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Sus ojos azules no paraban de moverse entre líneas de aquel diagnóstico sobre la chica con la que peleó los otros días, y que ni siquiera recuerda su nombre. Según lo que dice el papel, la estudiante padece de ceguera y sus tímpanos fueron rotos, su cerebro sufrió pequeñas heridas y hace más de una semana que no despierta.

- D-disculpe... pero ¿por qué me lo muestra? -preguntó con una sonrisa incómoda.

- Señorita Amira, ninguno de los médicos de aquí ha logrado hacerla despertar, incluido el curandero que trajimos de Mir -dijo la profesora Miyoung- Pero ellos me han dicho que usted puede tratarla debido a su talento en la medicina... asi que por favor...

- ¿Por qué debería? -frunció el ceño, no quería ser mala pero si su poder curativo se difunde por las organizaciones podría causar problemas- No estoy afiliada a Mir, asi que no tengo la obligación de tratar a la chica.

-... Lo se -susurró la mayor, para luego inclinarse- Pero, por favor, ella solo es una adolescente que desea crecer como despertada... Tiene mucho que vivir, y ahora que está en cama es...

Amira apretó sus labios y desvió la mirada con pesar mientras guardaba el papel doblado en el bolsillo de su bata, una cortesía de los doctores. No le gustaba tener corazón de pollo porque esas palabras lograban afectarla. No quería ser una villana que deja morir a personas, pero ella también está en peligro.

- Está bien -accedió finalmente en un suspiro- Pero no le aseguro que salga bien.

- ¿¡Lo harás?! -soltó sorprendida.

- Si, pero a cambio quiero la palabra de Mir que en un futuro, si yo lo necesito, me prestarán ayuda sin importar que -respondió seria.

Amira sabía que era muy buena en su ámbito y era capaz de tratar heridas y enfermedades que otros curanderos no, es por eso que comenzaría a aprovechar su poder para recaudar favores de organizaciones. Esto era en caso de que en un futuro, si las cosas se ponen mal para ella, tendría respaldo y asi podría por lo menos asegurar su vida durante un tiempo.

- Si, claro que la tendrás -dijo segura Miyoung.

- Guíeme a su habitación, lo mejor es comenzar su tratamiento lo más rápido posible -sonrió levemente.

Ambas mujeres caminaron por los pasillos hasta el otro edificio, donde se encontraban los dormitorios de los afiliados.

- Profesora Miyoung -la llamo Amira una vez en la puerta, mirando a la mayor seriamente- Espero que cumpla su palabra, porque desde el momento que mi energía entre al cuerpo de su estudiante, tendré el control de su vida... Espero entienda mi posición.

- Claro que si -asintió comprendiendo, porque por más dura que fue esa amenaza indirecta, Amira tenia todos los motivos para tomar esos riesgos y no la culpaba, después de todo era una despertada que no tenía a nadie que la respalde.

- Esto puede tardar debido a las lesiones -dijo calmando el ambiente- Y los mejor será que no interrumpan el tratamiento.

Amira ingresó a la habitación, encontrándose como primera vista a la estudiante peliceleste recostada en la cama con una venda sobre sus ojos.

Con un suspiro y agitando sus manos de un lado a otro para liberarse de la tensión, comenzó el tratamiento.

Primero analizó el estado de su paciente a través de sus ojos azulados, para luego colocar sus manos sobre el torso de la chica sin llegar a tocarla. Y como cada vez que utiliza su energía, hermosas ondulaciones y flores brillantes comenzaron a desplazarse por la amplia habitación.

Fueron alrededor de quince horas en la que Amira se mantuvo en su posición debido a lo complejas que eran las lesiones, pues el cerebro era muy difícil de tratar, sin contar la pérdida de vista.

Confianza || EleceedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora