NADIE DEBE

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¡!HA HA HA HA HA HA!!

Un fuerte grito de horror se escuchó cerca de donde se cree que había caído la cuarta princesa de Liones.

Un grito fuerte y ensordecedor que puso la piel de gallina sino a todos, a la mayoría de los que alcanzaron a presenciar aquella caída, un grito que fue el activador para que todos pudieran moverse rápidamente para ver qué era lo que estaba sucediendo.

El último en moverse fue Helbram, que a como pudo fue corriendo hacia donde se estaba formando aquella escena, rogando a los dioses, cualquier Deidad, que la que haya caído no haya sido Lunala, se escuchaba egoísta, pero siendo sinceros, la otra princesa no le interesaba para nada.

Pero al llegar, lo que vio, lo dejo totalmente fuera de sí, su ojo se abrio lo mas que pudo por la sorpresa de lo que estaba viendo, su respiración se volvió demasiado pesado y su estómago se revolvió pero no al grado de querer vomitar, si no de desmayarse en cualquier momento.

Y es que no era para más, jamás, ni en la peor de sus pesadillas, se pudiera haber imaginado ver a la joven de sus sueños, tirada en el suelo bañada en un charco de sangre, su blanco e impoluta cabellera, ahora se encontraba teñido de rojo.

No supo si fue cosa de segundos o minutos, hasta que vio que alguien se acercaba al cuerpo de la chica, era la princesa Elizabeth que sin importarle el dolor físico que le habían ocasionado hace unos instantes, rápidamente llego hacia el patio de armas junto a Lyna para aferrase al cuerpo de su hermanita.

Elizabeth: Nalucita, hermanita no mueras por favor Llorabas desconsoladamente en su regazo con la castaña de lado.

Rápidamente fueron separadas del cuerpo en el piso para que pudiera ser revisada por el medico real, quien fue notificado rápidamente para ir en su auxilio mientras que al mismo tiempo iban llegando el Rey y las otras princesas.

Medico: Tiene pulso, sigue con vida - Grito el medico aliviado - Pero está muy mal, necesitamos llevarla al ala medica de inmediato - ordeno el anciano.

Varios de los que estaban presenciando aquello, quisieron ayudar pero no se animaban a levantar a la princesa sin que le pudieran hicieran daño, hasta que por fin, Helbram fue el único que pudo reaccionar y con delicadeza la tomo de la cabeza con su gran mano para que este no estuviera colgando al momento de levantarla (Algo así como cuando agarran a un bebe recién nacido por la cabecita).

Medico: Tenga mucho cuidado Sir Helbram, no debe mover muy bruco su cráneo.

Obedeciendo sus indicaciones Intento no mover los dedos de la mano que sostenía la cabeza para evitar de hacerle algún daño mayor, pero era imposible no sentir la blandidez de su cabeza, era como una masa gelatinosa y aguada que en cualquier momento podría deshacerse en sus manos, era una sensación algo desagradable, pero lejos de sentir asco para el de un ojo, era una sensación de dolor e impotencia al verla al borde de la muerte.

Al llegar al ala medica siguió con lujo de detalle las instrucciones del médico, pero era algo doloroso ver como el cuerpo de la albina era manipulado como una muñeca de trapo por el médico y su asistente, al verla así, tan vulnerable y con la incertidumbre de si viviría o no, un ira irracional creció dentro de él.

Se dio la media vuelta para salir de aquel lugar para dirigirse nuevamente al patio de armas, sin darse cuenta que estaba cubierto de sangre tanto de sus manos como su armadura.

Helbram: ""¿QUE FUE LO QUE SUCEDIÓ? ¿QUIEN SE ATREVIO A ATENTAR CON LA PRINCESA LUNALA? - Grito a todo pulmón al llegar al patio de armas, sin importarle ni darse cuenta que los dos Grandes Maestros ya se encontraban entre la multitud viendo algo desconcertados la actitud del caballero.

""TU CALIDO CORAZON""Donde viven las historias. Descúbrelo ahora