CAPÍTULO 3
Ivan me mostró el pabellón del comedor, los establos, las forjas, el bosque del campamento, las cabañas, y me habló del Sr.D, de las barreras de protección y El Consejo de Guerra.
El Campamento en sí ya me parecía enorme. Cuando pasamos por las cabañas contemplé por un instante la de Artemisa. Él dijo que solo la ocupaban las Cazadoras cuando iban al campamento, ya que la diosa no tiene hijos. Había algo en ella que me era…familiar. Pero claro que eso es imposible.
Me llevó hasta un cobertizo para que escogiera un arma.
Había de todo: espadas, lanzas, cuchillos, dagas, arcos. Tomé uno de los arcos. Ivan frunció el ceño.
-¿Qué? –pregunte.
-Nada. Es solo que la mayoría suelen tomar cuchillos o espadas.
-Bueno, debo ser una excepción a esa mayoría.
-Si tu madre no fuera una diosa, diría que puedes ser una hija de Apolo.
La idea era agradable. Pero aunque nadie me lo dijo, y además del hecho obvio, sabía con seguridad que era madre divina.
-¿Estás bien? –preguntó Ivan.
Seguramente estaba mirando fijo, en la nada.
-Sí. Yo solo…estaba pensando en mi padre. –dije melancólica.
-¿Jamás lo has conocido?
Negué con la cabeza. –En el orfanato dijeron que fue a verme un día, pero supongo que se arrepintió.
-¿Orfanato?
Claro, nunca le dije que soy huérfana. Y bueno, para ser justos él tampoco preguntó de donde era ni nada.
-Sí, soy huérfana. Bueno al menos crecí como tal. La verdad es que no interesa, desde ayer estoy oficialmente emancipada, ya hora suena bastante estúpido al lado de toda esta situación.
-A mi me interesa. –murmuró. –Bueno, creo que podemos ir a practicar. Aunque si vas usar el arco, necesitaras a alguien de la cabaña de Apolo.
Practicamos en el bosque. Will Solace, el jefe de la cabaña de Apolo, me enseño como debía usar el arco, mientras Ivan se quedó a un lado mirando, un poco reacio.
Will era bastante apuesto, parecía un surfista con ese pelo rubio y ojos azules.
Él había colocado unas dianas en los troncos para no tener que darles directo a los árboles, por las ninfas.
-Muy bien. Ahora suelta la flecha. –me ordenó Will.
Lo hice, y le di al centro de la diana.
Will silbó. –Vaya, si que eres buena. ¿Has hecho arquería antes?
-No, nunca.
-Bueno, pues tiene un don nato.
Me quedé mirando la diana, y luego le sonreí a Will. –Gracias.
-Reconozco el talento. –dijo. –Creo que no me necesitan aquí. Si necesitas algo, ya sabes donde encontrarme.
-Claro, gracias Will.
Se fue, y nos dejo solos. Ivan estaba serio.
-¿Qué sucede contigo? –le pregunté.
-¿De que hablas?
-No has dicho una palabra desde que Will estuvo aquí.
-Ah, eso. No pareció que necesitaban de mi ayuda. Él estaba enseñándote perfectamente.
-¿Estás celoso?
-No. –no pareció convencido.
-Por favor, Ivan. Ni siquiera lo conozco. Ni a ti. –recalqué.
-No, claro que no. –susurró.
-Ivan. Ivan mírame. –me miró pero sin verme, como si mirara a través de mi. –Ivan, él me trató como si fuera su hermana. Lo cual, es agradable, teniendo en cuenta que siempre quise un hermano mayor.
Sonrió tristemente. –En verdad eres buena con eso.
Más tarde, dejé el arco en el cuarto de huéspedes de la Casa Grande, me duché, y como todavía no era la hora de la cena, me recosté un rato y me quedé dormida. Este estaba comenzando a ser un largo día.
Alguien llamaba a mi puerta.
-¿Sí?
-Allison, despierta niña. Es hora de la cena. –Era Quirón.
-Iré en un segundo.
Me puse unos jeans, unas botas negras tipo militar, y una chaqueta de cuero. La verdad es que no necesitaba la chaqueta, porque no corría ni una brisa en el campamento pero era mi chaqueta favorita y quería cortar un poco el naranja, el cual es un color bastante llamativo.
Cuando llegué, el pabellón estaba completamente vacío aún. Quirón estaba en una mesa, la principal supuse, junto con Dionisio (el Sr.D), sabía que era él porque Ivan de lo describió. Me hizo un gesto para que fuera hasta ellos.
-Te presentó al Sr. Dionisio, el dios del vino. –dijo Quirón.
-Es un placer conocerlo, señor. Soy Allison Moon. –para ser un dios, no tenía un pinta tan deslumbrarte. Llevaba una camisa con estampado de leopardo, y era algo…¿cómo decirlo? Robusto, quizás, y no parecía importarle para nada quién era yo. Supongo que el ser director de tantos campistas pierde el interés en ellos, o nunca les agradaron.
-Lo mismo digo, Alysa.
-Allison.
-Como sea, todos son iguales.
Miré a Quirón y él me indicó que me sentara a su lado. Pronto el pabellón comenzó a llenarse. Una gran, gran parte de mí agradeció a Quirón por haberme echo venir temprano, porque no me habría gustado para nada aparecer entre tantos adolescentes como alguien ‘’nuevo’’. Sería incómodo.
Al igual que las cabañas, los campistas tenían su propia mesa según su dios respectivo. La mesa Hermes estaba bastante llena, la de Afrodita eran todos chicos y chicas que podrían ser modelos si quisieran, la mesa de Hera, Artemisa y Zeus estaban completamente vacías. La mesa de Poseidón estaba ocupada solo por un chico, alto con cabello negro azabache y ojos verde mar, era atractivo; y un sátiro. En la mesa de Hades había un chico, vestido todo de negro con una chaqueta de aviador. En la mesa de Ares, busqué a Ivan, por qué no sé, pero era una de las pocas personas que conocía. Lo ví, él estaba tan absorto charlando con sus hermanos que ni se dio cuenta de que estaba aquí; en su lugar, Clarisse sí que me vio. Tenía una sonrisa pícara en plan voy-a-molestar-mucho-Ivan que me hizo sonreír de solo pensarlo.
Los semidioses arrojaron un trozo de su comida en la hoguera como ofrenda a los Dioses. Bueno estaba segura de que la mayoría serían ofrendas a su padre/madre divino. Yo por mi parte se la ofrecí a las diosas.
De pronto, todo el mundo se calló. Pude apreciar un silencio absoluto como nunca antes lo había hecho.
Mis latidos estaban a mil por hora, y no tenía idea de por qué. Lentamente me di la vuelta. Todos y cada uno de los campistas me miraban sorprendidos.
No. Miraban algo por encima de mi cabeza.
El corazón me seguí latiendo rápido. Era muy consciente de lo que estaba pasando. Me habían reclamado.
Levanté la vista, y allí estaba. El símbolo encima de mí era un ciervo. Un ciervo de plata.
Sentí un cosquilleo en mi mano. Estaba sosteniendo una flecha de plata, que había surgido de la nada. Y algo más. Tenía una pequeña corona de laurel (también de plata) puesta.
Miré a Quirón, y a Dionisio, y supe que él, ellos, lo sabía desde el principio. Quirón se inclinó, e hizo una reverencia; Dionisio hizo lo mismo, y los campistas los siguieron.
-Dios te salve, Allison Moon. –dijo Quirón. –Hija de Artemisa, diosa de la caza, la luna y las doncellas.
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La Flecha de la Diosa
FanfictionMi nombre es Allison Moon, y tengo 17 años. Hasta hace unos días tenía una vida normal. O al menos la vida normal que una chica huérfana puede tener. Me gusta mi vida. Me gustaba mi vida. Iba a comenzar de cero. La chica que siempre creí ser? Esa ch...