Capítulo 1

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CAPÍTULO 1 

-¿Estás lista?

-Sí.

 Hace dos días el juez me otorgo mi emancipación. Y hoy es el día en que me voy de este lugar. No es que lo odie. Me crié aquí, en este orfanato, y ahora que tengo mi ‘’libertad’’ no puedo esperar por irme. Tengo 17 años, y sí lo sé, seguramente pensarás ‘’ ¿no habría sido más fácil esperar un año más? ¿En lugar de hacer tanto tramite?’’ Pues, sí, sería más sencillo. Pero cuando vives en un orfanato, y ves como las personas solo adoptan a los pequeños y que nunca les has agradado cuando tú eras pequeña, irse de este lugar lo antes posible es un milagro, al menos para mí.

Jamás conocí a mi padre, y mi madre murió cuando yo nací. En el orfanato me dijeron que él vino un día a verme, pero así como llegó se fue. Podría pasarme buena parte del tiempo pensando en que lleva a un padre a abandonar a su propia hija, si no fuera porque eso solo empeora las cosas. Además hace ya mucho tiempo que decidí que no permitiría que pensar en él me bajara el humor. Así que lo dejo pasar…

La directora del orfanato, Beatrice Mills, me acompañó hasta mi nuevo hogar. Un apartamento, en un edificio cerca del Empire State. Ella insistió en que así sería más fácil para mí ubicarme en la enorme ciudad, teniendo un punto que siempre pudiera divisar. No lo cuestioné, ya que ella siempre estuvo ahí cada vez que la necesité, la considero como una tía. El apartamento cuenta con la sala, la cocina, dos dormitorios, un baño, y dado que estoy en el último piso (el penhouse) diría que tengo la terraza para mí sola, lo cual es genial. En el orfanato nos daban clases particulares, más o menos era como un internado, excepto que no salías los fines de semana a no ser que tuvieras autorización y más de 16 años.

-Bueno, ¿quieres que te ayude a desempacar? –me preguntó Mills.

-No, está bien. Yo me encargo, son solo cinco cajas y mi maleta.

- Entonces creo que debo irme. –me dedicó una sonrisa –Has crecido rápido, princesa. Sabes que estoy para lo que necesites.

-Lo sé, y…gracias, por todo.

 Al vivir en un orfanato, no tienes muchas cosas personales. En fin, no tenía mucho que acomodar, unos cuantos libros, mi ropa, y varias fotos con los niños del orfanato y Mills.

Por la tarde trabajo en una dulcería. Todo estaba yendo bien, hasta que llegue a casa y vi a Mills parada en la puerta con una mirada desesperada en los ojos. Todo empeoró desde ese momento…

Lo primero que pensé es que había un problema con uno de los niños, que alguien estaba herido, pero la descarte porque sino no estaría aquí. Resultó ser todo lo contrario.

La que estaba en problemas era yo.

-Ally! Gracias a los dioses que estas bien –me abrazó con una fuerza increíble.

-¿Por qué no iba a estarlo?

-Oh, lo siento. Escucha no hay tiempo, tenemos que salir de aquí ahora. Toma tus cosas, te explicaré en el camino. Te esperaré en el auto.

Dicho esto, me dejo sola en la puerta de mi apartamento sin tener la menor idea de que pasaba.

En diez minutos había recogido mis cosas y estabamos en su auto, rumbo a quien sabe dónde. Mills se calmó al ver que dejamos el edificio atrás.

-Bueno, ¿piensas explicarme a que viene todo esto? Me has sacado prácticamente a rastras de mi apartamento, eso sin siquiera haber estado media hora en el.

-El edificio tiene un sótano infestado de monstruos.

La miré de hito en hito, y a juzgar por su expresión hablaba en serio, pero…

La Flecha de la DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora