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CAPITULO 010







LISANDRO MARTÍNEZ














La mañana fue tensa para mí, incluso Cristian se dio cuenta. Aunque tenía pocos objetos personales en el despacho, le ayudé a recoger algunos premios, unos libros y un par de camisas que tenía guardadas para las emergencias. Negaba con la cabeza mientras doblaba una y acaricié una de sus mangas. Todas sus camisas estaban hechas a medida, y llevaban las iniciales CGR bordadas en los puños.

Un detalle lujoso que solo él era capaz de lucir con soltura. Sus objetos solo llenaron dos cajas de cartón. El despacho era tan impersonal como el poso. Eché un vistazo a mi alrededor y me di cuenta de que no había cambiado mucho. Nadie se daría cuanta, a menos que observara con atención.

Me fijé en una figurita y me puse de puntillas para cogerla del estante.

"¿Quieres llevártela, Cristian?"

Clavó la mirada en el figurita, pero antes de poder contestar, la puerta del despacho se abrió de par en par. Era Xavi Hernández, que se paró en seco al vernos. Cristian estaba apoyado en su escritorio, con a carta de renuncia en la mano, y yo estaba de pie, con la figurita en las manos, junto a una caja abierta. Xavi echaba humo por la orejas.

"¿Qué mierda pasa aquí?"

Cristian se aparto del escritorio y se acercó a mí. Me quitó la figurita de las manos, esbozó una sonrisilla desdeñosa, la metió en la caja y luego la tapó.

"Creo que ya hemos terminado, Licha. Ve a tu mesa y espérame allí."

Me quedé paralizado. La sensación de sus dedos al acariciarme la mejilla me sacó de mi estupor.

"Cariño." Murmuró, su voz sonó muy ronca en mis oídos. "Vete." Lo miré y parpadeé.

*¿Licha?*

¿A que estaba jugando?

Se inclinó y sentí su cálido aliento en la piel.

"No me pasará nada, ve a tu mesa. Nos iremos enseguida." Me colocó la mano en la cintura y me dio un empujoncito.

Totalmente confundido, hice lo que me ordenaba. No había dado ni dos pasos cuando Xavi empezó a gritar. Soltó insultos y alaridos, e incluso me cogió del brazo con fuerza desmedida.

Cristian lo apartó de un empujón y se interpuso entre nosotros.

"No lo toques, Xavi. ¿Me has entendido?"

"¡Qué mierda! ¿Te lo estás... te lo estas tirando, Cristian Romero? ¿Me estás diciendo que tienes una aventura con tu asistente?" contuve el aliento, sin saber qué iba a pasar a continuación.

"No es una aventura, Xavi, estamos enamorados." Xavi se echó a reír de forma desagradable.

"¿Enamorados?" resopló con desdén. "Pero si no lo soportas. ¡Llevas meses intentando deshacerte de él!"

"Una buena excusa. Una que te tragaste enterita, con anzuelo y todo." Hernández habló con voz gélida.

"Acabas de firmar tu sentencia de muerte en esta empresa." Cristian soltó una carcajada.

"Demasiado tarde." Le dio las dos hojas de papel con el membrete de la empresa a Xavi. "Renuncio, al igual que mi prometido." Xavi se quedó boquiabierto.

"¿Tu prometido? ¿Vas a tirar tu carrera por la borda por un tozo de carne? ¿Por un polvo de mierda?"

Sucedió tan deprisa que no me dio tiempo a impedirlo. Xavi Hernández empezó a vociferar y, en un abrir de cerrar de ojos, Cristian estaba de pie sobre su cuerpo tirado en el suelo, con el puño tan apretado que los nudillos se le habían puesto blancos. Lo fulminaba desde arriba, jadeando. Era la personificación de un hombre que defendía algo, o a alguien, a quien quería.

Acuerdo de MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora