Respire profundo hasta llenar el último rincón de mis pulmones con oxígeno, no quería continuar con este desastroso día, nada podía ir a peor. Escuché la terca voz de mi madre en mi cabeza reprochandome que jamás debías decir que las cosas podían ir a peor, porque efectivamente siempre todo puede empeorar. Saqué mi cabeza del casillero, que hasta hace unos segundos respiraba el aire dentro con olor a pintura, y cerré la puerta provocando un sonido estridente que los adolescentes a mi alrededor decidieron ignoran.Empecé a caminar en dirección a la tercera clase que tenía en el día, miraba la hoja en mis manos con el horario y la breve explicación dibujada en un costado con tinte azul hecha por la secretaria, ¿En qué universo remoto ella creía que yo tenía la capacidad mental para tomar clases avanzadas de biología? Apenas si me enteraba la diferencia entre un proton y un electron.
- Alena, ¡Alena! - Frunci el ceño mirando a mi alrededor, creí que nadie en la escuela me conocía, llevaba aquí apenas 2 días - Por dios, si que caminas rápido - Una chica alta, rubia y pálida, aunque no se le notaba por el maquillaje que llevaba, se paró frente a mi, estaba agitada supongo por la carrera que hizo hasta llegar a mi lado, parecía feliz de verme a través de su falta de oxigenación.
- Lena. Nadie jamás me llama Alena. - Dije aun con el ceño fruncido por la resiente irrupción, ella hizo un gesto restandole importacia y camino junto a mi entrando al salón casi vacío de biología.
- ¿Si me recuerdas verdad? Nuestras madres trabajan juntas, nos presentaron en la fiesta de navidad. - Estabamos paradas adelante junto al pizarrón, la rubia me miró con obviedad sonriendo, supongo que esperaba que la recordará, pero solo podía pensar en como odie ir a esa fiesta, mi madre era terrible socializando y logró que todos a lo largo de la noche se alejarán de nosotras, supongo que por eso era enfermera, era más fácil no tener tiempo para tener amigos, que tratar de conseguirlos. - ¿Alena? - Pestañe saliendo de mi burbuja.
- Lena. - Aclaré nuevamente. - No te recuerdo, lo siento, ese día saludamos a muchas personas. - Hice un gesto ladeando mi cabeza en modo de disculpas, ella asintió y me tomo del brazo arrastrándome en medio de las mesas hasta casi la mitad.
- Esta bien, esas fiestas pueden ser aburridas. - Me hizo una señal para que me sentará junto a ella, y lo hice sin cuestionarla. - En fin, soy Kalia Brown. - Una sonrisa se asomó por su rostro y podía jurar que parecía la persona más agradable del mundo, tal vez algo intensa, pero linda.
- Es un gusto conocerte, Kalia. - Intenté sonreír lo más sincera que pude, no podían pedirme mucho, mi día había sido horrendo, y no estaba de humor. Empecé a hablar cuando note el silencio repentino que se formo entre nosotras - Entonces... ¿Tu madre también es enfermera? - Normalmente no intentaría hablar con ella, no parecía el tipo de persona con la que me llevaría bien, pero estaba sola desde hace dos días que había llegado a esta escuela, nadie me conocía en el pueblo porque era nueva y para ser sincera no había encontrado un grupo de gente agradable para acoplarme, todos en Cladwood parecían rechazar cualquier ser humano que viniera de fuera, y eso me incluía obviamente a mi.
- Si, se llama Rose, ya sabes, nunca en casa, siempre trabaja pero es buena mamá, mi padre compensa todo el tiempo que ella no esta, además mi hermano mayor nunca me deja olvidar que es ella quien mantiene prácticamente a toda la familia. El si que es molesto, siempre esta por la casa merodeando, controlando que todos cumplan su rol como miembros de nuestra linda y pequeña familia, el se deja llenar de las ideas de mi madre de ser un buen ejemplo ante la sociedad, ya sabes, en especial considerando los chismosos que son en este pueblo. - Se detuvo cuando me vió observarla como si me hubiera dado demasiada información para retener. - Lo siento, hablo mucho, y si estoy nerviosa suelo dejarme llevar y hab... - Solté una risa por lo insegura que se había puesto de repente. Kalia, que ahora tenía sus ojos clavados detrás de mí, frunció sus cejas y luego me observo apenada.
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Eternos Sagrados
FantasyEsta historia es para las adictas de los casos perdidos. Un comienzo en una ciudad que no conoces, con personas que se conocen de toda la vida puede ser un conflicto para Alena Vasilevsky, en especial cuando las cosas se tornan extrañas por los suc...