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Desde aquel día donde Amira trató al presidente, iba cada tarde para monitorear su salud e investigar sobre su estado para asi intentar avanzar con la regeneración de su herida.

Sonaría cruel, pero ella tomaba al señor como su conejillo de india para indagar sobre otros tipos de lastimaduras.

Y en esos momentos, Amira revisaba unas cuantas cosas en la tablet digital que sostenía entre sus manos mientras movía su pierna suavemente, pues estaba sentada enfrente de la camilla.

- ¿Cómo se encuentra hoy? -preguntó sin quitar la vista de los números y gráficos que se encontraban en la pantalla.

- El dolor es muchísimo menos que antes -respondió sentándose en la cama- Cada tanto me duele, pero cuando como de tus dulces se me pasa por un largo rato.

- Ya le dije que no debe comerlos con frecuencia -lo regaño suavemente- Sería como una sobredosis de azúcar para un diabético.

- Entonces no me des dulces y dame otra cosa -suspiró.

- Le doy dulces porque sé que no le gustan -le sacó la lengua con una sonrisa burlona, el tiempo que llevaban los hizo congeniar de mejor manera.

Antes de que el mayor responda a la broma de la chica, la puerta fue abierta dejándolos callados.

- ¡Maestro! -sonrió brillante, que incluso aparecieron estrellas que golpearon al anciano.

Amira no dudó en dejar el aparato por algún lugar y correr hacia el albino, quien la saludó con su mano sobre su cabello para despeinarlo, algo asi como un cachorro.

- ¿Kartein? -soltó el presidente sin creerlo.

- Hazte a un lado -gruñó el mencionado empujando al director de la Academia coreana, quien también se encontraba ahí- Muy bien, recuéstate, te examinaré.

- ¿Me... vas a examinar?

- Si -lo miró con una mueca fastidiada.

- ¿Por qué...?

- Porque esta mocosa me lo pidió -giró su rostro para mirarla sombríamente, haciendo que ella desvié su mirada con nerviosismo- Es molesta cuando se lo propone.

Amira rio apenada y dio unos pasos hacia atrás para tomar la tablet digital y extendérsela.

- Maestro, estos son los exámenes detallados del señor presidente. Mis habilidades no fueron suficientes, asi que busqué por otros medios -dijo- Con ayuda del tío Delein extraje algunas de sus células y las cultivé en el laboratorio para ver su progreso ante diversos métodos de curación.

- ¿Cuáles fueron los resultados? -preguntó observando la pantalla.

- Hasta ahora he logrado que las células sobrevivan y se dupliquen con éxito -respondió con una pequeña sonrisa orgullosa- Pero no me ha dado tiempo de intentar el mismo método en el presidente. Mañana tenía planeado iniciar.

- ¿Hasta ahora cómo va el progreso del primer tratamiento que le hiciste? -preguntó suavemente, dejando de lado su fachada gélida.

- Logré regenerar la herida un 48%, el dolor ha disminuido significativamente y su tiempo de vida aumentó de tres años a ocho -dijo y se sonrojó al sentir como despeinaban sus cabellos.

- Lo has hecho asombroso -elogió con una sonrisa- Estoy impresionado, es una herida difícil de curar, pero tú lo hiciste como si nada. Muy bien, Amira.

La mencionada sonrió en grande y su rostro se pintó de rojo. Estaba muy feliz de ver a su maestro.

- ¡Espera! ¡¿Por qué es que quieres curarme asi de la nada?! -interrumpió el mayor- ¡Se muy bien que tú solo prestas tus servicios en casos extraordinarios!

Confianza || EleceedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora