Capitulo 12
He estado viendo, por al menos una hora al, que creía tímido, frágil y nada deportivo, bibliotecario, sobre el skate del adolescente, que es su primo. Mis ojos han viajado desde su increíble cuerpo, saltando y haciendo piruetas que jamás imagine que podría, al adolescente coqueteándole a mi sobrina.
Con el sol cayendo a sus espaldas, Severus se ve tan hermoso, su sonrisa tan grande, su cuerpo tan ágil y sus expresiones tan libres, grita a cada salto expresando su emoción y diversión, es algo insólito en un adulto de su edad. Absolutamente, todo en esta hora ha sido extraordinario.
Entre este grupo de adolescentes excitados, bullando, me vuelvo a sentir de diecisiete años, vuelvo a sentirme un adolescente, con todos aquellos miedos e inseguridades al ver a ese grandioso hombre y sentirme tan poco. Me siento como aquel chico que era, buscando tímidamente, entre tantos skate, al niño que veía de lejos, solo que en esta ocasión, miro a un hombre sobre una tabla. Al verlo venir hacia mi lentamente, sobre ese skate, experimento una especia de deja vu, vuelvo realmente a los diecisiete, viendo al niño de negro y me sonríe, me sonríe como lo hacía cada vez que me veía.
Severus, apoya ambas manos en mis hombros y me regresa al presente, donde quien me sonríe es él y aún así me hace sentir como idiota porque no puedo articular palabras.
— Te toca—solo logro entender que dice.
— ¡Oh, no, no, no! Yo no sé nada acerca de subir a esa cosa—me niego alejándome, consiguiendo ser la burla de media multitud.
— ¡Debes enseñarme ese último en el aire!—mi querida sobrina expreso, casi abrazando el torso de mi cita.
Claro que le ha enseñado otros durante este tiempo, a ella y otros tantos adolescentes que siguen sobre sus tablas practicándolos. Así, trascurre alrededor de media hora más, el sol a caído y los faroles que rodean las rampas se encienden. No me quejo, por más que haya sido la cita más extraña e impersonal que alguien pueda tener. He reído y disfrutado la vista de este hombre, me he relajado entre los adolescentes sin preocupaciones, he liberado mi estrés siguiendo sus gritos y exclamaciones, pero sobre todo ha florecido esos brotes que cosquillean ahora mismo en mi estomago, esos brotes de enamoramiento que creía que solo en la adolescencia se podían sentir.
A medida que la oscuridad se asienta a los alrededores, los adolescentes comienzan a despedirse y dispersarse, dirigiéndose en pequeños grupos a casa.
— Bueno, te acompañare hasta tu casa, Nymphadora—se ofreció Remus, el primo de mi cita.
— Claro que no, yo la llevare...—me negué, él me miró y mi sobrina también, pero su mirada era de odio.
— No será así, llévala Remus—ordenó Severus sonriendo, quise negarme, estaba por hacerlo—. Se supone que tú y yo teníamos una cita—me recordó.
— No fui yo quien pasó horas sobre ese skate—mi sobrina y el chico se alejaron, mientras una discusión comenzaba entre nosotros.
— ¿Disculpa? ¿Me estas echando la culpa cuando tú eras el que estaba escondido detrás de un árbol?—preguntó abruptamente.
— No por eso tenías que ponerte a jugar...
— ¡Te salve de pasar vergüenza, frente a tu sobrina!
— ¡Nunca te pedí que lo hicieras!
— ¡Eres de lo peor!—exclamó—. Ni siquiera sé porque discutimos.
— Has dejado que mi sobrina se fuera con...
— Con un chico que no le hará ningún daño... ¿Sabes que, Sirius? Ni siquiera me importa ya, ve—me echó—. De todas maneras, aceptar esto fue un error—se da la vuelta, dejándome allí parado.
A toda velocidad y casi corriendo, sube unos escalones que llevan a la cima de una de las rampas más alta. Lo veo sentarse en la orilla en silencio mirando a la nada.
Me frustro, ¿qué demonios se supone que hice? ¿Cómo sucedió esto? Rasco mi cabeza, tratando de pensar en mi siguiente paso... ¡Obviamente no me iré! Estuve buscando durante semanas su atención, y cuando la consigo ¡lo espanto! Por esa misma razón, continuo solo a esta edad, por imbécil. Subo en silencio los escalones, yendo por él.
— Te dije que te fueras. Déjame solo.
— No puedo, una cita es de dos, y yo la tenia contigo—susurro acercándome.
— Oh, ahora resulta importarte—bufa.
— Severus, lo siento, se que fui un tonto hace un momento.
— Al menos lo sabes—masculla.
— Y estoy agradecido—me siento a su lado.
— ¿Entonces porque actuaste como un completo idiota ahí abajo?—pregunta, bajo las luces de los faroles sus ojos se ven brillosos, o podría ser la rabia contenida en lagrimas—. Pensé que eras otra clase de hombre, me mostraste otra clase de hombre—reclamó sorprendiéndome.
— Lo siento...
— El hombre que me llevaba café cada mañana era atento, dulce e insistente. Pero te mostraste...
— Shhh—lo calle rodeándolo con mi brazos y pegando su cabeza a mi pecho—lo sé y lo siento—suspiro—creo que has conocido mi defecto.
— ¿La estupidez o es que eres bipolar?
— Mi temperamento, suelo enojarme.
— Te advierto, entonces, que yo no aguanto estúpidos enojos. Así que, tenlo en cuenta la próxima que te enojes.
— Información recibida y archivada—golpea mi pecho alejándome.
— Nadie te dio el permiso de abrazarme—bufa, escondiendo una sonrisa, levanto mis manos indefenso.
— Eres realmente bueno en eso—señale hacia las rampas.
— Lo practique durante toda mi adolescencia y algunos años más tarde. Le he enseñado a Remus también.
— Discúlpame por, prácticamente, llevar a cabo nuestra cita aquí. Soy un desastre...
— No, está bien, la pase bien y me divertí, hace mucho no lo hacía y me hace bien hacerlo... ¿Sabes? Son como dos polos apuestos esto y la biblioteca, pero ambas cosas me gustan.
— ¿Entonces, puedo decir que, inconscientemente, elegí el lugar perfecto?
— Puedes.
— Y a pesar de haber actuado como un imbécil... ¿puedo besarte?
— Puedes—giró su cabeza hacia mí y yo hice lo mismo.
Lo observo, cierra sus ojos esperando por mí, sus labios entre abiertos, la brisa soplando contra nuestros rostros, las luces alumbrando solo lo necesario. Levanto mi brazo, queriendo tocar con mi mano sus cabellos, pero la dejo caer, comienzo a alejarme de su rostro, sintiendo la valentía escapar de mi cuerpo, dejando lugar a los nervios, como si fuera un adolescente que jamás beso en su vida.
Sin embargo, no llego a alejarme demasiado, su mano llego a mis cabellos y, enterrándose entre ellos, hizo presión en mi cabeza para que nuestros labios conectaran. Cierro mis ojos y vivo el sorpresivo beso. Es un beso que trata todo sobre tacto, el tacto de nuestros labios, de nuestras manos, de nuestros cuerpos y de sentidos, sentir la sonrisa que sus labios forman, sentir la respiración del otro y la emoción.No éramos niños, a pesar de que el sitio me hacía sentir de diecisiete, no tenía esa edad, él tampoco, por lo que el beso no quedo en la completa inocencia de el tacto de labio a labio acariciándose. Abro mi boca, la me sigue, nuestras lenguas se enredan disgustando, compartiendo saliva húmeda y resbaladiza. Invado su cavidad bucal, la exploro y batallo contra su lengua, dejándola a esta también recorrerme, para luego solo enredarnos y acariciarnos mutuamente. Es tanto, el exceso de saliva, producida ante la fuerza y velocidad que toma aquel beso, que al separarme de él, puedo ver un hilo de saliva que limpia con su mano.
Sus manos, las había sentido por un montón de sitios de mi cuerpo, ahora descansaba una en mi cuello y otra en mi cintura, las mías se habían aferrado a su nuca y había jugado entre sus cabellos, acariciado con suavidad sus orejas, lo cual, en el momento de distanciar nuestros labios, aún hago. Le sonrió y me devolvió la sonrisa.
— Solo hazlo de una vez—susurra.
— ¿Qué?
— Bésame—lo mire confundido—. Acabo de besarte yo, ahora no te comportes como un torpe adolescente y bésame, ¿quieres? No tengo toda la noche.
Y lo beso, directamente con mi lengua yendo primero, mis labios, mi lengua y cada musculo que conformaba mi boca trabajaban en este beso, incluso mi garganta tratando de tragar la saliva que ingresaba de más a mi boca.
Un beso, se convierte en una sesión completa de ellos, porque no tengo idea de la cantidad de minutos que trascurren hasta que siento mis labios hinchados, al igual que los suyos. Definitivamente, puedo definir esta cita como: exitosa.Continuara...
Que grandisimo idiota puede llegar a ser Sirius.
¿Que creen del primer/primeros besos? ¿Fue lo esperado? ¿Estuvo a la altura de las expectativas?
¡Gracias por leer!
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El chico detrás de los libros
FanficContinuacion de: El chico de negro Severus Snape, mantiene una vida tranquila trabajando en la biblioteca de una escuela. Esta paz, se ve interrumpida, cuando un gato llega a la ventana de su biblioteca y él decide alimentarlo, sanarlo y con el tiem...