Ivan PoV.
Ella me observaba desde su trono con una sonrisa dulce en los labios. Era embriagador estar ante ella, lograba cautivarte de tal manera que llegaba a resultar algo aterrador. E intimidante. No me sorprendía, siendo quién era. Y por primera vez me pregunté como algo, alguien, tan bello puede ser tan letal. Entonces me di cuenta, que su belleza no era real. No para mí. Me parecía superficial. Y sí, tal vez ella podía hacerte sentir el tipo más afortunado en la tierra por el solo hecho de mirarla; sin embargo, una cosa no quita la otra. Allison estaba muriendo porque ella maldijo a su madre y cuando murió, no contenta con que había dado a luz un bebé, dejó que la maldición traspasara a ella. La diosa pudo haberlo impedido, pudo haber dejado su dolor e ira atrás una vez que la madre de Allison falleciera y aun así...decidió condenarla desde el primer día en que nació.
La estarás condenando a ella. Eso había dicho Clarisse. Estaba equivocada. Allison estuvo condenada a esto desde su nacimiento.
Afrodita se aclaró la garganta.
–Mi querido Ivan, ¿qué se te ofrece?
Como si no fuera obvio. Debería estar gritándole, ella maldijo a Allison y me llevó al otro lado del mundo, me puso en un sueño de muerte y aquí estaba ella, sonriendo como si nada. Una reina sin remordimientos.
– ¿Y bien? –insistió. Permanecí callado. Era consciente de lo estúpido que sería faltarle el respeto, contestarle de una forma que los dioses considerarían la excusa perfecta para pulverizarnos. Si dejase que la ira me cegara, entonces podía darnos por muertos a ambos. Miré a la diosa. Afrodita seguía sonriendo con satisfacción... Esto era lo que ella quería. No ver a Allison muerta, solo verla sufrir. ¿Por qué sino iba a dejar la posibilidad de que alguien pudiera salvarla?
–Tú sabes lo que quiero. –las palabras salieron como veneno. Me reprendí mentalmente por eso. Su mirada brilló y esperé que me pulverizara por mi insolencia. Sin embargo, volvió a sonreírme y eso fue más aterrador que si me hubiera echo cenizas.
–Dilo, querido. Solo tienes que decirlo. Pedirlo. Rogarme, si quieres. –agregó con un gesto despectivo.
–Retira la maldición sobre ella y deja que yo la cargue. Deja que yo sea su portador.
No era una manera oficial de hacerlo porque no había manera oficial de pedirlo. Ciertamente no iba a rogar...Dioses, odiaba su sonrisa.
– ¿Eres consciente de que si hago eso ella bien podría morir de todos modos? La maldición ha estado ligada a su alma durante diecisiete años. Arrebatarla de ella podría resultar...devastador. ¿Estás seguro de que es lo que quieres?
–Sí.
Se levantó de su trono y un destello de luz comenzó a rodearla. Aparté la mirada, y un segundo después estaba parada frente a mí. Intentaba no concentrarme mucho en ella, era como mirar a través de un calidoscopio, siempre cambiando, siendo todo a la vez. Me obligó a mirarla, sosteniéndome de la mandíbula.
– ¿Ella lo vale? –preguntó.
– ¿No lo sabes tú mejor que nadie? –contesté con otra pregunta. Ladeó la cabeza, un gesto felino más que otra cosa.
– ¿Sabes? Si tú portases la maldición dejaría de ser una maldición en absoluto. No si tú quieres tenerla. Entonces, ¿qué ganó con eso? –hizo una pausa dramática. –Ustedes, los mortales, jamás aprenden y son más que un parpadeó para los dioses. Una mota de polvo para la inmortalidad. Ah, pero saben amar. Vaya que lo hacen, incluso cuando ese amor no es correspondido. Ese no es tu caso, ¿o sí, Ivan? ¿De verdad estás dispuesto a arriesgar tu vida por la de ella? ¿En serio crees que es amor verdadero lo que tienen?
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La Flecha de la Diosa
FanfictionMi nombre es Allison Moon, y tengo 17 años. Hasta hace unos días tenía una vida normal. O al menos la vida normal que una chica huérfana puede tener. Me gusta mi vida. Me gustaba mi vida. Iba a comenzar de cero. La chica que siempre creí ser? Esa ch...