Capítulo 15

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Como si de un recordatorio se tratara, aun debajo del agua, mi mano izquierda comenzó a hormiguear. Un leve hormigueo que de a poco fue convirtiéndose en ardor. Ese pequeño ardor no hizo mas que crecer y crecer y expandirse por todo mi cuerpo.

Había olvidado lo que se sentía. Con todo el jaleo del avión, lo había olvidado.

Y ahora, la sensación llegaba de golpe.

Un grito de dolor surgió de mi garganta en el momento que me asomé a la superficie. En un segundo, Amatea estaba a mi lado.

-¿Estás bien? -pregunto. No sé si asentí o negué, solo se que me quede allí, por un minuto, sin decir nada.

Cuando por fin encontré mi voz, dije:

-Es la maldición. La forma en la que se manifiesta,yo...ya casi no puedo soportarla.

Amatea asintió. Seguí su mirada al lugar en el que la serpiente se había pulverizado, literalmente. -Murió.

-Algo así. -dijo ella. -Solo la enviaste al tártaro. Aunque, quien sabe por cuanto tiempo -murmuró- Hay algo diferente en el...ambiente.

La miré sin comprender. -¿De qué hablas?

-Nada,olvídalo. Ahora, ¿Podrías,por favor, explicarme como fue que eso pasó?

Suspiré.

-Fue mi sangre. Verás, lo que hice...fue más bien probar una teoría en la que he estado pensando hace unos días. El monstruo murió porque llevaba mi sangre en su ser. Fue solo un instante, mi flecha directo a su boca, lo que bastó para matarlo. Todo en mí está maldito. Pero vivo porque la bendición de Artemisa me protege, aún. Pero nada protegía a la serpiente. Y esa maldición, bueno...al parecer mata todo lo que viva.

O eso es lo que más o menos pasó. Sigo viva porque la bendición aun sigue en mí, sigue funcionando pero...es mi vida. La bendición de Artemisa se convirtió en mi vida. Única vida que solo un objeto puede llevársela ahora... Y cuando eso pase, mi cuerpo dejará existir.

Porque pasará.

-Probabas una teoría. -dijo pensativa- Ahora sí creo que estas loca de remate. Pero bueno, funcionó. ¿Crees que puedas llegar sola a la orilla? Tus amigos te necesitan. No puedo ayudarlos, no es mi territorio.

-¿Dónde estamos? -pregunté haciendo caso omiso a sus palabras.

-Europa, por supuesto.

Levanté una ceja. ¿No podía ser mas específica? Al menos, el avión llego a Europa...¡El avión!

Miré desesperada a Amatea. -¿Que pasó con las personas?

Amatea le resto importancia. -Todos están vivos, los humanos se encargaran de ellos. Cayeron por allá. Ustedes...no deberían de acercarse.

Bueno, al menos estaban bien. No dijo nada de ilesos, pero con una caída así...

-Estaré bien. -respondí al final. -Y gracias.

-¿Por qué? Fuiste tú quien mató a la serpiente después de todo. Solo te he acompañado.

-Y evitar que me ahogara. -murmuré.

-Te espera un duro viaje, hija de Artemisa. Fue un placer conocerte.

-Lo mismo digo.

-¿Y Allison? -no respondí, solo esperé -No importa que tan malas se vean las cosas, recuerda que hay castigos mucho peores. Y ese dolor que tanto te pesa será tu arma hasta el final.

Y con eso, se sumergió en el profundo océano.

-Adiós,Amatea.

Ella tenía razón. Había cosas mucho peores que las que yo estaba pasando.

La Flecha de la DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora