Capitulo 17

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Capitulo 17

— ¿Qué hace aquí, profesor? ¿No debería estar en clases?—le pregunto a Gilderoy cuando lo veo ingresar a media tarde en la biblioteca.

— Tenía una hora libre antes de mi próxima clase, después de comer algo, aún me queda tiempo libre asi que pensé en pasar por aquí. Creo que te di algo de trabajo en el receso, vi a varios de mis alumnos con libros—toma asiento en la silla frente a mi escritorio, veo a Buyu observarlo de reojo, desde su lugar en la ventana donde le da el sol, su cola se mueve con un poco de fuerza, como si estuviera molesto, gato extraño.

— Vinieron a llevar por unos días los mismos libros que pidió, ¿se los dejo como tarea?

— Oh, no, solo quería que lean un poco en mi hora.

— Bueno, lo consiguió, consiguió más que eso.

— Si, parece haberles interesado lo que cada uno tomó—comenta distraídamente, mientras atiendo mis cosas.

— ¿Es suyo?—lo escuchó preguntar, levanto la vista y lo veo señalar hacia Buyu—. He notado que siempre está aquí... solo aquí.

— ¿Buyu? Algo así, solo apareció aquí y lo cuido—se levanta y se acerca, pero Buyu se aleja rápidamente, sin permitirle que lo tome.

— Es algo desconfiado, ¿no?

— Esta algo raro estos días, creo que esta ofendido, porque lo lleve a castrar hace poco.

— Uy, bueno, si yo fuera él, también lo estaría—bromea, sonrió por cortesía—. ¿Está bien para ti que veamos hoy la película? Hoy, tengo clases hasta la última hora aquí.

Entonces recuerdo su invitación a ver una película, de la cual ni siquiera vi anuncio. No recuerdo porque he aceptado, pero voto a que no tenía idea que decir y solo asentí, porque estando con todas mis alertas, no perdería una tarde—noche en el cine viendo una película que no creo me interesante, cuando en otra sala están pasando una que si me interesa.

Claro, podría decirle a Gilderoy que prefería que veamos aquella otra película de anime, pero es algo que se ve solo, que se ve sin compañía, que no se ve en una cita, porque seré sincero, nadie quiere al rarito de casi treinta años que ve anime. Aunque, Gilderoy no me interese de esa manera, es un compañero en el trabajo y tampoco quiero dar esa impresion, creo que gustos como ese son solo para mi saber personal.

— ¿Hoy? Claro, me encantaría—sonrió amablemente y acepto por pura cortesía de haber aceptado antes.

— Genial, realmente llevo días queriéndote invitar, pero no sabía si aceptarías, me alegra que lo hayas hecho.

— Claro, ¿por qué no lo haría?

— Bueno, te he visto con ese otro chico que suele venir, ¿pensé que tenían algún tipo de relación?—escucho su duda, su pregunta indirecta.

— No, claro que no—niego, enfadándome con su pregunta y mi respuesta, que no es más que la verdad, al fin de cuentas.

— Bueno, es algo que me alegra saber, Severus, espero dejar claras mis intenciones—arquea una ceja e intenta lucir una sonrisa ¿coqueta? Oh, no, yo ahora entiendo sus intenciones.

Debí ver esto en la mañana, esto es lo que mi mente no comprendía, Gilderoy, su café, su invitación, su presencia en este momento, su amabilidad, este hombre esta coqueteándome y no... yo no sé cómo rechazarlo. Y de todas maneras... ¿quiero realmente rechazarlo tan rápido?

Hasta hace 24hs estaba... ¿en que estaba con Sirius? ¿Una relación? ¿Un intento de ella? Yo ni siquiera lo sé, pero estaba en eso, sea lo que sea, con él. Y ahora, solo porque no ha mandado un pequeño mensaje y a cerrado sin cerrar lo que sea que sea... ¿simplemente no quiero rechazar a este importuno hombre?

Perdido, sería una buena palabra, porque Gilderoy es agradable, es atento y parecemos tener gustos similares en la lectura, se ve sofisticado y, aunque su rostro no lo es del todo, su apariencia bajo esas ropas lo es, su pulcritud y esa intensa mirada, despierta un interés en mí que podría permitirme ser cortejado cómodamente.

No obstante, está este tonto hombre que me llama gruñón, que me hace reír a carcajadas y me hizo revivir las sensaciones más maravillosas de la adolescencia, haciéndome sentir de dieciséis años fugazmente y dejando todo mi cuerpo cosquillear, solo por recordar sus besos.

Sirius ha tenido tanta paciencia conmigo, al venir cada mañana con un café solo hasta que yo me abrí, me es difícil creer que solo de la nada ya no le interese. Ha pasado la mañana entera y media tarde, aun así no ha llegado mensaje alguno de él. Y ahora viene Gilderoy, así de la nada, pidiendo salir y yo no lo sé.

¿Por qué debería rechazar esa invitación y quedarme en casa aburrido esperando por un mensaje suyo? Realmente no somos algo, pero tampoco somos nada. De todas formas, yo no tengo esas intenciones que Gilderoy tiene conmigo, solo iré como amigo y al finalizar la película, se lo dejare claro.

— Veo que te he dejado sin palabras—se luce, poniéndose de pie ante mi silencio—. Debo irme, pero te dejare mi número, así me envías un mensaje y más tarde te aviso cuando estoy saliendo.

Dejando su número, se despide, estoy un tanto aturdido y confundido, me he quedado mudo en mis pensamientos dándole una idea errónea que debo corregir. Al agendarlo, veo la foto de perfil en su WhatsApp, es solo él, viéndose tan sofisticado y pulcro como en persona, tan diferente a Sirius con la enorme mitad de su rostro y lengua. En su estado, tiene la fotografía de sus alumnos, todos leyendo los libros que había retirado. Al pie de la foto decía:"El motivo de ser profesor, es enseñarles a viajar a través de los libros en más de una aventura".

No evito notar que, Sirius acababa de subir un estado, una fotografía de comida y caritas felices al pie de esta, pensé en contestar su estado, pero me arrepentí al instante. Aunque meditar treinta minutos sobre que tendría de malo escribirle:"provecho", no fue sano para mi mente.

El chico detrás de los librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora