Señor Castañeda.

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Hoy era el día, era el momento de darle el último adiós a Solane The Hargreeves. Y francamente, Luther no estaba para nada listo.

Sentado en la soledad de su cama, sostenía un marco con la foto de su esposa en solitario, el día de su boda. Las lágrimas se escurrían de los azulados ojos del rubio, mientras que en su traje negro, la corbata brillaba por su ausencia.

¿Porque usarla si nunca había aprendido a usarla? Siempre era su madre quien hacía el nudo, después su novia y ahora que había sido su esposa, el realmente nunca imagino salir de casa sin qué su adorada esposa hiciera el nudo de su corbata.

Pero no solo había perdido un nudo... También a su hijo el cual ni siquiera tubo la oportunidad de conocer, de tenerlo entre sus brazos... De besar su frente apenas el médico se lo entregará el día del parto.

La frustración, la ira pero sobre todo una tristeza tan profunda qué podia calarle hasta en los huesos era lo único que era capaz de sentir en esos momentos, y en un desesperado intento por desaparecer todo, lanzó el marco a la pared rompiendo el vidrio qué protegía la foto en el proceso.

Después le siguieron ambas lámparas de noche y el florero con crisantemos sobre el tocador fue lanzado al espejo qué apenas 24 horas atrás, Solane lo había usado para guiarse en su maquillaje.

Al ver su imagen destrozada en el espejo estrellado, Luther se desarmo por completo volviéndose a acostar en la cama en posición fetal... La necesitaba, necesitaba a su familia.

Pero dentro de toda esa desesperación, una conclusión llego a su mente y con esta todas las lágrimas pararon.

...

Aidan finalmente se había recuperado, y aunque aún tenia malestares, fue bastante rápido para alguien con el mismo padecimiento qué el.

En el fondo todos sabían que la única razón, era qué no quería dejar a t/n sola sobre todo en esos momentos. Mientras acomodaba el nudo de su corbata negra el recuerdo de la boda de su amigo llego.

En ese mismo evento su vida había cambiado radicalmente, detesto ser un fotógrafo de eventos por un día, no obstante fue el mismo día en que conoció a quien era su querer, su musa y su inspiración... Realmente no espero tener que volver a esa misma casa pero para velar por el eterno descanso de la novia de ese día.

Así que tras suspirar y acomodar nuevamente su cabello, tomo su saco y salió de la habitación listo para llevar a su madre y a t/n al funeral. Al bajar las escaleras contempló a ambas mujeres de negro, con vestidos por debajo de las rodillas, medias negras y zapatos de piso, algo totalmente diferente a como estaba acostumbrado a verlas.

-¿están listas?-preguntó al terminar de bajar las escaleras.

-si hijo, vámonos-respondió Lauren y camino a la salida.

Aidan sin dudarlo, ayudo a t/n a levantarse un poco más despacio del sofá, después ofreció su brazo como apoyo y t/n lo tomo con su brazo no fracturado.

Ambos salieron a paso lento de la mansión bajando mucho más despacio los escalones, pues Aidan realmente temia qué los puntos de abrieran.

Una vez los tres en el auto, el camino inicio en silencio mientras los recuerdos del accidente, salían a flote a medida que se integraban a la autopista.

-estas bien?-preguntó Aidan a su novia quien iba en el asiento del copiloto.

-si... Si, no es decir-suspiro-no estoy lista para verla ahí- no necesito explicar a quien se refería, ni mucho menos donde estaría precisamente-creo qué no puedo ir-

El fotógrafo(Aidan Gallagher Y tu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora