero supuse que no dejarías que te colocara el ungüento medicinal – respondió, buscando una excusa viable para no delatar lo que sabía sobre los sub-alfa
Xichen asintió ante lo dicho, continuando su explicación
—Lo otro poco que recuerdo de los sub-alfa es que no debemos ser mordidos por un alfa en ninguna circunstancia – hizo una pausa – Se también que tenemos algo llamado una parte cero o punto muerto – dijo, llamando la atención del líder de lotos – En esta... eh... parte de nuestra naturaleza, no somos alfa ni sub-alfas, nuestra naturaleza se encuentra reprimida, dando una falsa apariencia de ser betas – recordó, mirando el fuego de las velas danzar – es todo lo que puedo recordar, lamento si no es mucha información – se disculpó, apenado por ello.
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En el Hanshi (Xicheng)
फैनफिक्शनLan XiChen lleva 5 años en reclusión. Se ha mal acostumbrado al silencio mortal que lo rodea, atormentándose a diario por el día que deje finalmente este mundo para reunirse con sus hermanos jurados. Hasta que recibe una inesperada visita. -¡HOLA...