VIII
Al día siguiente, Georgina se puso uno de sus mejores vestidos. La criada le ayudó a peinarse el cabello y en unos minutos, ya estaba lista.
Ese iba a ser su primer día dando clases, por lo que tenía expectativas autoimpuestas que no tenía el deseo de decepcionar. Se colocó sus lentes para la lectura con el propósito de dar un aire más inteligente, pues Georgina sabía que tan importante era la vestimenta de una dama para afectar al mundo y a su propia estima.
Al cruzar la puerta del salón de clases, observó primero que ahí se encontraba su hijo, luego encontró a Pierre y por último, a Génesis, la niña que ya empezaba a detestar.
Acomodó sus lentes, para después, golpear la mesa con un libro gordo y grueso de matemáticas. Todo el salón guardó silencio al instante.
— Buenos días. Mi nombre es Georgina Dubois, pero ustedes me dirán maestra Georgina. Vengo de París Francia, pero mi familia y yo nos mudamos aquí por razones personales. Les daré la clase de ciencias naturales de en adelante, ya que su antiguo maestro no era adecuado. Al parecer, era mejor comiendo que enseñando —observó a Pierre, quién fue el que le contó que vieron al profesor comiendo en clases e ignorando a los alumnos aquella vez que vinieron. Los niños se empezaron a reír, dándole la total razón—. Muy bien, ¿en qué capítulo del libro se quedaron?
Los niños empezaron a hablar entre sí. Algo en la pregunta de Georgina los llenaba de confusión.
La mujer golpeó varias veces la mesa con su puño, como si se tratara de una puerta.
— Toc, toc, ¿estoy hablándole al aire a caso o por qué nadie me ha respondido?
Génesis levantó su mano para hablar. La maestra no pudo evitar rodar los ojos.
— ¿Sí, Génesis?
— Nunca hemos abierto el libro, maestra.
Georgina dejó ir todo el aire que tenía en sus pulmones al oír tal hecho.
— Bueno —retomó su compostura—. Entonces, abran el libro en el índice. Les daré una pequeña plática de lo que veremos en todo el ciclo escolar, para empezar.
Les explicó capítulo por capítulo, dándoles pequeños resúmenes de lo que mirarían a continuación y así, prepararlos lo más rápido posible. A su vez, les encargó investigar algunos conceptos con el fin de hacer que se familiaricen con los términos y poder comenzar a estudiar cada capítulo a profundidad, si tenían suerte —y cumplían con sus deberes—, la próxima clase.
Notó pronto que Génesis era una niña curiosa, pero también muy inteligente y aguda. No por eso la despreciaba menos, pero admitía que esa pequeña sin decoro, tenía un buen cerebro y que en el futuro haría cosas que otros creían imposibles, pero para ella no. Para Génesis nada parecía imposible. Su irritación hacia ella no hacía más que crecer al ver como se ganaba lentamente la atención de su único hijo, cuyo nacimiento fue la causa de que ella lo perdiese todo.
Georgina iba a interferir en la pequeña plática a escondidas que los infantes habían iniciado, cuando de repente, un fuerte trueno se escuchó y después, una lluvia torrencial, acompañada de fuertes vientos que parecían estar derrumbando los árboles.
Hasta que un roble cayó justo en el aula.
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Más allá de su jardín
FantasyElliot nació por un conjuro que su madre, Georgina, cumplió al pie de la letra. Ahora, gracias a eso, su familia quedó maldita al igual que todos sus descendientes lo estarán. Para terminar con esa maldición, Elliot debe casarse con alguien de sangr...