Capítulo 18

113 7 0
                                    

Corrí y corrí tan rápido como podía, alejándome de la posada y de las personas, hasta llegar al lugar donde el bote había aparcado. Una cosa es ver un perro siberiano otra muy distinta es que se aparezca un lobo de la nada, y peor aún saliendo de una posada.

Caí rendida al suelo, respiraba con dificultad pero no por haber corrido. Dar mi vida me desequilibraba de tal manera que perdía el control de mí misma y no controlaba a mi lobo interior. Sin embargo, no me sorprendía. Pronto quedaría inconsciente...Los sonidos se fueron apagando a mis oídos, los olores dejaron comenzaban a ser menos fuertes...Me encontrarían. Este era el único lugar de la isla que conocíamos, aparte de la posada...Un bosque. Siempre termino entre medio de árboles...

Desperté con el cuerpo adolorido, y con el canto de los pájaros al amanecer. Último día.

Muchas cosas pueden pasar en un solo día...

Rebusqué entre los bolsillos de mi ropa, era increíble que al segundo fuera loba y luego volvía a ser yo y vestida. Sí, de todo lo que estaba pasándome no podía pasar por alto ese pequeño detalle. No tenía idea de qué pasaba con mi ropa, pero cuando volvía a ser yo, ahí estaba. Bueno, fuera lo que fuere era algo que agradecer. No sería nada lindo terminar desnuda por ahí...- Encontré el dracma que Nico me había dado en una ocasión, y me explicó como comunicarme con él en caso de que lo necesitara. Esta podría ser la última vez que hablara con él. Ahora solo necesitaba de un arcoíris. Había agua a montones...ahora necesitaba algo con qué crear un arcoíris. Tenía un pequeño espejo que por alguna razón siempre llevaba conmigo. Era pequeño, redondo, y el cristal estaba roto, rajado en tres parte iguales, pero jamás se habían soltado del marco. Jamás lo usaba pero...no lo sé, quizá el hecho de que estuviera roto y aun ''estable'' me hacia pensar que a pesar de sentirme rota por dentro, seguía en pie. Claro que eso era lo que pensaba cuando estaba en el orfanato, y ahora tal vez lo piense un poco...

Me acerqué a la orilla, el bote aun seguía donde lo dejamos, sumergí parte del espejo en agua y fui moviéndolo de manera que sol se reflejara en el y formara el condenado arco iris...bueno, el pequeño y bonito arco iris. Dado que tengo la necesidad de hacer una Mensaje Iris, lo mejor sería no hablar mal de un arco iris...Los colores aparecieron traslúcidos, casi invisibles pero con eso me bastaría. Arrojé el dracma al pequeño arco iris y mencioné las palabras que Nico me había hecho recordar:

-Oh Iris, diosa del arco iris, por favor acepta mi ofrenda. -Siendo honesta, me sentía tonta al decir ''Oh'', pero era necesario. -Nico Di Angelo, Campamento Mestizo.

El agua se difuminó, mostrándome una cama de madera de ébano, con sábanas y frazadas negras, lo único destacado de esa cama era la almohada blanca, y el chico sentado en ella. Nico estaba de espaldas a mi, sentado en su cama, con la cabeza gacha. Llevaba un pantalón negro holgado, supongo que su ropa de dormir...me sorprende si logra dormir algo este chico, casi siempre lo veía con ojeras...el torso desnudo...Era muy pálido.

Carraspeé.

-Nico.

Dio un respingo y se giró.

-¿Allison? ¿Qué ocurre?

-Nada. Estamos bien. Yo solo...quería...hoy es la luna llena y...

-No tienes que decirlo. -se acercó un poco más. El agua estaba tan quieta que casi parecía que lo tuviera en frente. Pero si tocaba el agua, adiós mensaje. El rubor cubrió las mejillas de Nico cuando se percato de que estaba semidesnudo. Supongo que, de haberlo tenido en frente de verdad, también me habría ruborizado. -Lo encontrarás. All, tu aura...

-Lo sé, es...complicado. -La muerte me rodeaba; a Nico no se lo podía esconder por mucho que intentara. Esto era increíble, lo llamaba para desmedirme pero no podía pronunciar las palabras. Él me comprendió desde el principio, lo que era sentirse excluido, por diferentes razones ambos lo fuimos. Aunque siento que si él no se excluyera tanto a sí mismo, quizá no estaría tan solo. A mí, en cambio, me miraban de reojo, se apartaban, y solo porque creían que mi supuesta madre había incumplido con su promesa. Cuando la verdad ninguno de ellos la sabía. Artemisa jamás rompió su juramento, y jamás lo hará. Prometió ser doncella y así va a permanecer por el resto de su inmortal vida, la cual es muy larga. Pero ella es feliz así. -Nico, eres mi amigo y tú no puedes negártelo. Clarisse se niega a creer que no volveré, no lo dice pero lo veo en su mirada. Contigo es distinto; tú puedes ver como estoy realmente y no puedes negar que el tiempo es corto. Cuando encuentre a Ivan...creo que ese será el momento definitivo, lo presiento. Es difícil decirte adiós Nico pero...te quiero. Me alegra haberte conocido, ojala hubiésemos podido pasar más tiempo juntos. ¿Sabes? Tal vez pueda salir de esta. Lo hice una vez, ¿no? Así que, tal vez, no sea necesario decir adiós...

La Flecha de la DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora