25/04/2015

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Las gotas de lluvia caían sobre mi cabello, haciendo que se pusiera húmedo.

- Paige Savey -dije con voz tranquila cuando llegue.

Debía estar tranquilo. Elena me había llamado en la semana, diciendo que Paige estaba mejor, pero un poco delicada, podía enojarse y tener un ataque muy fácilmente.

- Puedes pasar -me dio una sonrisa amable y abrió la puerta del hospital. Le devolví el gesto y entré.

No había llevado a Mr. Cat en esas últimas visitas. Se ponía nervioso y empezaba a arañar todo.

- Elena -la llamé cuando subí el último escalón. Elena volteó y me sonrió, había salido de la habitación de Paige.

- Hola Spencer, ¿Cómo has estado?

- Preocupado -me miró confundida- Por Paige, es por Paige -sonreí apenado.

- No tienes de qué preocuparte, ella está mejor. De hecho, le acabo de dar su medicamento, así estará más o menos normal. Pero no podrán ir al jardín -me señaló con su dedo indice.

- Está bien, no importa, solo quiero hablar un rato con ella -sonreí.

- Bien, diviertanse, iré a llevar unos papeles a dirección -levantó un carpeta que mantenía pegada a su pecho. Me acerqué a la puerta de la habitación de Paige.

- En un rato nos vemos -asentí y giré el picaporte de la puerta, después entré, encontradonme a Paige sentada con ambas piernas cruzadas sobre la cama.

- Spencer -me dio una sonrisa tímida. Fruncí el ceño confundido. Ella siempre estaba emocionada cuando llegaba a visitarla, saltando, corriendo, abrazándome.

- Paige, hola -dejé la mochila a un lado y me senté a su lado. Estaba un poco más pálida de lo normal, pero se veía bien. Dentro de lo que cabe.

- Spencer -me miró a los ojos y después bajó la mirada, noté como se sonrojaba en el acto.

- ¿Qué pasa Paige? Normalmente estarías dando vueltas por todo el lugar -le di un ligero codazo amistoso en el brazo.

- Ha pasado algo la semana pasada, cuando has estado aquí -sonrió.

- ¿Qué ha pasado? -recargue mi espalda en la pared.

- Aunque es muy importante para mi, quiero hacer algo más antes de hablar de ello.

- Muy bien, ¿de qué quieres hablar?

- No quiero hablar -frunció los labios.

- ¿Qué quieres hacer? -miró la cama un minuto y volvió su mirada a mí.

- Hay que jugar -sonrió ampliamente, haciéndome sonreír a mi también.

- ¿A qué? -pregunté curioso.

- Necesitamos ir al jardín, necesito espacio -hice una mueca.

- Elena me ha pedido que no salgamos de la habitación -rió.

- No tiene por qué enterarse, vamos -tomó mi mano, pero la tomé de los antebrazos. Me di cuenta de que tenía vendas bajo la fina tela de su suéter negro.

- ¿Qué ha pasado? -subí sus mangas- ¿Y esto? -fruncí el ceño.

- Me hice daño, tome un vaso, lo quebre e intenté encajar todos los pedazos en mi brazo -dijo indiferente.

- ¿Por qué? -la tome firmemente para que no intentara zafarse.

- Mis demonios me lo dijeron, ellos, querían que me hiciera daño -se tensó.

- Paige, esto está mal -miré sus brazos.

- Ellos dicen que es lo correcto -asentí.

- Los demonios suelen decirnos que es lo que está bien -susurré- Pero debes ser indiferente a ellos -asintió.

- Me serán indiferentes -me dio una tímida sonrisa.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo, Spencer -sonreí a medias, besé su frente y la abracé.

- Hay que hacer caso a Elena, no podemos salir.

- Jamás podré salir -susurró contra mi pecho. La abracé un poco más fuerte, y nos volvimos a sentar en la cama.

- Elena sólo quiere que estés bien -le sonreí.

- Si, ella se esfuerza mucho por eso, pero jamás podré estar bien, Spencer, estoy loca.

No dijimos más nada, yo no quería arruinar nada, y ella no tenia que decir nada.

- Lia me ha ayudado mucho -se recargó en la pared.

- ¿Si? Que linda -le sonreí.

- Ella es un gran apoyo, la quiero mucho.

- Supongo que sí, ¿en qué te ha ayudado?

- Me escuchó, dejo que me desahogara con ella.

- Eso es muy bueno, y me alegro demasiado por ello ¿y ella que te dijo, Paige? -me recargué al igual que ella.

- Bueno, ella no pudo decirme que todo va a estar bien, hizo algo mejor. Me hizo sentir como si todo fuera a estar bien. ¿Lo crees? Muy pocas personas hacen que me sienta segura, y hacen sentir como si en serio todo fuera a estar bien.

- Y ya verás que así será -le di una sonrisa sincera- ¿De qué más querías hablar?

Suspiró y se sentó enfrente mío.

- Tengo una duda -hizo una mueca.

- ¿Cuál es, Paige? -me miró fijamente a los ojos.

- ¿Qué es estar enamorado? ¿Tener un alma gemela? -abrí los ojos sorprendido.

- Bueno, mmmh -rasqué mi nuca- No puedo darte una explicación certera.

- Primero, dime que piensas del amor -susurró.

- Bien -suspiré- Creo que el amor, mas que un sentimiento, es una virtud. Una virtud que representa todo lo que sientes hacia una persona, o a algo. El afecto, cariño y seguridad que sientes con esa persona. Puede ser tu madre, tu padre, un amigo, una amiga, tu familia, o tu alma gemela -se quedó callada.

- ¿Qué es estar enamorado? ¿Cómo sabes que es tu alma gemela? -se sonrojó. Reí por su nerviosismo.

- Leí algo hace tiempo "Los budistas dicen que si conoces a alguien y tu corazón late con fuerza, tus manos tiemblan y tus rodillas se vuelven débiles, no es la persona indicada. Cuando tú conoces a tu alma gemela, sientes calma. Nada de ansiedad, nada de agitación." -cité- ¿A qué vienen estas preguntas Paige?

- Spencer, creo que estoy enamorada de ti.

Esquizofrenia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora