Tristeza playera.

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-linda... Mi cielo-los ojos de t/n permanecían cerrados, sin embargo sus sentidos se habían activado al escuchar la voz ronca y mañanera de su esposo.

Podía sentir como el acariciaba su brazo, lenta y delicadamente esperando pacientemente por su despertar.

Decidida a darle gusto ella abrió los ojos mostrando el tono chocolate de estos quienes contemplaron el profundo verde claro que solo la miraba ella... Nada más.

Aidan estaba sobre ella y nada más verla abrir los ojos la beso, beso qué fue rápidamente correspondido.

-Buenos días-saludo Aidan apenas se separaron, seguidamente se acostó a lado de su ahora mujer.

-buenos días-respondió la castaña mientras entrelazaba sus dedos con los de su marido.

Al hacerlo pudo ver perfectamente ambos anillos matrimoniales qué a sus ojos hacían un perfecto juego.

-¿qué hora es?-preguntó aun adormilada.

-siete y algo-respondió el castaño.

-¿y porque me levantas tan temprano?-reclamo acurrucandose en el pecho agenos, por primera vez en mucho tiempo había disfrutado realmente el dormir a lado de alguien. Definitivamente no quería que terminará.

-debemos ir al aeropuerto, no quieres perder el avión ¿o si?-preguntó acariciando el brazo de su esposa-solo piénsalo... Perder la oportunidad de dos semanas completas en el mar mediterráneo, comiendo mariscos y piñas coladas mientras el mundo deja de existir-

-mmmm suena bien-respondió ella y ambos rieron.

-además, Dalia ya debe estar preparando el desayuno-

-qué bien porque comienzo a tener hambre-dijo y Aidan rio.

-entonces me daré una ducha y mientras tu bajas a desayunar-

-mmm no, desayunemos juntos-respondió.

-entonces liberame para bañarme rápido-dijo y con un mujido t/n se aparto de el.

Al verse liberado Aidan rápidamente se levantó de la cama y se encerró en el baño. Mientras tanto t/n tallaba sus ojos en busca de quitarse la sensación arenosa tras despertar.

Dio un bostezo y se levantó enredando su cuerpo con la bata regalada por su suegra. Una vez centrada vio todo el desastre en que se había transformado su ahora habitación.

Había trozos del pastel de bodas sobre el tocador, su vestido estaba arrugado y echo bola en una esquina, una botella de champagne a la mitad y al menos cuatro copas con diferentes cantidades del líquido dentro.

Una de sus zapatillas estaba sobre el escritorio y la otra junto a la puerta de la cama pero sobre todo un intenso dolor de cabeza debido a la resaca ¿como es que pudo embriagarse tanto en su propia boda? Y peor aun ¿como era posible que Aidan estuviera tan fresco como una lechuga si había bebido igual o más? Definitivamente ese había sido el último día en que ella le permitiría beber.

-cielo santo-exclamó al verse en el espejo del tocador.

Su labial estaba más que corrido, el lápiz dentro de la línea de agua de sus ojos se había transformado en ojeras mientras una de sus pestañas postizas estaban a medio despegar.

Rápidamente se retiro todo, prefería qué su marido la viera desmaquillada a tener tremendo desastre en el rostro.

Estaba limpiando su rostro con una tela de seda húmeda cuando la puerta fue tocada y la voz de Dalia sonó.

-¿están despiertos?-preguntó la mujer.

-si Dalia entra-dijo recargandose sobre el tocador, grabe error pues la palma de su mano se embarro de betún-Dios qué desastre-

El fotógrafo(Aidan Gallagher Y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora