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Desde el momento en que regresaron de aquella pelea y su maestro no estuvo atento a todos los halagos que le dio, Amira supo que algo iba mal. Y terminó de acertar en su mal presentimiento cuando Kartein le entregó el precioso y costoso broche en forma de V que siempre usa en su cuello, para luego simplemente desaparecer.

Maestro... ¿dónde estás?

No respondía a sus llamadas ni contestaba a sus mensajes de texto, Jiwoo y Kayden tampoco sabían dónde podría encontrarse. Amira cada minuto que pasaba se ponía más ansiosa, su maestro no es de la clase de persona que se va sin avisar.

¿Y si ya se cansó de ella? ¿Y si la odia? ¿Y si ella lo molestó u ofendío? ¿Y si Kayden le dijo algo desagradable? ¿Y si quiere tomarse un tiempo a solas? ¿Y si lo secuestraron?

Esas y muchas más preguntas rondaban su cabeza cada vez que salía a buscar alguna pista de su paradero. Pero nada, ya había pasado más de una semana y no tenía un solo rastro, es como si Kartein nunca hubiera existido.

Al pensar en eso, sus ojos azules se humedecieron y un pequeño y tierno puchero apareció en su rostro, pero rápidamente golpeó sus mejillas para despabilar. Ella no era alguien que se rindiera, no podía creer que por un momento dudó de su búsqueda.

Se tomó un solo minuto, sentada sobre aquel edificio, para pensar detenidamente en qué podría llevar a su maestro a desaparecer. Y como si un foco se encenderá sobre su cabeza, recordó el suceso contra la organización de Astra.

Golpeó su frente sintiéndose una completa inutil ¿cómo no pudo pensar en eso antes? Era más que obvio que ese hombre, un top 10 mundial, no se quedaría de brazos cruzados al sufrir la peor de las humillaciones tras perder a dos de sus subordinados, meterse con algún despertado de aquella organización era lo mismo que desafiar la autoridad de Astra.

Tomó con cariño el broche en V que decoraba el cuello de su camisa pulcra y desapareció del edificio, haciendo volar su larga y ondulada melena blanca. Y por primera vez en su vida, nunca había sentido su rostro contraído por el inmenso enojo que estaba experimentando el solo pensar en que su maestro esté herido.

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Tal vez su urgencia o en que el lugar no estaba tan lejos como creía, pero no se demoró más de una tarde en llegar a los territorios de Astra.

Lo primero que visualizó al tocar el suelo fue unas enormes puertas de metal custodiada por dos despertados, quienes inmediatamente se pusieron en guardia al verla caminar tras ya saber su identidad. Es decir ¿quién no conocería a la mujer que puso patas para arriba el mundo de los despertados?

Sin embargo, no tuvieron la mínima oportunidad de advertirle cuando cayeron al suelo de golpe tras recibir un poco del poder de Amira, era aquella técnica que usaba cuando debía dormir a sus pacientes.

Sin detener sus elegantes pasos, ingresó por completo a la residencia del top 10, dejando inconsciente a quien se le cruzara por el camino. No tenía tiempo para hacer las cosas por las buenas, si estaban reteniendo a su maestro en este lugar es más que obvio que no le dirían.

Sus zapatos de tacón resonaban en el suelo del gigante castillo lúgubre y su falda azul oscuro se movía al caminar. Pronto, sus ojos se entrecerraron con molestia al ver al final del pasillo a Muras custodiando una puerta; se había dirigido a ese lugar al sentir un rastro de poder de su maestro y fuertes vibraciones en toda la estructura.

Sin embargo, antes de poder preguntar el paradero de Kartein, un gran ataque atravesó la puerta, logrando romperla por completo. Amira, como reflejo, creó un campo de fuerza que la protegiera.

Confianza || EleceedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora